⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
No era una medicina común. Después de que Rashid escapara de la Emperatriz, ella había encargado urgentemente al mago Yong que le proporcionara una poción mágica.
—De hecho, ya sabía dónde estabas todo este tiempo. Fue una suerte que permanecieras tranquilo en esa casa vieja. Gracias a eso, tuve tiempo de conseguir esta poción.
Con una sonrisa torcida, la Emperatriz continuó:
—Esta es una poción que borra los recuerdos. Cuando despiertes, todo volverá a ser como antes. Yo seré tu madre amorosa y compasiva, y tú serás el niño que anhela el amor de su madre.
Los ojos de Rashid comenzaron a perder enfoque, y los recuerdos en su pequeña cabeza empezaron a desvanecerse como arena dispersada por el viento.
Primero desapareció la imagen de la Emperatriz con su sonrisa escalofriante mientras le daba la poción.
Luego los sirvientes que lo habían llevado a la fuerza ante la Emperatriz, a pesar de sus protestas.
Y después… apareció una niña con cabello color trigo y ojos esmeralda.
( Mañana te traeré un montón de postres dulces. )
( Se me ocurrió una gran idea: ¿qué te parece si en los días calurosos de verano me prestas tu mano, y en los fríos días de invierno yo te presto la mía? Así no tendremos miedo ni en verano ni en invierno. )
( Si alguien nos persigue, te lo diré de inmediato. Así que duerme tranquilo. )
Los recuerdos de los días que había pasado con la niña comenzaron a desvanecerse uno a uno.
Rashid, con el rostro distorsionado, sacudió la cabeza.
—No, no. No quiero.
No quería olvidar a la niña. Quería recordarla.
Rashid se esforzaba desesperadamente por retener su memoria.
Su cabello color trigo, suave como el pan recién horneado, sus ojos esmeralda como el océano azul.
Su rostro redondo y adorable.
Sus manos cálidas y pequeñas.
Su voz clara y amable.
Con los ojos desenfocados y lágrimas rodando por sus mejillas, Rashid murmuró:
—…Nunca te olvidaré.
Así que te encontraré de nuevo.
Lo prometo.
Finalmente, la imagen de la niña desapareció por completo, y solo quedó una oscuridad profunda.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Rashid abrió lentamente los ojos. Su vista se aclaró y lo primero que vio fue…
—¡Su Alteza, ¿está bien?!
Cabello color trigo y ojos esmeralda. Era más alta y madura que antes, pero…
¡Era ella, sin duda!
Rashid extendió los brazos y abrazó a Siana.
Ah, sigues siendo cálida como la primavera.
Con la voz temblorosa, Rashid dijo:
—Te extrañé.
—…
—Mi… primer amor.
—¡…!
Siana se dio cuenta de que Rashid recordaba su encuentro de tantos años atrás.
Las lágrimas llenaron los ojos de Siana, y, con el rostro empapado, sonrió brillantemente.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Un día de invierno, cubierto de nieve blanca, se celebraba la ceremonia de coronación.
A pesar del frío, una multitud se había congregado frente al palacio imperial para vitorear al nuevo Emperador.
Aquellos invitados a la coronación se dirigían hacia el interior del palacio.
Nobles destacados del imperio, miembros de la realeza extranjera, y líderes religiosos respetados por muchos. Todos eran figuras importantes.
Pero mientras caminaban elegantemente, de repente se sobresaltaron y encogieron los hombros.
Todo por Sol, el caballero guardia que se encontraba en la entrada del gran templo donde se llevaría a cabo la coronación.
Es la coronación de Su Alteza. No permitiré ni el más mínimo incidente.
Con los ojos afilados como los de un tigre, Sol se mantenía firme frente al templo, inspeccionando a cada persona que entraba.
El gran tamaño de Sol, junto con la espada en su cintura y su expresión amenazante, lo hacían aún más intimidante.
Los invitados, con rostros temerosos, le mostraban sus invitaciones para que confirmara sus identidades.
A poca distancia, los subordinados de Sol, los mejores caballeros del imperio, murmuraban entre ellos en voz baja.
—No estamos en un campo de batalla, y hoy es un día feliz en el que Su Alteza el Príncipe se convierte en Emperador. ¿Es realmente necesario que sea tan estricto?
—Exactamente. Nuestro capitán tiene las mejores habilidades con la espada en todo el continente, pero a veces es completamente… insensible.
Todos los caballeros asintieron al unísono.
—Por eso sigue sin haber tocado la mano de una mujer a su edad.
—¿Qué? Pero si hace poco salía con la hija de un Barón increíblemente bonita.
—Eso ya terminó hace tiempo.
Hace unos días, frente a la delicada y hermosa hija del Barón, Sol había inclinado la cabeza.
( Lo siento. Lo intenté, pero simplemente no puedo ver a alguien tan pequeña y frágil como usted como una mujer. )
¡Plaf!
La mujer, con una expresión de vergüenza, abofeteó a Sol.
Un caballero, que escuchaba la historia, dijo con cara de total incomprensión:
—Si no te gustan las mujeres pequeñas y delicadas, entonces, ¿qué tipo de mujer te gusta?
Imitando la voz de Sol, otro caballero respondió:
—Debe ser lo suficientemente alta como para mirarme a los ojos cuando hablamos. Debe tener un cuerpo tan sólido como una roca y ser lo suficientemente fuerte como para levantar una vaca con facilidad.
—¿Qué es eso? ¿Quieres casarte con un oso?
Los caballeros, que no podían entender los gustos tan extraños de su capitán, de repente abrieron los ojos de par en par.
¡La mujer que parecía encajar en la descripción de los gustos imposibles del capitán apareció!
Era Chuchu, una doncella que era más alta que la mayoría de los hombres adultos y tenía músculos tan grandes que su ropa parecía a punto de estallar.
Pero lo que sucedió después fue aún más sorprendente.
El rostro de Sol se sonrojó ligeramente al ver a Chuchu. Los caballeros, viendo la escena, susurraron con entusiasmo:
—¿Qué le pasa? ¿Por qué está actuando así?
Sin darse cuenta del alboroto, Chuchu se acercó a Sol y le hizo una pequeña reverencia.
—El día está muy frío, debe ser difícil estar aquí afuera.
Con el rostro rígido, Sol respondió:
—Es… es… está bien.
Chuchu, tras pensarlo un momento, se quitó la suave bufanda de lana que llevaba puesta y la colocó alrededor del cuello de Sol. Sorprendido, Sol abrió los ojos de par en par.
Pero Chuchu, sin inmutarse, agarró los extremos de la bufanda con ambas manos y los apretó firmemente.
Para una persona común, esa fuerza sería suficiente para gritar: ‘¡Me estás estrangulando, quieres matarme!’, pero para Sol era la presión perfecta.
Chuchu, sonriendo mientras miraba la bufanda que había colocado en el cuello de Sol, dijo:
—Es una bufanda de lana que mis hermanitos hicieron. Es muy calentita. Llévala mientras estés de guardia.
Con la cara completamente roja, como si fuera a explotar, Sol respondió:
—Gra… gra… gracias.
Los caballeros, que los miraban desde la distancia, levantaron sus copas en una celebración anticipada.
¡Nuestro capitán por fin se casará!
Dentro del gran templo, la multitud no era menos numerosa que afuera. La gente admiraba la majestuosa decoración del lugar.
Lo que más captaba la atención era el enorme cuadro colgado en el altar. Mostraba a una diosa con una sonrisa bondadosa, rodeada de ángeles de alas blancas.
Era una imagen tan fascinante que parecía sacada de un sueño.
—¿Es cierto que el príncipe Leisis pintó esta obra?
—Había oído hablar de su gran talento, pero es difícil de creer que haya creado una obra así a tan temprana edad.
—Esto no es solo talento. El príncipe Leisis es un genio que aparece una vez cada cien años.
Ante tantos elogios, la Emperatriz Angelina se sonrojó.
Las personas que se acercaban a ella, con los ojos brillando de curiosidad, preguntaron:
—Nos gustaría saludar al príncipe Leisis. ¿Dónde está?
La Emperatriz Angelina frunció el ceño.
Todos los miembros de la familia imperial deberían haber asistido a este evento, pero Leisis no estaba presente.
—Leisis se siente incómodo en lugares concurridos, por eso no ha venido.
La respuesta de la Emperatriz dejó a la gente con expresiones de decepción.
Para consolarlos, la Emperatriz Angelina añadió:
—Muchas personas han estado buscando a Leisis últimamente, así que estamos preparando su primera exposición. Si están interesados, por favor, asistan.
Los que la rodeaban ya eran grandes admiradores de Leisis, así que asintieron con entusiasmo, llenos de expectativas.
—No olvides invitarnos.
—Yo también quiero ir.
Mientras la Emperatriz Angelina recibía toda la atención, la Emperatriz Laila, la más poderosa de las cuatro Emperatrices, estaba sentada con una expresión melancólica.
Al verla, la gente susurraba:
—Debe estar molesta porque su hijo no será el Emperador, sino Rashid.
Pero la princesa Grace, sentada junto a la Emperatriz Laila, sabía la verdadera razón.
La razón por la que su madre, normalmente tan enérgica, estaba desanimada era por la Emperatriz desterrada.
Grace miró a Laila y le dijo:
—Madre, si te preocupa tanto la Emperatriz, ¿por qué no vas a visitarla?
—La Emperatriz ha cometido un gran crimen y está confinada en su lugar de exilio. No se permite la visita de nadie.
Grace se encogió de hombros y respondió:
—Técnicamente es así, pero si lo deseas, puedo pedírselo a Siana. Mi hermano la adora y seguro que concederá el permiso para una visita.
Los ojos de la Emperatriz Laila, que habían estado apagados durante semanas, se iluminaron de repente.
—Entonces pídele a la princesa Siana de inmediato. Viajemos al norte. Quiero ver a esa mujer ahora que está reducida a una figura patética. Le recordaré que, mientras su hijo se convierte en Emperador, ella está atrapada en ese lugar frío y miserable por el resto de su vida. ¡Qué destino tan irónico!
Laila esbozó una sonrisa maliciosa, mientras Grace, con una expresión de hastío, murmuraba:
—A veces no sé si la odias o la admiras.
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