⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Sin embargo, en lugar de aplaudir y decir ‘Entiendo’, Aris frunció el ceño.
—…¿Quién se pondría de mi lado?
—Rashid…
—No quiero.
Aunque Aris era la más alejada en la línea de sucesión al trono, seguía siendo una princesa imperial. Para ella, Rashid era un competidor, no alguien que podría estar de su lado.
Siana entendía ese sentimiento. Pero, aparte de Rashid, ¿quién más en este enorme palacio imperial estaría dispuesto a compartir su poder con una joven princesa abandonada? Bueno, había una persona.
—Sería… —–.
N/Nue: Lo sé, está bien censurado JAJAJJAJA.
—¡…!
—Si es esa persona, podría ponerse de tu lado.
El nombre que Siana mencionó hizo que los ojos de Aris se agrandaran.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
En lo más profundo del vasto palacio imperial, había un palacio donde nadie iba. En ese palacio, solitario y silencioso, vivía una anciana de cabellos blancos, la Emperatriz viuda Goldria, madre del actual Emperador.
Décadas atrás, había dejado el poder y se había retirado a un pequeño palacio debido a su salud. Desde entonces, había sido una persona olvidada en el palacio.
La vida de la Emperatriz viuda era monótona. Se despertaba temprano en la mañana, se arreglaba y desayunaba sola. Luego, paseaba por los jardines.
El palacio, al que solo podían acceder unas pocas personas con su permiso, era infinitamente silencioso. Después de su paseo, la Emperatriz viuda regresaba a su habitación a descansar. Solía sentarse en una mecedora a leer o escuchar la música que tocaban sus músicos personales. Cada día era igual que el anterior, ya fuera un mes, una semana o tres días atrás.
Hasta que un día, una de sus damas de compañía le trajo un sobre de papel.
—¿Quién envió esta carta?
La dama de compañía inclinó la cabeza ante la Emperatriz viuda y respondió:
—La séptima princesa, la princesa Aris.
La Emperatriz viuda había estado desconectada de los asuntos del palacio durante mucho tiempo. No tenía ningún interés en los nietos que habían nacido después. Apenas conocía el nombre del actual príncipe heredero, Rashid, y no tenía ni idea de quién era la princesa Aris, la más joven.
Con una voz fría, la Emperatriz viuda dijo:
—Tírala.
—Sí.
La dama de compañía obedeció sin vacilar.
La Emperatriz viuda habría reaccionado igual sin importar quién hubiera enviado la carta. Su corazón se había vuelto frío como el hielo hacía mucho tiempo.
Pero una semana después, llegó otra carta.
—Tírala.
Una semana después, otra carta llegó.
—Tírala.
Así continuó, la Emperatriz viuda ni siquiera miraba las cartas antes de desecharlas.
Hasta que un día, dijo:
—Dámela.
No es que se hubiera conmovido por las cartas que seguían llegando, sino que fue un pequeño capricho de la Emperatriz viuda, que se sentía particularmente aburrida ese día.
Abrió el sobre que la dama de compañía le entregó.
Al sacar la carta del sobre, un aroma a melocotón le hizo cosquillas en la nariz. La Emperatriz viuda sonrió sin darse cuenta.
Las mujeres de la realeza y la nobleza solían impregnar sus cartas con una fragancia que las representaba, generalmente con el sofisticado aroma de las flores.
—Un aroma a melocotón… eso lo usaría solo una niña pequeña.
Era infantil, pero también algo adorable. Con una expresión más relajada, la Emperatriz viuda comenzó a leer la carta.
La caligrafía era torpe, claramente escrita por una niña. Pero se notaba que había puesto esfuerzo en escribir cada palabra con cuidado.
⌜Hola, abuelita.
Soy Aris.
Seguro te sorprendió recibir una carta mía de repente, ¿verdad?
La verdad es que he comenzado a aprender a escribir recientemente.
Mi maestro me dijo que la mejor manera de aprender a escribir rápido es enviando una carta a la persona que más te gusta.
Después de pensar en a quién escribirle, decidí enviarte una carta a ti, abuelita.
Aunque nunca te he visto, he escuchado que eres una persona realmente impresionante y hermosa.
Si mi carta te ha molestado de alguna manera, lo siento mucho. Por favor, no te enfades.
Rezo al dios de la luna para que recuperes la salud,
Tu nieta, Aris.⌟
No era gran cosa, pero una sonrisa se dibujó en el rostro de la Emperatriz viuda. Aunque no conocía a su nieta, se sentía halagada de que alguien la apreciara tanto.
Después de eso, las cartas de Aris siguieron llegando, y la Emperatriz viuda ya no las tiraba. Ahora, se sentaba en su silla cómoda y leía las cartas de Aris.
El contenido siempre era simple.
—Hoy el sol brilla muy fuerte, Comí un pastel de fresas delicioso y fui feliz, Voy a cuidar a un pajarito, cosas así.
Hasta que un día…
⌜Abuelita, ¿qué piensas de mi caligrafía? Estoy trabajando duro, pero todavía es bastante torpe, ¿verdad?
Mientras practicaba mi caligrafía, una de las damas de compañía me dijo que tú, abuelita, tienes la caligrafía más hermosa de todo el palacio. De repente, me dio curiosidad saber cómo es tu letra. ¿Es tan elegante como una rosa en el vestido de una dama? ¿O es tan recta como la espada de un caballero? ¿O tal vez es tan suave como la crema batida con fresas encima? Con la ilusión de imaginar tu caligrafía, me he divertido mucho escribiéndote esta carta.⌟
La Emperatriz viuda se quedó pensativa por un momento.
—Caligrafía, eh…
Como mencionó Aris en su carta, la Emperatriz viuda tenía una caligrafía excelente. Había nacido en una familia noble de renombre, había ascendido al puesto de Emperatriz y, finalmente, se había convertido en la Emperatriz viuda, por lo que era de esperarse.
Desde joven aprendí a escribir siendo golpeada en los dedos con una vara fina por mi tutor… Pero ¿de qué me sirvió todo eso? Hace años que no he tenido que escribir ni una sola palabra.
Cuando la Emperatriz viuda se retiró debido a su salud, mucha gente quería enviarle cartas preguntando por su bienestar y deseando visitarla. Pero, después de ignorarlos durante varios años, la Emperatriz viuda terminó siendo olvidada. Como no había nadie con quien intercambiar correspondencia, no tenía motivos para escribir.
Mirando el papel por un momento, la Emperatriz viuda dijo:
—Tráeme pluma y papel.
La dama de compañía, que había servido a la Emperatriz viuda durante mucho tiempo, la miró sorprendida, pero rápidamente trajo lo que ella pidió.
La Emperatriz viuda se sentó en su escritorio y tomó la pluma. La sensación del plumín en su mano después de tanto tiempo se sentía extraña, pero no desagradable.
Ras, ras.
La pluma comenzó a deslizarse sobre el papel. Sus movimientos eran fluidos, como el agua que fluye. Hacía mucho tiempo que no escribía una carta a alguien. Los labios de la Emperatriz viuda se curvaron en una ligera sonrisa.
—Esto es divertido.
Se sentía como si volviera a los días de su infancia, cuando aún era inocente. Pronto, la hoja estaba llena de escritura.
—Lleva esto a Aris.
—Sí.
La dama de compañía tomó la carta que la Emperatriz viuda había escrito con ambas manos y se retiró. La Emperatriz viuda pensó:
Me pregunto qué cara pondrá mi joven nieta cuando vea la carta que escribí.
Seguro se sorprenderá mucho.
Tal vez incluso se emocione tanto que derrame lágrimas.
Solo imaginar la reacción de su nieta, a quien nunca había visto, hizo que su corazón latiera un poco más rápido.
Al día siguiente, llegó la respuesta de Aris.
La Emperatriz viuda abrió el sobre con más prisa de lo habitual.
⌜Abuelita, cuando recibí tu carta, me sentí tan feliz que no pude evitar llorar. La caligrafía de tu carta es incluso más hermosa y maravillosa de lo que había imaginado. Tanto que me gustaría practicar mi escritura todos los días mirándola. Pero si lo hiciera, la preciosa carta que me enviaste se estropearía, ¿verdad? No quiero eso.
Así que doblé la carta y la guardé en una caja de vidrio donde pongo mis tesoros más preciados. La guardaré por siempre.
Gracias, abuelita.⌟
La Emperatriz viuda se quedó mirando la breve carta durante un buen rato. Después de un momento, murmuró:
—No me gustan los niños… pero esta niña es diferente.
Sus palabras eran ingenuas, propias de una niña, pero también tenían un toque de elegancia, adecuado para una princesa.
La Emperatriz viuda comenzó a esperar las cartas de Aris.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
La dama de compañía de la Emperatriz viuda habló con voz solemne:
—Es una carta de Su Majestad la Emperatriz Viuda.
Aris, con la cara encendida de emoción, tomó la carta. Aris la sostuvo contra su pecho y sonrió radiante como una flor.
—Gracias por traerme esta valiosa carta, dama de compañía.
Sin querer, la dama de compañía se vio cautivada por la encantadora niña. Se esforzó por recuperar su expresión seria y respondió fríamente:
—Solo cumplo con lo que se me ordena. No hay necesidad de agradecimientos. Ahora me retiro.
La dama de compañía de la Emperatriz viuda inclinó la cabeza y salió del Palacio Ruby.
Aris la despidió con la mano, su rostro mostrando un toque de tristeza hasta que la dama de compañía desapareció. En cuanto lo hizo, la expresión de Aris cambió por completo.
Con una cara de disgusto, Aris dijo:
—Ugh, no soporto tener que actuar como la niña adorable. Siento como si el desayuno que comí fuera a subir.
Siana se echó a reír.
—Lo haces muy bien. Parecías una princesa adorable a los ojos de cualquiera.
El rostro de Aris se iluminó con el cumplido de Siana.
—¿De verdad?
—De verdad.
Siana le acarició el cabello a Aris mientras decía eso. Aris ronroneó como un gato mientras abría el sobre. Era la tercera vez que recibía una carta de la Emperatriz viuda.
Aris enviaba cinco cartas para recibir una respuesta. Comparado con al principio, cuando ni siquiera sabía si la Emperatriz viuda leía sus cartas, era un gran progreso.
—Aunque sus respuestas no dicen mucho.
Aunque la caligrafía de la Emperatriz viuda era excelente, sus habilidades para escribir cartas dejaban mucho que desear. Sus breves cartas estaban llenas de elogios hacia sí misma: lo hermosa y elegante que había sido en su juventud, lo raro y caro que era el té que bebía últimamente, cosas así.
Pero hoy era diferente.
Los ojos de Aris se agrandaron mientras leía la carta.
Con una expresión de incredulidad, Aris exclamó:
—¡Vaya! ¡La abuelita me ha invitado al palacio!
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