⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Fue un acontecimiento realmente increíble.
Desde que la Emperatriz Viuda se retiró, había invitado a muy pocas personas a su palacio. Y ahora, invitaba a su nieta, a quien ni siquiera conocía. Si alguien más hubiera escuchado esta historia, no lo habría creído, y Aris tampoco lo creía del todo.
Sin embargo, Siana, la artífice de todo esto, sonreía brillantemente, como si hubiera sido algo completamente esperado. Aris recordó el momento en que Siana mencionó el nombre de la Emperatriz Viuda.
( Es la Emperatriz Viuda, Su Majestad. Si alguien podría estar de tu lado, sería ella. )
Dijo Siana.
Aris negó con la cabeza, con una expresión seria.
( Eso es imposible. Abuela ha estado recluida en su palacio desde antes de que yo naciera. No importa lo que ocurra en el palacio, ni siquiera pestañea. Alguien así no se pondría de parte de una nieta a la que ni siquiera conoce. )
En lugar de negarlo, Siana le preguntó:
( ¿Sabías que, además del actual Emperador, Su Majestad la Emperatriz Viuda tenía otra hija? Una hermosa princesa. )
Los ojos de Aris se agrandaron.
( …Nunca había oído hablar de eso. )
( Es natural, porque no quedan muchas personas que la recuerden… Murió antes de cumplir los diez años. )
( …¡! )
No fue un accidente ni una enfermedad. La causa de la muerte fue envenenamiento.
( Se suponía que el veneno era para el actual Emperador. Pero la joven princesa lo tomó en su lugar y perdió la vida. )
Sin embargo, la Emperatriz Viuda no tuvo tiempo para lamentar la muerte de su hija. Para ella, era una oportunidad.
Una oportunidad para castigar a aquellos que intentaron asesinar a su hijo, pero que fallaron estúpidamente.
Utilizando la muerte de su hija como arma, la Emperatriz Viuda arrasó con sus enemigos. Muchos murieron solo por estar involucrados en el incidente. Así, la Emperatriz Viuda logró consolidar la posición de su joven hijo, quien más tarde se convirtió en príncipe heredero y luego en Emperador.
Siana bajó la mirada y dijo:
( La Emperatriz Viuda utilizó la muerte de su única hija sin piedad. Nunca expresó su dolor por ella. Por eso, todos en el palacio piensan que la Emperatriz Viuda no tiene ni una pizca de amor maternal hacia su hija y que es una persona fría. )
Pero la opinión de Siana era diferente.
No importa cuán frío sea su corazón, una madre es una madre. Una madre nunca olvida a un hijo que ha dado a luz. Sin duda, la extraña profundamente, especialmente ahora que se ha distanciado de su hijo, y que está envejeciendo y enferma.
Siana miró a Aris a los ojos y dijo:
( Por eso, la Emperatriz Viuda seguramente mostrará interés en ti. Aunque es una historia casi olvidada de hace mucho tiempo, en el corazón de la Emperatriz Viuda todavía queda el anhelo por su hija. )
El rostro de Siana, normalmente sereno, mostraba una extraña determinación.
En momentos así, parece una persona completamente diferente.
Pensó Aris mientras tragaba saliva sin darse cuenta.
De cualquier manera, Aris obedeció pacientemente a Siana desde ese momento. Primero, le escribió una carta a la Emperatriz Viuda. Recientemente había aprendido a escribir con Siana, así que eso no fue un problema. El problema era su terrible habilidad para redactar.
Después de leer la carta que Aris había escrito, Siana dijo con seriedad:
—Princesa, ¿es esta una carta de desafío para la Emperatriz Viuda?
—…No lo es.
Finalmente, después de muchos intentos fallidos, Aris aceptó la ayuda de Siana. La carta que Siana escribió en su lugar era increíblemente encantadora.
Aris, haciendo un gesto de náuseas, dijo ‘¡Ugh!’, pero Siana respondió con una expresión seria:
( Con una sola carta, debemos ganarnos el favor de la Emperatriz Viuda, así que esto es necesarIo. )
El resto del tiempo lo dedicaron a aprender muchas cosas: la etiqueta palaciega impecable, cómo hablar con suavidad, cómo recitar poesía, y cómo sonreír tímidamente pero con elegancia. Todo para este día.
Aris, vestida con un delicado vestido rosa pálido, se dirigió al palacio de la Emperatriz Viuda.
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Guiada por la dama de compañía, Aris se dirigió al jardín. En el tranquilo jardín bien cuidado, una mujer de cabello blanco estaba sentada con elegancia.
Aris agarró el borde de su vestido y se inclinó.
—Es la primera vez que saludo a mi abuelita. Soy la princesa Aris.
—…Levanta la cabeza.
Aris levantó la cabeza lentamente. Al encontrarse con la mirada de la Emperatriz Viuda, Aris tragó saliva sin darse cuenta.
Da miedo.
La abuela que vio por primera vez hoy tenía una mirada más severa y una presencia más imponente de lo que había imaginado.
Pero Siana me dijo que no debía mostrar miedo.
Aris recordó las palabras de Siana y calmó su corazón que latía con fuerza. Luego, suavemente, curvó sus ojos y levantó las comisuras de sus labios.
Era una sonrisa angelical.
La Emperatriz Viuda, que tenía el rostro inexpresivo, se sobresaltó sin darse cuenta.
Sabía por la dama de compañía que era hermosa, pero lo es realmente.
Además, tal vez por sus ojos de color violeta intenso, recordó a la hija que había perdido hace mucho tiempo.
Deja de pensar en tonterías.
La Emperatriz Viuda sacudió la cabeza internamente y dijo con frialdad:
—Ven aquí.
Aunque su tono era frío, Aris no perdió su sonrisa.
—Gracias por invitarme, abuelita. Estaba tan emocionada que no pude dormir bien durante varios días —dijo Aris, con una sonrisa tan inocente que parecía completamente inofensiva.
Sin embargo, la cautela de la Emperatriz Viuda no se desmoronó.
Con un rostro frío, la Emperatriz Viuda dijo:
—Primero siéntate. Tomemos una taza de té.
—Sí.
Aris sonrió tímidamente mientras se sentaba. El dobladillo de su falda con encaje ondeó ligeramente.
Aris, sentada con la espalda recta y las manos juntas, habló con una expresión tímida.
—Abuelita, en realidad he preparado un pequeño regalo para usted. ¿Lo aceptaría?
Las cejas de la Emperatriz Viuda se levantaron ante la mención de un regalo.
—¿Qué es?
Aris sacó un pequeño frasco de vidrio. Dentro del frasco había pétalos de acacia secos.
—Es té hecho con flores de acacia. Lo preparé porque escuché que a usted le gusta el té.
—…….
Era un regalo inesperado. La Emperatriz Viuda ciertamente disfrutaba del té, pero el té que le gustaba era de la más alta calidad, hecho por artesanos renombrados. Nunca antes había probado un té preparado por una joven como Aris.
Si hubiera sido otra persona, probablemente habría reprendido a quien me ofreciera un té de calidad no comprobada.
Pero al ver a la joven princesa con los ojos brillantes, sosteniendo el frasco con un lazo, no tuvo ganas de decir algo así.
Bajando la mirada, la Emperatriz Viuda comentó:
—Es un regalo peculiar. Entonces, prepárame una taza con él.
Aris no se sorprendió; Siana había previsto todo.
Aris lanzó una mirada rápida a Siana, que estaba de pie un poco más atrás. Siana la miraba con una expresión tranquila, sin mostrar ninguna preocupación.
Solo entonces, Aris sintió cómo la tensión que había endurecido su cuerpo comenzaba a desvanecerse. Sonrió y tomó la tetera.
—Sí, aunque mi habilidad es limitada, prepararé una taza para usted.
Hasta hace unos meses, habría sido imposible para ella, pero ahora era diferente. Aris había aprendido a preparar té con destreza.
Aunque, por supuesto, comparada con Siana, que había sido entrenada rigurosamente desde muy pequeña, o con la Emperatriz Viuda, que había vivido en el palacio durante tanto tiempo, aún le faltaba un poco de práctica.
Pero hasta esa torpeza la hace ver encantadora. Después de todo, la princesa es joven.
Siana estaba segura de lo que la Emperatriz Viuda pensaba de Aris.
Tal como había previsto Siana, la mirada de la Emperatriz Viuda hacia Aris se había suavizado.
Cuando el agua caliente llenó la taza, el aroma de la acacia impregnó la habitación. En la taza, un pétalo de acacia flotaba delicadamente, colocado hábilmente por Aris.
Después de tomar un sorbo, la Emperatriz Viuda dijo:
—Es… aceptable.
Para alguien que rara vez elogiaba, esta era una valoración generosa. Aris, consciente de esto, no se desanimó, sino que sonrió radiante.
—Gracias. Estoy muy feliz de que haya probado el té que preparé.
—…….
La Emperatriz Viuda observó a Aris con una expresión que no se podía describir, pero no dijo nada más.
Para una niña, la atmósfera podía sentirse sofocante, pero Aris no mostró señales de incomodidad y continuó hablando con una sonrisa brillante.
—Cada flor en el jardín es elegante y hermosa, justo como usted, abuelita.
Las dulces palabras de la encantadora niña llegaron al corazón seco de la anciana con una ternura inesperada. Sin darse cuenta, la Emperatriz Viuda se dejó llevar por las palabras de Aris.
Cuando la Emperatriz Viuda volvió en sí, había pasado bastante tiempo. Frunció el ceño.
No tenía intención de pasar tanto tiempo hablando con esta niña…
La Emperatriz Viuda tenía una línea muy clara que nadie debía cruzar, ni siquiera su nieta, por más angelical que fuera.
El rostro de la Emperatriz Viuda se volvió frío como el hielo. Con una voz gélida, dijo:
—Ya ha pasado mucho tiempo. Es hora de que te vayas.
En ese momento, Aris, que había estado parloteando, se detuvo. Sus pequeños hombros se hundieron y su rostro adoptó una expresión triste, como la de un perrito abandonado.
—…….
Sin embargo, Aris no hizo pucheros ni lloró. Solo bajó las cejas y trató de sonreír.
—Creo que he tomado demasiado de su tiempo. Lo siento.
—…….
La Emperatriz Viuda miró a Aris, atónita.
¿Por qué en este momento recordaba a aquella niña?
Hace muchos años, la Emperatriz Viuda estaba demasiado ocupada convirtiendo a su hijo en Emperador. Naturalmente, su hija siempre quedaba en segundo plano.
La Emperatriz Viuda, apurada, solía levantarse de su asiento mientras su joven hija la miraba con esa misma expresión.
( Lamento haberla molestado cuando está tan ocupada, madre. Vaya ya. )
Su hija, que no podía ocultar su tristeza pero que aún así le sonreía con dulzura. Su hija, que murió antes de cumplir los diez años, tan frágil y desafortunada.
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