⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Siana y Aris juntaron sus cabezas para escribir una carta. Al ver la carta terminada, Aris frunció el ceño y dijo:
—Uf, la primera invitación que escribo en mi vida es para esa desagradable Yvette. ¿Por qué mi vida es así?
Siana se rió a carcajadas.
—No te preocupes demasiado. Será la invitación más satisfactoria del mundo.
Sellaron la invitación terminada con un emblema: un rubí rodeado de rosas. Era el sello de Aris, creado por Siana para esta ocasión especial. La invitación, cuidadosamente elaborada, voló hasta llegar al palacio de la princesa Yvette.
⌜Estás invitada a la primera fiesta de té de Aris. Ven al Palacio Ruby y disfruta de un cálido té.
-Con cariño, tu querida hermana Aris♥⌟
Yvette, al leer la invitación, murmuró con incredulidad:
—¿Acaso está loca?
Aunque las princesas solían organizar fiestas de té como parte de su rutina diaria, Aris era la excepción. No tenía ni siquiera una hoja de té decente, ¿y ahora planeaba una fiesta de té? Además, había invitado a Yvette.
Yvette tenía una idea de por qué Aris había decidido hacer algo tan descabellado. Entre los muchos rumores que llegaban al palacio, había oído algo sobre Aris.
Esa chica ha estado visitando últimamente el palacio de la Emperatriz Viuda.
Era realmente inusual que la Emperatriz Viuda, que no se había involucrado en los asuntos del palacio durante décadas, abriera las puertas de su palacio. Sin embargo…
Yvette comentó con una expresión severa:
—Solo porque ha visitado a la Emperatriz Viuda unas cuantas veces no significa que la posición de esa princesa inútil haya cambiado. Qué estúpida, hinchándose de orgullo sin saberlo. Esa idiota.
El hecho de que se atreviera a moverse creyendo en una débil conexión era ridículo. Si no asistía, Aris podría pensar que Yvette la evitaba por miedo y se sentiría arrogante. No podía permitir eso.
Debo ir y recordarle su lugar.
Eso es lo que una hermana debe hacer.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Unos días después, Yvette se dirigió al Palacio Ruby. Aris, con un vestido resplandeciente, la recibió.
—Gracias por aceptar mi invitación, hermana Yvette. Bienvenida a la primera fiesta de té de Aris..
—…
El rostro de Yvette se ensombreció al ver a Aris.
¿Cómo es posible que se haya vuelto aún más hermosa en tan poco tiempo?
La última vez que la vio fue hace solo tres meses. En ese tiempo, las facciones de Aris se habían vuelto más definidas y había crecido notablemente.
Además, ahora saluda con más elegancia.
Una ola de irritación recorrió a Yvette. Sin embargo, ella era lo suficientemente astuta como para no mostrar su mal humor de inmediato.
Con una sonrisa forzada, Yvette respondió:
—Por supuesto que tenía que venir. Es la primera fiesta de té de mi hermana, después de todo. Así es como las hermanas deben comportarse, ¿no?
Por supuesto, no lo decía en serio. Yvette había ido allí con la intención de aplastar a Aris para que no volviera a levantar la cabeza. Y sabía la forma más efectiva de hacerlo: atacando a la única doncella de Aris.
La mirada de Yvette se dirigió a Siana, quien estaba junto a Aris. Yvette le ordenó a Siana:
—Sirve el té de inmediato.
En las fiestas de té del palacio, era costumbre que la anfitriona preparara la recepción y que una doncella sirviera el té en su lugar. Cada palacio tenía doncellas especializadas en el servicio del té, entrenadas en las más altas normas de etiqueta. Por supuesto, una simple doncella como la de Aris, y más aún una de bajo rango, no podía tener esas habilidades.
Seguramente servirá el té de manera desastrosa.
Eso era lo que Yvette esperaba. Con una mirada fría, como la de un depredador que ha encontrado su presa, Yvette observó cada movimiento de Siana, lista para saltar ante el más mínimo error.
—…
Sin embargo, momentos después, el rostro de Yvette estaba lleno de asombro. La forma en que Siana sirvió el té era impecable. No tenía ningún defecto; no era lo que uno esperaría de una simple doncella de bajo rango.
Yvette apretó los labios con fuerza.
No puede ser. ¿Cómo es que sabe servir el té tan bien?
Si las cosas seguían así, no podría aprovechar ningún error en el servicio del té para atacarla. Pero había más formas de criticar a una doncella que solo por sus habilidades con el té.
Mientras Siana servía té en su taza, Yvette frunció el ceño y dijo:
—Tú, ¿por qué me miras así?
—¿Perdón?
—Me estás mirando fijamente.
Siana abrió los ojos de par en par, sorprendida. Antes de que pudiera decir algo, Yvette continuó con tono acusador:
—Ahora que lo pienso, fuiste la doncella a la que castigué antes. ¿Es que todavía guardas rencor por eso?
—Por supuesto que no. Nunca he tenido pensamientos tan desleales.
Siana sacudió la cabeza con desesperación. Pero Yvette, decidida a arrinconarla, dijo a la doncella que estaba a su lado:
—¿Qué estás esperando? Ve a buscar una vara para castigar a esa insolente doncella.
—Enseguida, señorita.
La doncella respondió rápidamente y desapareció. Aris se levantó, sorprendida.
—¿Qué estás haciendo, hermana?
Yvette respondió fríamente, con el ceño fruncido:
—¿De verdad no lo sabes, incluso después de haberlo visto todo? Como no has sido capaz de educar a tu insolente doncella, me encargaré yo misma de enseñarle modales.
—¡Detente! Si tocas a mi doncella otra vez, no te lo perdonaré.
El rostro de Yvette se torció ante las palabras de Aris. Que una princesa despreciada se atreviera a hablar de perdón era algo intolerable.
—Aris, ¿acaso crees que puedes comportarte así porque confías en la Emperatriz Viuda?
—…
Yvette esbozó una sonrisa mientras observaba el rostro de Aris, que se había quedado boquiabierta.
—¿Por qué te sorprendes? ¿Creíste que no lo sabría? Aunque estés encerrada en este miserable palacio, yo sé todo lo que sucede en la corte, incluso los detalles más insignificantes. ¿Quieres saber algo más? —Yvette continuó con una mirada penetrante—. Aunque la Emperatriz Viuda sea la madre del Emperador, ella no tiene ningún poder. Porque el Emperador no siente ni un ápice de afecto por ella.
Era un hecho conocido por todos en la corte. La Emperatriz Viuda había criado a su hijo no por amor, sino por ambición. Su objetivo no era la felicidad de su hijo, sino el trono.
Por eso, el Emperador no sentía ningún apego por ella, solo un profundo resentimiento acumulado a lo largo de los años.
Justo después de ascender al trono, el Emperador le había dicho a la Emperatriz Viuda que dejara de intentar manipularlo y viviera en silencio.
Una madre anciana, rechazada por su hijo ya adulto. La Emperatriz Viuda era un poder vacío, una figura decorativa.
Yvette, viendo el rostro pálido y endurecido de Aris, sonrió triunfante.
Realmente, humillar a esta chica es lo más divertido del mundo.
Pero aún no había terminado. Yvette, decidida a destruir la última esperanza de Aris, continuó:
—¿Y eso es todo? La Emperatriz Viuda no tiene mucho tiempo de vida. Qué estúpida eres por pensar en adular a alguien así…
—Qué modales tan desagradables tienes para ser tan joven.
Yvette se giró al oír una voz cargada de autoridad, y al ver el rostro de la persona frente a ella, no pudo evitar soltar un jadeo.
Allí estaba una anciana de cabello blanco. Su rostro estaba arrugado y su cuerpo delgado y frágil. Aunque su aspecto era el de una mujer mayor y debilitada, su vestido y las joyas que llevaba eran de la más alta calidad.
Sobre todo, la presencia que emanaba era imponente.
Yvette, a pesar de nunca haber visto a esta mujer antes, no tardó en deducir quién era.
Era la Emperatriz Viuda, Goldria.
Yvette sacudió la cabeza con un rostro pálido.
¡No puede ser! ¡La Emperatriz Viuda nunca abandona su palacio! ¿Qué hace aquí?
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Unos días antes de la fiesta de té, Aris había enviado la invitación a Yvette y luego había ido al palacio de la Emperatriz Viuda.
La Emperatriz Viuda la recibió con una sonrisa cálida, como siempre.
Sin embargo, el rostro de Aris mostraba algo extraño. La niña, que siempre había sido tan brillante, ahora parecía sombría, como si hubiera tenido una pesadilla.
Incapaz de contener su curiosidad, la Emperatriz Viuda preguntó:
—¿Qué te ocurre?
—Pues…
Aris dudó un momento antes de confesar lo que la preocupaba.
—En unos días, voy a organizar mi primera fiesta de té. He invitado a mi hermana, pero me preocupa cometer algún error. Como sabes, no hay ningún adulto en mi palacio que pueda enseñarme.
Cuando una niña organizaba una fiesta de té, normalmente su madre estaba a su lado para aconsejarla.
Pero Aris no tenía madre, ni tampoco alguien que pudiera ocupar su lugar.
Aris frunció el ceño y esbozó una sonrisa amarga.
—Si al menos estuvieras tú a mi lado, me sentiría más tranquila… Es en momentos como este cuando lamento no vivir contigo.
Aris era siempre una niña radiante, como una hermosa flor. A pesar de su juventud, nunca decía nada que pudiera poner en apuros a la Emperatriz Viuda. Era una niña madura.
Al verla con esa expresión y diciendo esas palabras, incluso el corazón de la Emperatriz Viuda, tan frío como el hielo, se conmovió.
—Te ayudaré.
—¿De verdad?
Los ojos de Aris brillaron ante las palabras de la Emperatriz Viuda.
Así que, el día en que Yvette iba a visitar, la Emperatriz Viuda llegó al Palacio Ruby temprano en la mañana.
La Emperatriz Viuda revisó minuciosamente la mesa que Siana y Aris habían preparado.
—Es una preparación modesta para una fiesta de té en la corte, pero está todo en orden. Es suficiente.
Aris suspiró aliviada, exhalando un profundo suspiro de tranquilidad.
La Emperatriz Viuda la miró con una sonrisa, encontrando adorable su reacción.
Luego, la Emperatriz Viuda se dirigió a una pequeña habitación adjunta a la sala donde se celebraría la fiesta de té.
Era una costumbre que, cuando una niña organizaba una fiesta de té, los adultos se apartaran para permitir que los jóvenes conversaran libremente entre ellos.
Originalmente, debía saludar a los invitados antes de retirarse a la habitación, pero decidió omitir ese paso.
No quería encontrarse cara a cara con personas desconocidas.
Escuchar la conversación de los invitados sin intervenir puede parecer inapropiado, pero no importa. Al fin y al cabo, solo será una charla entre niños.
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