⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El rostro de Yvette, a quien Aris no había visto en mucho tiempo, estaba irreconociblemente deteriorado. Tenía ojeras oscuras debajo de los ojos, y sus mejillas estaban hundidas.
No es de extrañar, después de haber sido severamente castigada por la Emperatriz Viuda, y con todos en el palacio hablando de cómo se había ganado el desprecio de la Emperatriz Viuda.
Todos en el palacio se burlaban de Yvette y la evitaban, tal como solían hacer con Aris.
Por eso Siana se interpuso frente a Yvette, preocupada de que pudiera hacerle algo malo a Aris.
Yvette miró a Siana con furia y gruñó.
Otra vez ella.
Aunque deseaba castigar severamente a Siana en ese mismo instante, no podía hacerlo. Sabía lo mucho que Aris apreciaba a esta doncella.
Si lo hago, Aris seguramente irá corriendo a contarle todo a esa vieja.
Yvette ya sabía lo temible que era la Emperatriz Viuda. No quería volver a quedar atrapada en algo así.
Entonces, Yvette tragó su ira y apretó los dientes.
—Tengo algo que decirle a tu ama, así que quítate de en medio.
Siana, tras asegurarse de que Yvette no llevaba nada en las manos que pudiera ser una amenaza, dio un paso atrás.
—Veo que estás vestida de nuevo para ir a ver a Su Majestad, ¿verdad?
Aris levantó la vista hacia Yvette y sonrió levemente.
—Sí, Su Majestad me llama casi todos los días.
Las palabras de Aris hicieron que los labios de Yvette temblaran de rabia.
—Claro. Su Majestad ahora está de tu lado, y el trato de la gente en el palacio, que antes no te prestaba ni la más mínima atención, ha cambiado. Debe ser agradable vivir así ahora. Pero, ¿sabes esto?
Yvette abrió los ojos de par en par mientras continuaba:
—Su Majestad tuvo algo que ver con la muerte de tu madre.
Las palabras inesperadas hicieron que el rostro de Aris palideciera.
—…¿Qué estás diciendo?
La madre de Aris, Rosemary, murió el día que dio a luz a Aris. Se adelantó el parto de Aris, y ella nació antes de lo esperado.
Por eso, Aris siempre se culpaba, pensando que su madre murió por su culpa.
Mirando a Aris, que estaba petrificada, Yvette esbozó una sonrisa maliciosa.
—Por supuesto, la mayor parte de la culpa la tienes tú. Pero también fue mala suerte. Justo en ese momento, todos los médicos del palacio estaban ausentes.
Aris ya conocía esa historia. Sin embargo, las palabras que siguieron fueron suficientes para hacer que todo su cuerpo se estremeciera de frío.
—Pero había un médico que podría haber ayudado. El médico personal de Su Majestad, la Emperatriz Viuda. Pero Su Majestad no lo envió. Dijo que no le importaba si una vulgar bailarina moría o no.
Yvette continuó mirando fijamente a Aris.
—¿Lo entiendes? Tu madre murió porque Su Majestad no envió al médico.
La voz de Aris tembló mientras respondía.
—…No mientas.
—No es una mentira. Mi madre me lo dijo. Si no me crees, ve y pregúntale a esa Su Majestad a la que tanto adoras.
Pero, por supuesto, Aris no podía hacer eso. Tenía que seguir fingiendo y agradando a la anciana que controlaba su destino.
—Es repugnante cómo sonríes y te inclinas ante la persona que mató a tu madre.
La voz llena de desprecio de Yvette perforó el corazón de Aris.
Incluso después de que Yvette se marchara, el rostro de Aris seguía siendo sombrío. Siana, mirando a la pálida Aris, le dijo:
—Princesa, sería mejor que regresáramos al Palacio Ruby.
Aris negó con la cabeza.
—No puedo. Su Majestad me está esperando. Si me vuelvo ahora, seguro que se enfadará.
—Pero…
—Estoy bien. No me importa lo que diga Yvette. Vamos.
Aunque Siana estaba preocupada, asintió con la cabeza, y ambas llegaron al palacio de la Emperatriz Viuda.
—Ven aquí, Aris.
El rostro de la Emperatriz Viuda, que estaba completamente cautivada por Aris, mostraba una sonrisa cálida. No había ni un rastro de hostilidad ni desconfianza en su expresión.
Pero Aris lo sabía muy bien.
No puedo relajarme ni un segundo.
Siana se lo había dicho a Aris en varias ocasiones.
( Su Majestad la Emperatriz Viuda se ha encariñado mucho contigo, pero debes ser cuidadosa para no contrariarla. Aún es solo el capricho voluble de una anciana. )
Por eso Aris debía seguir sonriendo hoy también. Debía mostrarse perfecta, como una muñeca.
Sin embargo…
—Su Majestad, ¿recuerda a mi madre?
La pregunta salió de su boca antes de que se diera cuenta.
Vio cómo los ojos de Siana, que estaba a su lado, se agrandaban de sorpresa.
Aris se dio cuenta de su error, pero ya era tarde.
La Emperatriz Viuda frunció el ceño, con una expresión que parecía preguntarse por qué le hacía esa pregunta.
Después de un breve silencio, la Emperatriz Viuda respondió con voz tranquila:
—Desde que comencé a retirarme en este lugar, no he prestado atención a los asuntos del palacio, así que no sé mucho.
—…
—Pero sé esto. Tu madre era una vulgar bailarina, ¿no es así? Recuerdo que el palacio estaba muy alborotado porque fue la primera vez que el Emperador se encaprichó con una mujer así.
El corazón de Aris dio un vuelco, como si se hubiera desplomado.
La Emperatriz Viuda, al ver la expresión dolida en el rostro de Aris, murmuró algo, bajando las cejas.
Luego acarició las mejillas de su nieta y dijo:
—No te preocupes. No voy a retirar mi afecto por ti debido a algo como eso. Además, has crecido de manera muy hermosa. No te pareces en nada a la vulgaridad de tu madre.
… Ese fue el consuelo y el elogio de la Emperatriz Viuda a su manera.
Pero Aris se sintió como si hubiera recibido un latigazo hecho con una lengua de tres pulgadas. Quería gritar de inmediato.
¡No hables así de mi madre!
Y quería agarrar a Yvette por los hombros y exigirle.
¿Es cierto que no enviaste un médico para mi madre?
No, no era necesario preguntar. Sabía que las palabras de Yvette eran ciertas. Alguien que hablaba de su madre de esa manera, en su cara, no habría hecho nada para ayudar.
Seguramente la habría dejado a su suerte, sin preocuparse si vivía o moría, como lo había hecho con su madre que no había conocido.
El enfado hacia la Emperatriz Viuda se elevó nuevamente.
Realmente, no me gusta esta persona.
Deseaba verter té hirviendo sobre ese rostro arrugado. Quería decir las peores maldiciones que conocía en el mundo.
Siana, al leer la mirada de Aris, mordió su labio.
¿Es aquí donde todo termina?
Aris había manejado la situación increíblemente bien hasta ahora. Pero, al tocar el tema de su ‘madre’, algo que valoraba tanto, ya no podría mantener la calma.
Sin embargo, en contra de las expectativas de Siana, el rostro de Aris no se distorsionó por la ira. Aris le sonrió a la Emperatriz Viuda con una sonrisa de flor.
—Estoy realmente feliz de que la Emperatriz Viuda me quiera tanto.
—…
Siana miró a Aris con incredulidad.
Aris continuó sonriendo y dijo:
—Hoy he memorizado un poema de Lebramus para la Emperatriz Viuda. ¿Puedo recitarlo para usted?
—¿Lebramus? Vaya, parece que mi gusto es compartido por esta niña.
La Emperatriz Viuda miró a Aris con una expresión de gran expectativa.
Aris juntó sus manos y comenzó a recitar el hermoso poema.
Hablaba del sol de la primavera, las frescas flores de verano, y la taza de té caliente en un frío día de invierno…
Era un poema hermoso que cantaba todos los tipos de amor del mundo.
Sin embargo, para Siana, la voz clara de Aris sonaba extremadamente triste.
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Aris y Siana salieron del Palacio de la Emperatriz Viuda. Después de unos pasos, Aris se detuvo y miró a Siana.
—En realidad, quería preguntarle a la Emperatriz Viuda por qué hizo eso con mi madre. Quería decirle que me molestaba que me hubiera dejado así y ahora me quiera. …Pero lo contuve.
Si hablaba de eso, perdería la poca fuerza que había logrado reunir y volvería a ser la princesa insignificante sin ninguna influencia, incapaz de proteger ni siquiera a una doncella.
Eso era algo que no quería.
Con voz temblorosa, Aris dijo:
—¿Hice bien?
—…
Siana, sin poder responder, abrazó a Aris.
Y le susurró al oído pequeño y redondo:
—Está bien llorar ahora.
—¡…!
En ese momento, lágrimas comenzaron a brotar de los grandes ojos de Aris.
Aris abrazó la cintura de Siana y gritó:
—¡Ahhh! ¡Qué frustrante! ¡Qué odio! ¡Desearía que todos murieran!
Siana acarició la pequeña espalda de Aris con ternura. Pensó con un rostro dolorido.
Este plan ha fracasado.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Una noche oscura con una brisa suave.
Siana giró su cabeza ante una presencia desconocida. Allí estaba Rashid.
Rashid sonrió y dijo:
—Hace tiempo que no te veía.
Siana inclinó la cabeza en señal de saludo. Se habían encontrado por primera vez en unos tres meses, después de que se reunieran para obtener información sobre la Emperatriz Viuda.
Rashid, con su rostro hermoso, dijo:
—He oído la noticia. Dicen que has ganado el favor de la Emperatriz Viuda.
—Todo gracias al esfuerzo de la princesa talentosa
Rashid esbozó una pequeña sonrisa ante las palabras de Siana. Reconocía la habilidad de Aris, pero el que había diseñado el meticuloso plan era Siana.
Aunque nadie más lo sepa, excepto Aris y yo.
Pensando eso, Rashid se acercó a Siana.
—Entonces, ¿por qué querías verme esta vez?
—Quiero saber algo.
Era una solicitud similar a las anteriores de recibir información de Rashid. Rashid asintió sin dudar.
—Pregúntame.
Siana miró a los ojos de Rashid y preguntó:
—¿Es cierto que la Emperatriz Viuda tiene algo que ver con la muerte de la madre de la princesa, la señora Rosemary?
Rashid abrió mucho los ojos.
—¿De dónde has oído eso?
—De alguien que no estaba contento con que la princesa Aris recibiera el favor de la Emperatriz Viuda. Quería confirmar si era verdad.
Después de un momento, Rashid bajó la mirada y respondió:
—Esa afirmación es en parte cierta. Pero… Aquel día, no solo la Emperatriz Viuda estuvo involucrada en la muerte de Rosemary.
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