⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Mientras veía la figura de Sol marcharse con una expresión amarga, Siana pensó:
Ni siquiera el mejor caballero del imperio lo tiene fácil para ganarse la vida.
De cualquier modo, con Sol fuera, la única persona que bebería el té que Siana había preparado era Rashid. Mientras tomaba un sorbo de té, Rashid mostró una expresión de éxtasis, como siempre.
—Está delicioso. Como era de esperar, tu té es el mejor, Siana.
—…
Para Siana, Rashid era una persona con la que se sentía incómoda. Después de todo, él era el príncipe heredero. (Y había una alta probabilidad de que no estuviera en su sano juicio).
Sin embargo…
No está tan mal ver a un hombre increíblemente hermoso bebiendo el té que he preparado, con una sonrisa tan feliz.
Fue en ese momento cuando, sin darse cuenta, Siana miró a Rashid con satisfacción.
—¿Cómo va la educación de Leisis? —preguntó Rashid, haciendo que los ojos de Siana se abrieran de par en par.
No había razón para que el príncipe heredero, que tenía su posición como el próximo emperador bien asegurada, se interesara por su joven hermano.
De hecho, cuando le pregunté sobre el príncipe Leisis hace unos días, no sabía nada de él.
¿Por qué alguien como él estaría preguntando eso? Rashid, sonriendo levemente, se dirigió a la perpleja Siana.
—No es que tenga un gran significado preguntarlo. Es solo que tengo un poco de curiosidad.
—¿Curiosidad sobre qué?
—Si el estado de Leisis podría mejorar en tan solo dos semanas.
Los ojos de Siana se agrandaron. Era como si Rashid supiera perfectamente cuál era el estado de Leisis. Rashid habló con voz suave.
—Soy el príncipe heredero. Si no es un secreto tan bien escondido que ni los dioses podrían descubrirlo, no hay nada en el palacio que yo no sepa.
Hasta hace unos días no lo sabía, pero eso fue solo porque Leisis no llevaba mucho tiempo de regreso en el palacio imperial. Ahora, Rashid parecía saber del estado de Leisis como si lo estuviera viendo con sus propios ojos.
—He oído que Leisis no puede ni siquiera hacer contacto visual con la gente y que no es capaz de mantener una conversación adecuada. No solo eso, a veces grita como un loco y aúlla.
Siana contuvo el aliento. La Consorte Angelina había hecho todo lo posible para evitar que se difundieran rumores sobre Leisis. Pero esconder un secreto tan grande era imposible, especialmente en un palacio lleno de ojos vigilantes.
Está bien. Ya esperaba que esto sucediera.
Exhalando suavemente, Siana respondió con calma.
—No negaré lo que su Alteza sabe. El príncipe Leisis aún tiene muchos aspectos inestables. Pero está mejorando poco a poco. Con el tiempo, estoy segura de que sonreirá con mucha más salud que ahora.
—…
Había una firme creencia en su pequeña voz, la creencia de que así sería. Así que Rashid, con una expresión intrigada, le preguntó:
—Eres una doncella. Antes eras una princesa. ¿Cómo puedes estar tan segura de eso?
Rashid sabía que Siana era una mujer inteligente. Pero ser inteligente y enseñar a alguien con necesidades especiales eran cosas completamente diferentes. Y considerando cómo era el estado de Leisis… Su abuelo materno, el Marqués Wilhelm, había intentado mejorar su condición durante más de diez años sin éxito.
Después de vacilar un momento, Siana respondió:
—…Porque lo vi con mis propios ojos.
—…
—Él estaba en un estado similar al del príncipe Leisis. No, en realidad, estaba peor. Ni siquiera podía entender el lenguaje humano.
Pero su estado mejoró día a día, gracias al amor y cuidado incondicional de su madre.
—¿Quién era esa persona? —preguntó Rashid. Siana respondió:
—Mi hermano menor.
—…¡!
Rashid abrió un poco los ojos, sorprendido por la respuesta inesperada. Siana continuó hablando tranquilamente.
—Bueno, para ser exactos, es mi medio hermano. Era el hijo que mi madrastra tuvo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
La nueva Reina era una mujer parecida a una bruja. Si algo no era de su agrado, gritaba y azotaba. No perdonaba a quienes le causaban la más mínima molestia. Y esa mujer tuvo un hijo.
Todos pensaron que ella consideraría al niño una molestia. Como muchas damas de la nobleza, pensaron que lo dejaría al cuidado de una niñera y solo lo vería de vez en cuando. Pero, para sorpresa de todos, la nueva Reina estaba completamente obsesionada con su hijo.
Ella misma le cambiaba los pañales, lo amamantaba y lo acunaba en sus brazos para dormir. Era un amor maternal asombroso.
Pero, quizás como castigo por haber sido tan cruel con los demás, el niño no nació normal.
El niño no hacía contacto visual con la gente y lloraba y gritaba todos los días. Incluso cuando cumplió tres años, no había dicho ni una palabra.
Los médicos y académicos que examinaban al príncipe decían:
—Lamentamos decir esto, Su Majestad. Pero, con el tiempo, el estado del príncipe no mejorará. De hecho, podría empeorar.
Le sugerían a la Reina que enviara al príncipe a un monasterio tranquilo. La nueva Reina se enfureció.
—¡Cómo osan decirme que abandone a mi hijo!
—N-no, no es eso…
La nueva Reina abrazó a su hijo y gritó:
—¡Este niño es mío! Crecerá a mi lado, más feliz y pleno que nadie.
Sus ojos resplandecientes mostraban una determinación tan feroz que era escalofriante. Y la nueva Reina cumplió su palabra.
Ella amaba a su hijo profundamente. Cada año organizaba una fastuosa fiesta de cumpleaños y en los eventos importantes asistía con él, tomados del brazo. La gente se horrorizaba al ver el estado del príncipe, pero no podían mostrarlo. Si alguien decía una sola palabra sobre el príncipe, la Reina les cortaba la cabeza.
Recordando esos tiempos, Siana dijo:
—Aunque la atmósfera era tensa, él se veía tranquilo. Sonreía con frecuencia también.
Eso debía ser gracias al amor infinito de su madre. Así que Siana aplicó lo que había sentido entonces a la Consorte Angelina y al príncipe Leisis. Afortunadamente, hubo resultados. Cuanto más amor le mostraba Angelina a su hijo, más tranquila se volvía la expresión de Leisis.
Resulta que mi madrastra, que tanto me atormentó, ha sido de ayuda.
Con sentimientos encontrados, Siana levantó la cabeza y se sobresaltó. El rostro de Rashid, que había estado sonriendo despreocupadamente hasta hace un momento, se había endurecido con seriedad.
¿Qué le pasa ahora?
Siana frunció el ceño sin entender la razón, y Rashid le habló en voz baja:
—…Entonces, ese hermano ya no está en este mundo, ¿verdad?
—¡…!
Solo entonces Siana comprendió por qué Rashid tenía esa expresión. Toda la familia de Siana había muerto. Por mano de Rashid. Siana aún recordaba el momento en que Rashid los mató.
Incluso ahora, cuando lo pienso, me estremezco…
Siana miró a Rashid. El hombre que los había matado con una cara inexpresiva ahora tenía la cabeza gacha, luciendo desanimado. No parecía ser por culpa. Más bien, era como si…
Es como si tuviera miedo de que lo regañe.
Aunque la idea era absurda.
Siana sacudió la cabeza mentalmente y dijo:
—Como le he dicho antes, no siento nada por la muerte de mi hermano.
Su hermano había sido demasiado cruel. Maltrataba a los sirvientes de forma atroz por cualquier cosa. Decir que no estaba en su sano juicio no justificaba todos sus crímenes.
—No soy tan compasiva como para sentir lástima o luto por alguien así.
Al observar a Siana, que había bajado la mirada, Rashid tragó saliva sin darse cuenta.
Normalmente es como un pequeño y adorable animal.
Pero a veces, parecía una persona completamente diferente. Irradiaba una atmósfera tan intimidante que incluso Rashid se sentía incómodo. Sin embargo, como siempre, fue solo un momento. Siana pronto volvió a su habitual rostro sereno y dijo:
—De cualquier forma, lo importante ahora es que el estado del príncipe Leisis está mejorando rápidamente.
—¿Lo suficiente como para mostrar un comportamiento digno en la próxima fiesta de cumpleaños del príncipe?
—…
Siana frunció el ceño. No podía asentir con la cabeza ante esa pregunta.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Era cierto que Leisis estaba mucho mejor que antes. Había reducido la cantidad de veces que gritaba o aullaba, y respondía cuando se le llamaba por su nombre. Pero eso era completamente diferente de poder asistir a una fiesta de cumpleaños. Una fiesta de cumpleaños no era solo sentarse en silencio. Tenía que saludar a la gente, conversar y mostrar la imagen de un príncipe sano e inteligente.
Por eso, la Consorte Angelina, siguiendo el consejo de Siana, había comenzado a insistir persistentemente con Leisis.
—Lei, imita a mamá. Si lo haces bien, mamá te dará un beso.
—…
Ante la falta de reacción de su hijo, Angelina, ligeramente sonrojada, dijo:
—Era una broma. Te regalaré nuevas pinturas.
—¡…!
Era lo que ella llamaba ‘Operación de señuelo’. Y funcionaba.
—Soy el príncipe Leisis. Gracias por asistir a mi fiesta de cumpleaños.
Leisis logró decir el saludo memorizado, aunque con torpeza. Sus modales en la mesa también eran más o menos aceptables. Angelina, mirando a Leisis mover el tenedor y el cuchillo con expresión impasible, habló con una expresión preocupada:
—Mi padre le enseñó estrictamente los modales en la mesa durante años…
Por supuesto, también había efectos secundarios. Debido al entrenamiento casi abusivo, Leisis encontraba difícil sentarse a la mesa. A simple vista, no se notaba, pero sus manos, que se movían de forma mecánica, temblaban ligeramente, en contraste con su rostro inexpresivo.
Cada vez que ocurría, Angelina ponía su mano sobre la de su joven hijo y le decía:
—Está bien, Lei. Solo estás comiendo.
—…
—Es hora de una comida agradable, con la sopa suave que te gusta, pan tierno y frutas dulces.
Al ver la suave sonrisa de Angelina, Leisis dejaba de temblar después de un momento. Siana, a un paso de distancia, observaba la escena en silencio.
Tres días antes de la fiesta de cumpleaños de Leisis, Siana dijo:
—Su Majestad, han hecho un excelente trabajo hasta ahora. El príncipe también ha puesto mucho esfuerzo.
—¿De verdad?
Angelina, con los ojos brillantes, escuchó a Siana decir con frialdad:
—…Pero hasta aquí hemos llegado.
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