⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Siana abrió los ojos con sorpresa. Esta mañana, cuando Siana sugirió no realizar el banquete, Angelina dijo que era imposible. Por eso, Siana ni siquiera había considerado la opción de cancelar el banquete de cumpleaños.
Angelina frunció el ceño y habló.
—Sí, eso pensé antes. Pensé que no podría soportar la mirada de la gente, ni la ira de mi padre.
Angelina giró la cabeza y miró hacia otro lado.
Allí, Leisis estaba dibujando con la boca ligeramente abierta.
—Pero ya no. Ahora puedo soportar esas cosas… No, debo soportarlas.
Soy la madre de Leisis.
Mi hijo es lo más importante.
—…….
Siana miró a Angelina.
Aún parecía joven y frágil para su edad.
Pero, a diferencia de antes, cuando parecía tan delicada como una flor de primavera que podría volar con el viento, ahora se percibía una voluntad firme.
La niña finalmente se había convertido en madre.
N/Nue: Mi imperio romano…
Siana esbozó una sonrisa.
Una sonrisa que parecía a la vez feliz y triste.
Siana inclinó la cabeza.
—Es una decisión admirable.
En la voz de Siana se notaba el respeto hacia la Emperatriz.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Unos días después, el palacio estaba en caos.
Era por un asunto relacionado con el príncipe Leisis.
—¿Es cierto que se canceló el banquete de cumpleaños del príncipe Leisis?
El banquete, en el que el príncipe, que había vuelto al palacio después de más de diez años, haría su aparición, había generado mucha expectación.
No era de extrañar que hubiera rumores sobre la repentina cancelación del banquete.
—¿Por qué lo cancelaron?
—El príncipe creció fuera del palacio porque tenía una salud frágil, ¿no? Quizás su salud empeoró otra vez.
La Emperatriz Angelina no dio detalles sobre la condición del príncipe Leisis.
Sin embargo, los ojos y oídos del palacio siempre estaban alerta, y los rumores pronto comenzaron a circular.
—En realidad, se dice que el príncipe Leisis no es solo un poco frágil.
—¿Qué quieres decir?
—Dicen que no puede hablar adecuadamente con las personas, que pasa todo el día murmurando palabras sin sentido en su habitación.
—¿Qué?
Los rumores se extendieron como un reguero de pólvora.
Algunos decían que el príncipe Leisis había nacido como un tonto, que había sido maldecido por una bruja, o que se había vuelto loco después de una larga enfermedad.
Circulaban comentarios terribles.
Entonces, alguien vino a ver a Angelina.
Era Johanna, la primera Emperatriz.
Ella estaba a cargo de la gestión del palacio mientras el Emperador y la Emperatriz estaban fuera.
—Bienvenida.
Angelina la recibió con una expresión suave.
Johanna, con una expresión fría en contraste, fue directa al grano.
—Emperatriz Angelina, he venido porque están circulando rumores inquietantes sobre el príncipe Leisis.
—…….
—Sería apropiado castigar severamente a aquellos que se atreven a hablar mal del príncipe, pero no puedo hacerlo. Porque ni siquiera yo, siendo la Emperatriz, conozco el estado real de Leisis.
—…….
—Es problemático que ningún miembro de la familia real haya visto al príncipe. Déjame ver a Leisis.
El rostro de Angelina palideció.
Sin embargo, después de un momento, asintió con la cabeza.
—De acuerdo. Pero prométeme una cosa.
—¿Qué cosa?
—Por favor, no le faltes el respeto.
—…….
Johanna no entendía por qué Angelina decía eso. Pero cuando vio a Leisis al otro lado de la puerta, lo comprendió.
No es normal.
Leisis estaba dibujando.
Pero, con solo esa breve escena, se podía ver que él no era como las demás personas.
Sus ojos, que no parecían enfocar nada, y sus labios ligeramente entreabiertos, de los que salían incesantes murmullos.
Las palabras de Angelina eran una súplica para que no se sorprendiera por lo que viera y no hiciera preguntas irrespetuosas sobre el estado del príncipe.
Angelina, que estaba junto a Johanna, habló.
—Lo puedes ver, ¿verdad? Mi hijo no está loco. Tampoco está maldito. Es solo que es un poco…
¿Mentalmente inestable?
Pensó Johanna, pero Angelina continuó.
—Es solo especial.
—…….
En la voz suave de Angelina no había ni un rastro de duda.
Era la voz de alguien que realmente lo creía.
Johanna la miró con una expresión extraña y dijo:
—Si realmente lo crees, entonces no había necesidad de cancelar el banquete de cumpleaños. Ha causado mucho revuelo en muchos lugares.
Angelina ya sabía eso.
Especialmente, los miembros de la familia real estaban molestos porque no se les permitía ver al príncipe.
—Pero no podía realizar el banquete.
Porque sabía cómo mirarían a su hijo los invitados.
Y porque sabía que esas miradas lastimarían a Leisis.
Johanna preguntó.
—¿Entonces piensas seguir escondiendo al príncipe?
Angelina negó con la cabeza con una expresión seria.
—No, nunca haría eso.
En este momento, solo estaban esperando porque Leisis no tenía intención de salir de su habitación. Angelina pensaba acompañarlo donde él quisiera ir. Ya fuera en los jardines bien cuidados del palacio, en los frondosos bosques fuera del palacio, o en algún hermoso lugar de descanso en un país lejano. Cualquier lugar sería bueno mientras no hubiera personas que juzgaran cruelmente a Leisis.
Johanna bajó la mirada y habló.
—En resumen, actuarás a tu antojo, ignorando todos los deberes que corresponden a un príncipe.
—…Así es.
Angelina respondió, agarrando la falda de su vestido.
Su voz era suave, pero en ella había una firme determinación.
Johanna continuó.
—Habrá comentarios al respecto. Que no es un comportamiento adecuado para un príncipe… que no tiene las cualidades de un príncipe.
Leisis era un príncipe con derecho a la sucesión al trono. Una evaluación así sería fatal para él.
Johanna pensó que sus palabras eran impactantes, pero el rostro de Angelina permanecía completamente tranquilo.
Angelina habló.
—No me importa escuchar esos comentarios.
—….
—Solo deseo que Leisis sea feliz. Para él, el camino hacia el trono sería un infierno terrible. No quiero eso para él.
Esa era una declaración impactante que implicaba renunciar al trono.
Incluso Johanna, que mantenía su expresión impasible, abrió los ojos con sorpresa.
Después de un momento, Johanna asintió con la cabeza.
—Entiendo perfectamente tus intenciones, Emperatriz Angelina.
—….
—Me encargaré de que no se hable más del príncipe Leisis.
Ante las palabras de Johanna, dichas con rostro impasible, el rostro de Angelina se iluminó.
Angelina inclinó la cabeza y agradeció a Johanna.
—Te lo agradezco, Emperatriz Johanna.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
La Emperatriz Johanna se reunió con los miembros de la familia real y les contó la verdad sobre el estado de Leisis.
Ante la sorpresa de los presentes, Johanna habló.
—A pesar de todo, el príncipe Leisis es de la noble sangre de Su Majestad. Nadie tiene derecho a burlarse de él. ¿Lo entienden?
Siguiendo las palabras de Johanna, los miembros de la familia real controlaron lo que se decía sobre el príncipe Leisis.
O al menos, eso parecía.
En realidad, se reían a sus espaldas, llamándolo tonto.
—Hum. Desde que dijeron que no estaba bien de salud y lo sacaron del palacio, sospeché que algo grande estaba siendo ocultado.
—Así es. Seguramente, cuando Su Majestad regrese al palacio, se enfurecerá.
—La posición de la Emperatriz Angelina podría estar en peligro.
En medio de ese ambiente caótico, Siana fue a buscar a Angelina.
Era la primera vez que se encontraban desde la cancelación del banquete de cumpleaños de Leisis.
—Saludo a Su Majestad la Emperatriz.
Siana esperaba que Angelina la recibiera con desánimo.
Desde que se reveló la verdad sobre el príncipe Leisis, la posición de Angelina había caído en picada.
Ya de por sí, debido a su naturaleza delicada, era fácil que los demás la subestimaran, y ahora se sabía que su único hijo no era como los demás.
Todo estaba en su contra.
Y aun así…
—Bienvenida, Siana. ¡Cuánto tiempo sin verte!
Angelina estaba sonriendo.
Una sonrisa que irradiaba pura felicidad.
Ante la expresión atónita de Siana, Angelina frunció el ceño ligeramente.
—Estás sorprendida. Supongo que esperabas verme deprimida.
—…Para ser honesta, sí.
—No tengo tiempo para eso. Cuando paso todo el día con Leisis, el tiempo vuela.
Incluso después de la partida de Siana, Angelina seguía cuidando a Leisis personalmente.
Aunque en algunas cosas recibía ayuda de los sirvientes, ella misma se encargaba de las comidas de Leisis, jugaba con él, y lo ayudaba a dormir, lo cual no era tarea fácil.
Tanto que, en pocos días, su rostro se veía agotado.
Pero en ella había un vigor que no había tenido antes.
—Ah, Siana. Tengo algo que mostrarte.
Angelina guio a Siana hacia el interior del palacio.
Siana abrió los ojos sorprendida.
En la pared colgaba un cuadro.
Era un retrato de una mujer, con la mirada baja y una suave sonrisa en su rostro.
—Esto es…
—Leisis me pintó.
—…Vaya. Es realmente hermoso.
No era como en el caso de algunos pintores, que embellecen artificialmente los rasgos de una persona.
El retrato reflejaba fielmente la apariencia de Angelina, irradiando una luz cálida como la de la primavera.
Una luz que llenaba de calidez el corazón de quien lo mirara.
Con una leve sonrisa y el rostro ligeramente sonrojado, Angelina dijo:
—¿Verdad que es hermoso? Yo también me sorprendí cuando lo vi. Parece que Leisis me ve así.
—…
—Por eso, últimamente soy muy feliz.
No era una simple declaración. Era la verdad.
—Claro que sé que la situación no es buena. Cuando Su Majestad regrese al palacio, probablemente me castigará por ocultar un hecho tan importante. Tal vez me destituya del puesto de Emperatriz…
Antes de que Angelina pudiera terminar su frase diciendo que, de todas formas, estaría bien y que encontraría la manera de salir adelante con Leisis, Siana la interrumpió.
—No se preocupe, Su Majestad. Es muy probable que eso no ocurra.
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