⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Angelina le habló a Siana, quien tenía los ojos abiertos de par en par, sin entender qué estaba pasando.
—En días soleados, he empezado a dar paseos con Lei. Como en los otros jardines hay mucha gente, estamos usando este lugar.
—Ah…
Fue entonces cuando Siana notó al príncipe Leisis, que estaba parado al lado de Angelina con la boca abierta.
Angelina, con una expresión incómoda, añadió:
—Íbamos a irnos al ver que había gente, pero al verte, Siana, quise saludarte.
Siana sabía cuán delicado era el corazón de Angelina. Ella siempre tenía cuidado de no mostrar a Leisis delante de otras personas para evitar que se sintiera herido. Por eso, el hecho de que se hubiera mostrado para saludarla conmovió profundamente a Siana.
—Ya veo.
—Sí. Me alegra ver que estás bien. Si alguna vez tienes tiempo, ven a visitarnos al palacio.
Antes de que Siana pudiera responder, una voz aguda resonó en el aire.
—Siana es mi doncella. ¿Cómo te atreves a hablarle sin el permiso de su dueña?
Angelina se estremeció y giró la cabeza al escuchar la voz afilada. Allí estaba una joven con el ceño fruncido y los brazos cruzados, su cabello rojo como una rosa y ojos de un púrpura intenso.
Angelina reconoció al instante la identidad de la niña: era Aris, la séptima princesa. Aunque había sido abandonada por el Emperador y no tratada como una princesa, recientemente había ganado poder gracias al apoyo de la Emperatriz Viuda.
Aunque es joven, tiene una presencia imponente.
Angelina tragó saliva sin darse cuenta. No era buena para este tipo de enfrentamientos de poder, y al parecer, tampoco lo era contra una joven princesa.
Así que, en lugar de reaccionar bruscamente, Angelina bajó las cejas y sonrió.
—Tienes razón. He sido muy irrespetuosa. Debería haber pedido permiso a la princesa primero…
¡…!
Aris abrió los ojos sorprendida ante la inesperada reacción.
Normalmente, en este momento, la otra persona debería enfurecerse y reprender a la joven princesa por ser insolente, ¿no?
Pero en lugar de eso, Angelina se inclinó ligeramente, haciendo contacto visual con Aris.
—Es la primera vez que nos saludamos así, ¿verdad?
Aunque ambas eran de la familia real, nunca se habían visto cara a cara. Aris rara vez asistía a los eventos reales, y cuando lo hacía, solía estar en la esquina más alejada, por lo que nunca había coincidido con Angelina, que se sentaba en el centro.
—Princesa Aris, quería agradecerte por permitirme contar con la ayuda de Siana. Realmente quería decirte esto.
Aris frunció el ceño, como si hubiera comido algo amargo.
Aris era fuerte en las disputas. No se intimidaba ante ningún miembro de la familia real. Sin embargo, era la primera vez que alguien de la familia real la trataba con tanta suavidad.
Sin saber qué decir, Aris balbuceó y finalmente murmuró en voz baja:
—Bueno… la Emperatriz también ascendió a mis doncellas a sirvientas de rango medio. Así que, como hemos intercambiado favores, no es necesario que me agradezcas.
Angelina soltó una risa contenida.
Pensó que Siana debía estar sirviendo a una princesa muy especial.
Después de reírse un poco, Angelina se incorporó. Había saludado a Siana y a Aris, y ahora pensaba en marcharse.
Lei no se siente cómodo con extraños. Además, la princesa Aris también debe sentirse incómoda con él.
Por estas razones, era mejor irse.
Pero…
—Me dijeron que eras mayor que yo, pero no eres mucho más alto.
Aris, que había dirigido su mirada hacia Leisis, comentó.
Aris, que había crecido considerablemente recientemente, se sintió orgullosa al darse cuenta de que su hermano mayor, que tenía dos años más que ella, no era mucho más alto.
Angelina se sorprendió. No vio en los ojos de Aris ningún rastro de desprecio o asombro hacia Leisis.
Aris miró el cuaderno de bocetos que Leisis sostenía y sus ojos brillaron de curiosidad.
—¿Y esto qué es?
Sorprendentemente, Leisis respondió.
—Un dibujo.
Aris entendió de inmediato la breve respuesta.
—¿Dibujas bien?
Antes de que Leisis pudiera responder, Angelina habló.
—Dibuja muy bien. Muchísimo.
—…
—Pero solo dibuja lo que quiere.
—¿Qué es lo que le gusta dibujar?
Ante la pregunta de Aris, Angelina respondió con un leve rubor en sus mejillas.
—Cosas bonitas.
—…
—Ya sea una persona, un paisaje o un objeto, a Leisis solo le gusta dibujar cosas bonitas.
Al escuchar esto, Aris entrecerró los ojos y luego levantó las comisuras de sus labios en una sonrisa.
Aris agitó su cabello rojo mientras miraba a Leisis y dijo:
—Entonces, querrás dibujarme a mí también, ¿verdad? ¿No es así, hermano?
Su confianza era increíble.
Angelina se quedó perpleja, preocupada de que Leisis pudiera rechazar la solicitud de su hermana menor, lo que le haría sentir culpable hacia la princesa.
Sin embargo, para su sorpresa, Leisis miró fijamente a Aris por un momento, luego se dejó caer al suelo y comenzó a mover su lápiz a una velocidad asombrosa.
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El dibujo de Leisis estaba terminado.
Aunque Angelina y Siana, que ya conocían el talento de Leisis, no se sorprendieron demasiado, Aris no podía creer lo que veía.
Aris se quedó mirando el dibujo, sin poder recuperarse del asombro.
Incluso para los ojos inexpertos de Aris, que no sabía nada sobre obras de arte, la pintura era impresionante. El cabello desordenado como una rosa en plena floración, y los ojos obstinados pero adorables. Aris sabía que era bonita.
—Pero, ¿no es esto demasiado?
Ante la voz débil de Aris, Nini y Nana, que estaban a ambos lados de ella, sacudieron la cabeza como si no entendieran lo que estaba diciendo.
—¡Pero qué dice! ¡El encanto adorable, hermoso y encantador de la princesa Aris está perfectamente capturado en el dibujo!
—Así es. ¡Pensé que la princesa se había metido dentro del papel!
Aris miró a su alrededor, buscando confirmación.
—¿…De verdad?
Nini y Nana asintieron con la cabeza.
—Por supuesto.
—Sí, claro.
De inmediato, la nariz de Aris comenzó a levantarse con orgullo.
Así que, sabía que era bonita, pero no sabía que era así de bonita. Ah, qué princesa soy.
Siana, al ver esto, no pudo evitar reír suavemente.
Vaya, cada vez se vuelve más arrogante.
No era algo malo. Al fin y al cabo, ella era una princesa. Mientras se mantuviera dentro de ciertos límites, no estaba mal que una princesa tuviera un poco de descaro y orgullo. Además, parecía que a Aris le había agradado Leisis.
—¡Hermano es el mejor! Otros miembros de la realeza solo saben decir cosas desagradables, pero no tienen ningún talento como este. ¡Es cien veces mejor que esos inútiles!
Ante esas palabras, Leisis murmuró algo incomprensible en lugar de responder con un ‘sí’. Aris inclinó la cabeza, confundida.
Angelina, que observaba desde un paso atrás, intervino.
—Parece que está feliz porque a la princesa le gustó.
—¿De verdad?
—Sí. Cuando está contento, tiende a hablar solo.
Antes de que Angelina pudiera añadir que no se lo tomara muy en serio, Aris se rió entre dientes.
—Ya veo. Parece que está cantando.
—…
Angelina no pudo decir nada. Sus ojos pronto se humedecieron.
Siana, frunciendo el ceño, miró a Angelina, preguntándole si estaba bien. Angelina presionó sus ojos y se obligó a sonreír.
—Qué tonta soy, ¿verdad? Ver a los niños jugar juntos me hace querer llorar.
Siana entendía el corazón de Angelina. Era la primera vez que veía a Leisis estar con otros niños de su edad. Y no solo eso, era con su hermana menor, con la que compartía la mitad de la sangre.
A diferencia de las horribles situaciones que había imaginado, Leisis se llevaba muy bien con Aris.
Angelina, con una voz temblorosa, dijo:
—Es gracias a la princesa Aris.
Aris había sido abandonada por el Emperador al nacer. Había pasado muchos años sola. Sin embargo, la joven princesa no mostraba ni una pizca de resentimiento. Era brillante y decidida. Tampoco tenía prejuicios hacia alguien que era un poco diferente a ella.
—La princesa Aris es joven, pero increíble. Siana, debe ser gracias a ti que ha crecido tan bien.
Siana respondió con una suave sonrisa.
—También lo es el príncipe. Es gracias a los cuidados de Su Majestad.
Las palabras juguetonas hicieron que Angelina sonriera con los ojos, como si fueran las palabras más felices que había escuchado.
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