⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Aris, que estaba preparando el pastel que Rashid había traído, mostró una expresión triste.
—¿Ya? Quédate un poco más.
Angelina sacudió la cabeza rápidamente mientras respondía:
—No, Princesa. Ya hemos estado aquí bastante tiempo. Volveré a visitarte la próxima vez.
Angelina quería salir de allí lo más pronto posible. Aunque Rashid sonreía, seguía siendo una figura aterradora para ella.
Angelina tomó la mano de Leisis.
—Lei, vámonos.
Pero algo extraño sucedió. Normalmente, Leisis la seguiría sin decir nada, pero esta vez, se quedó firmemente en su lugar.
—¿Lei?
Angelina miró a Leisis con el rostro confundido. Entonces, se cubrió la boca, sorprendida.
Los ojos de Leisis, que normalmente carecían de enfoque, ahora estaban intensamente concentrados. Miraba directamente a Rashid.
Esto es interesante, pensó Rashid, entrecerrando los ojos. Aunque la mirada de un niño sin habilidades de combate no le asustaba en lo más mínimo (de hecho, normalmente no le prestaba atención; después de todo, ¿quién se preocuparía por la mirada de una hormiga?), le parecía curioso que este hermano menor, que apenas lo miraba, lo estuviera observando fijamente.
Rashid preguntó:
—¿Leisis, quieres cortarme la garganta ahora mismo?
—¡No!
Angelina gritó, con el rostro pálido por el horror de esas palabras.
—Entonces, ¿por qué me miras así?
Ante la inocente pregunta de Rashid, Angelina respondió rápidamente, olvidando todo decoro como dama de la realeza.
—Eh, parece que Leisis quiere dibujarle, Alteza.
—¿Dibujarme?
—Sí, Leisis siente el impulso de dibujar cualquier cosa que le parezca notablemente hermosa. Parece que a Su Alteza le ha impresionado mucho. Es un gesto inocente, así que le ruego que lo pase por alto.
La nobleza solía incomodarse cuando alguien los observaba detenidamente, y más aún si esa persona decía que quería dibujarlos.
Como era de esperar, Rashid entrecerró los ojos.
¿Qué hago? Parece que está molesto, pensó Angelina, temblando de miedo.
Pero la expresión de Rashid no se debía al enfado de que alguien se atreviera a dibujarlo. Se acordó de algo que Aris había mencionado emocionada cuando visitaron el Palacio Ruby.
( ¿Cómo es que Leisis es tan buen dibujante? )
Rashid, sin mostrar ninguna reacción, había sorbido su té, sin interesarse en absoluto en las habilidades de un hermano que ni siquiera conocía. Pero cuando Siana, que estaba junto a Aris, empezó a hablar, la mano de Rashid, que sostenía la taza de té, se detuvo.
( Es cierto, Su Alteza Leisis es realmente talentoso. )
Siana había dicho, sonriendo con ojos brillantes y una pequeña y encantadora sonrisa. Era tan adorable.
Al recordar ese momento, los ojos de Rashid se entrecerraron aún más.
¿Qué tan bien dibuja para que Siana, que es tan parca en elogios, haga esa expresión?
Aparentemente, era solo un niño despistado.
—…….
Rashid miró a Leisis.
Normalmente, cuando alguien es observado tan fijamente, palidece y aparta la mirada, pero Leisis no hizo eso. Simplemente mantenía su boca abierta, mirando a Rashid con una mirada intensa de deseo.
A medida que la batalla de miradas entre Rashid y Leisis se prolongaba, un silencio incómodo llenó el Palacio Ruby. Angelina, atrapada en el medio, se volvía cada vez más pálida.
Siana, que observaba la situación desde un poco más lejos, leyó el estado de ánimo.
Caramba.
Si la situación continuaba así, Angelina podría asustarse tanto que comenzaría a llorar. Justo cuando Siana estaba a punto de intervenir para evitar el peor de los escenarios, Rashid habló.
—Inténtalo. Dibuja.
—¿Qué?
Angelina respondió sobresaltada, en lugar de Leisis.
Rashid, sin apartar la mirada de Leisis, continuó:
—Quiero ver qué tan bueno es tu supuesto talento.
No era simple curiosidad. Era un mezquino ataque de celos hacia alguien que había recibido más elogios de Siana que él.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Bajo el suave viento y la cálida luz del sol, Rashid estaba sentado en una silla con una expresión perezosa. Estaba posando como modelo para Leisis.
Aunque podría haber sido incómodo estar quieto, su rostro mostraba tranquilidad. De hecho, incluso tenía una ligera sonrisa.
Esto se debía a la presencia de Siana, quien sostenía una tetera a su lado.
Siana, mirándolo con ojos sonrientes, dijo:
—¿Parece que está disfrutando ser modelo, Alteza?
—Gracias a ti.
—…….
Siana frunció el ceño como si hubiera escuchado una broma poco graciosa, pero Rashid hablaba en serio.
Antes de que aceptara ser modelo, Rashid había puesto una condición. Dijo que, como no podría moverse libremente mientras lo dibujaban, necesitaba a alguien que lo asistiera a su lado.
Mientras decía eso, su mirada se dirigió hacia Siana. Ella no pudo rechazar su petición.
¿Qué podía hacer? No podía pedirles ese trabajo a Nini y Nana, quienes se emocionaban tanto al ver al Príncipe Heredero que no podían controlar su respiración.
El caballero guardia Sol había intentado ofrecerse diciendo: ‘Entonces, yo…’ pero en cuanto se cruzó con la mirada de Rashid, rápidamente retiró su mano.
Por esta razón, Siana estaba asistiendo a Rashid a su lado.
No es que haya mucho que hacer, solo servirle té…
Aunque no era muy diferente de lo habitual, Rashid parecía especialmente contento.
¿Será que realmente le gusta ser modelo?
Bueno, considerando lo hermoso que es, tal vez disfrute que alguien lo dibuje, pensó Siana, aunque la razón de la alegría de Rashid era completamente diferente.
Todos los demás estaban del lado de Leisis, al otro lado de la mesa, observando cómo dibujaba.
—¡Wow! Apenas ha movido la mano un par de veces y ¡ya ha terminado los ojos!
—¡Oh! En un abrir y cerrar de ojos, ¡ya ha dibujado las pestañas!
La habilidad mágica del joven para dibujar dejó a todos asombrados.
Incluso Sol, el caballero guardia que normalmente estaba siempre al lado de Rashid, se encontraba en medio de la multitud, con la mandíbula caída de asombro.
Normalmente, Rashid habría reprendido a su guardia por abandonar su puesto, pero ahora no tenía ganas de hacerlo.
¿Así que soy la única persona en la que Siana está centrada?
Rashid casi nunca había recibido la atención completa de Siana.
Las dos únicas veces que ella había visitado su palacio, siempre había tenido que conformarse con ser ‘la persona número 2 a la que Siana asistía’ (la ‘persona número 1’ siempre era Aris).
Pero hoy no era así.
En el pequeño espacio donde estaba la mesa redonda, solo estaban él y Siana.
Eso lo hacía inmensamente feliz, tanto que incluso se olvidó de sus celos mezquinos hacia su hermano menor.
Rashid bebió un sorbo del té que Siana le había servido y sonrió.
—El té de hoy está especialmente delicioso, Siana.
Ante el brillo inusual de sus palabras, Siana entrecerró los ojos.
¿Qué le pasa hoy?
Rashid siempre había sido alguien difícil de atender para una doncella, ya que ella nunca podía adivinar lo que estaba pensando.
En ese momento, se escucharon exclamaciones de asombro del lado de Leisis.
—Oh, ¡es un retrato! ¡Es el rostro del Príncipe Heredero!
Sol, el caballero guardia, habló con incredulidad.
—Esto es increíble. Ningún pintor famoso ha logrado capturar la apariencia del Príncipe Heredero… pero aquí está, retratado a la perfección.
La Reina Angelina, que estaba a su lado, asintió con una expresión maravillada.
—Es verdaderamente hermoso.
Incluso Aris, que normalmente hacía una mueca de disgusto cada vez que cruzaba miradas con Rashid, tenía los ojos bien abiertos, mirando el dibujo.
Con tantas reacciones, Rashid también sintió curiosidad por el dibujo de Leisis.
Sin embargo, como estaba frente a él, no podía ver el dibujo.
—¿Es tan bueno el talento de Leisis?
Siana asintió.
—Sí. Aunque es muy joven, tiene un talento extraordinario. No solo dibuja lo que ve, sino que también capta la belleza oculta.
Siana sonrió con orgullo, como si estuviera presumiendo de su propio talento.
Eso irritó a Rashid.
Frunciendo el ceño, murmuró:
—Humph. ¿Qué tiene de especial un simple dibujo?
Siana lo miró con sorpresa y luego le pasó una hoja de papel y un bolígrafo que estaba sobre la mesa.
Como diciéndole: ‘Adelante, inténtalo tú.’
Rashid miró el papel en silencio y luego movió el bolígrafo rápidamente.
En realidad, Rashid nunca había dibujado nada. En el Imperio, dibujar se consideraba una actividad de baja categoría.
Pero no parecía algo difícil.
Desde pequeño, Rashid había demostrado tener talento en muchas áreas.
Dibujar debería ser lo mismo. No puede ser más difícil que cortar una hoja que cae con una espada.
Poco después, Siana miró el dibujo en el papel y preguntó:
—¿Es un monstruo?
—…Siana, eres tú.
—…
—…
Hubo un breve silencio entre ambos.
Antes de que Siana pudiera decir algo, Rashid levantó una bandera blanca.
—Dibujar es difícil. No es lo mío.
Siana no pudo contener la risa al ver la expresión seria de Rashid, con el ceño fruncido.
Era la sonrisa de una ganadora.
—¿Apenas te das cuenta?
—Sí.
—Qué alivio.
—¿Qué quieres decir?
Rashid ladeó la cabeza con curiosidad, y Siana le respondió:
—Es importante saber en qué no tienes talento. Así puedes dejar de insistir en cosas que no te salen bien, aunque te esfuerces, y dedicarte a lo que realmente se te da.
—¿No debería ser al revés?
Las personas tienden a obsesionarse con lo que no tienen, ya sea talento o poder.
Pero Siana respondió con firmeza:
—Ya es suficiente trabajo mejorar en lo que uno es bueno. No hay tiempo que perder en lo que no se nos da.
Las palabras hicieron que Rashid soltara una pequeña risa.
Esa respuesta era tan típica de ella.
Rashid miró a la pequeña niña frente a él con ojos renovados.
De ser una princesa de un país, pasó a convertirse en doncella en un instante.
Sin embargo, ella no sentía que su destino fuera miserable en lo más mínimo. Simplemente hacía con valentía lo que podía hacer.
Por eso ella…
—Siana, felicidades por convertirte en una doncella de nivel intermedio.
—……
Siana abrió los ojos de par en par ante la felicitación inesperada.
Solo era una simple doncella de nivel inferior que había ascendido a nivel intermedio. No había razón para que el Príncipe Heredero dijera algo así.
Además, Siana no había logrado su posición de doncella intermedia a través de un examen formal.
Es un puesto que conseguí utilizando la influencia de la Reina Angelina. No es algo que haya obtenido de manera legítima.
Sin embargo, Rashid dijo con ojos brillantes:
—Dicen que para un extranjero proveniente de un país derrotado es más difícil convertirse en doncella intermedia que alcanzar una estrella en el cielo. Lo lograste…
—……
—Es realmente impresionante.
La mirada de Rashid era igual a la de aquellos que observaban a Leisis mientras dibujaba: pura y genuina admiración.
Siana, que lo miraba atónita, dejó que sus labios se curvaran en una sonrisa. Pero no era la sonrisa habitual de doncella, sino una verdadera sonrisa de Siana, una sonrisa dulce y encantadora como la de un melocotón en pleno verano.
—Gracias.
—……
Rashid la miró aturdido. Era la segunda vez que veía a Siana sonreír de esa manera.
La primera vez fue cuando se hizo pasar por la Baronesa de Appleton en una fiesta de té, cuando le sonrió así a una mujer encorvada.
Aunque ya conocía esa sonrisa, el impacto fue grande.
Qué adorable. Quiero abrazarla y acariciarla.
Sin darse cuenta, casi extiende la mano para hacerlo.
Pero la mano de Rashid no llegó a tocar la redonda cabecita de Siana.
Aris corrió hacia ellos y se interpuso entre ambos.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás mirando a Siana con esos ojos?
Rashid se sintió agraviado.
Estás siendo demasiado severa, hermana.
Solo quería acariciar su sedoso cabello rubio.
Para decirle que lo hizo bien.
Para decirle que estaba orgulloso de ella.
Pero a diferencia de lo que sentía Rashid, Aris lo miró con una expresión de desconfianza y le espetó:
—¡Estás mirando a la gente como si quisieras devorarla! Eres un hermano en el que no se puede confiar.
—……
¿Por qué su corazón dio un vuelco en ese momento?
Fue como si Aris hubiera dado en el blanco.
Sin decir una palabra, Rashid bajó lentamente la mano que había quedado suspendida en el aire.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Unas horas después, el retrato de Rashid estaba terminado.
Si se hubiera tratado de un retrato pintado con técnicas tradicionales, habría tardado varios días, pero Leisis, que tenía un estilo rápido y directo, lo terminó en poco tiempo.
Sin embargo, la calidad de la obra no dependía del tiempo invertido.
Rashid, tal como fue capturado en el lienzo, era hermoso.
Su cabello plateado brillando al sol, sus largas pestañas plateadas enmarcando sus intensos ojos morados.
Y aún así, esa belleza no permitía que uno se relajara.
Era tan deslumbrante que resultaba imponente. Tan atractivo que uno podía enamorarse al instante, pero también tan temible que uno podría caer de rodillas pidiendo perdón.
Era una obra que evocaba dos emociones completamente diferentes.
No había un retrato así en toda la larga historia del Imperio.
—A grandes rasgos, se parece a mí.
Esa fue la reacción del propio Rashid, el modelo.
Leisis le regaló el cuadro a Rashid (aunque fue idea de Angelina, ya que Leisis no tenía mucho interés en las obras una vez terminadas).
Sol, el caballero guardia del Príncipe Heredero, lo colgó en el centro del Palacio Real, en el lugar reservado para los retratos de los príncipes herederos.
El impacto fue inmediato, aunque solo se tratara de reemplazar el retrato más reciente.
—Dios mío. ¿Cómo es posible que un cuadro así exista?
—Cada pincelada es tan maravillosa que no parece una obra humana.
Circuló el rumor de que era una obra pintada por un dios.
Al mismo tiempo, creció el interés por el Príncipe Leisis, quien había pintado el cuadro.
Apenas tenía doce años.
Y sin haber recibido una educación formal en pintura, el talento de ese joven era visto como un milagro por la gente.
Pronto, Leisis recibió un nuevo apodo:
El genio pintor que, a cambio de su don, había sido despojado de su humanidad por el diablo.
Un nombre completamente diferente de los apodos despectivos que anteriormente le daban en secreto, como ‘tonto’ o ‘idiota’.
Más tarde, el Príncipe Leisis sería conocido como un pintor cuya obra perduraría en la historia.
Y entre las cientos de piezas que dejó, la más destacada era <El retrato del Príncipe Heredero Rashid.>
Extra #4 FIN
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