⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Era aún temprano, ni siquiera había salido el sol.
Si Siana lo había buscado a esa hora, no había duda de que algo serio había ocurrido.
Estaba en medio del entrenamiento para las doncellas de nivel medio, ¿verdad?
¿Qué problema habría surgido?
Aunque no lo sabía con certeza, había escuchado que las tensiones entre las doncellas eran intensas. Tal vez Siana se había visto envuelta en uno de esos conflictos y ahora estaba en una situación complicada.
Podría estar con lágrimas en los ojos y herida.
Al pensar en esto, Rashid aceleró el paso.
No era algo habitual en él, que siempre se movía con calma.
Sin embargo, en el momento en que vio el rostro de Siana, Rashid se dio cuenta de que había cometido un error garrafal.
Siana no estaba llorando en absoluto.
De hecho…
—Estás enfadada.
Al escuchar a Rashid, Siana abrió los ojos de par en par.
Pero eso fue todo.
En lugar de responder, Siana hizo una reverencia.
—Mis disculpas por haber venido sin previo aviso a una hora tan temprana, Su Alteza.
Rashid negó con la cabeza mientras decía:
—No te preocupes. Dime por qué has venido a buscarme.
Si había venido con tanta urgencia a esa hora, estaba claro que no había tiempo para rodeos.
Siana explicó la situación sin dudar.
—Unas ratas entraron al almacén que estaba a mi cargo, y los alimentos necesarios para esta mañana han quedado en mal estado.
Por eso, Siana había acudido a él.
El almacén que Siana gestionaba no era el único almacén de provisiones.
Cada miembro de la familia real de alto rango tenía su propio almacén en sus residencias privadas.
Pensando en esto, los ojos de Rashid se iluminaron.
Por eso había venido a verlo.
Para pedirme ayuda.
Rashid se sintió entusiasmado.
Si era así, estaba dispuesto a vaciar el almacén del palacio del príncipe heredero para darle a Siana lo que necesitara.
Sin embargo, Siana dijo algo completamente distinto a lo que Rashid esperaba.
—Su Alteza, quiero comprarle los alimentos que están en el almacén del palacio del príncipe heredero.
Rashid abrió los ojos de par en par.
—¿Comprarlos?
—Sí.
Rashid no sabía cuánta cantidad de alimentos necesitaba Siana, pero intuía que no sería poca.
Además, los alimentos del palacio eran todos de la mejor calidad.
Y ella quería comprarlos.
Rashid, con una expresión de incredulidad, preguntó:
—¿Sabes cuánto cuestan esos productos?
—Seguro que son caros.
El salario que Siana recibía trabajando diligentemente como doncella de nivel medio durante varios años apenas alcanzaría para cubrir el costo.
—Si está de acuerdo, puedo pagar más adelante, poco a poco. Aunque me llevará bastante tiempo.
Era una propuesta muy atrevida.
Rashid miró a Siana de arriba abajo.
Llevaba el uniforme verde oscuro de una doncella de nivel medio.
Sin embargo, seguía siendo pequeña y frágil.
Su cara redonda se veía tan juvenil que la palabra ‘chica’ le quedaba mejor que ‘mujer’.
Aun así, era fuerte.
Podría simplemente pedirme ayuda.
Si lo hiciera, Rashid la ayudaría sin dudarlo.
Rashid le tenía ese tipo de afecto a Siana.
Y como Siana sabía eso, probablemente había venido a verlo a esa hora tan temprana.
Pero, incluso así, las expectativas de Siana hacia Rashid no iban más allá de eso.
Eso le resultaba increíblemente adorable…
Y decepcionante.
Rashid nunca había sentido una emoción así antes.
Bueno, en realidad, lo había sentido con pequeños animales que rechazaban sus caricias, pero nunca lo había sentido con una persona.
Rashid, sorprendido por sus propios pensamientos, sonrió.
Siana se estremeció.
¿Qué es esa sonrisa tan extraña?
¿Significaba que no quería darle los alimentos? Quizás estaba siendo demasiado atrevida.
Tal vez debería disculparse y salir del palacio del príncipe heredero antes de empeorar las cosas.
Sin embargo, sus preocupaciones eran innecesarias.
Después de un breve momento, Rashid asintió con gusto.
—Llévate lo que necesites.
El rostro de Siana se iluminó.
—¡Gracias!
Después de eso, todo sucedió rápidamente.
Siana, con la ayuda de las doncellas que Rashid había llamado, se llevó los alimentos necesarios.
Era una cantidad tan grande que llenó varios carros.
Cuando Siana regresó con todos esos suministros, las doncellas del departamento de gestión de alimentos se quedaron boquiabiertas.
Especialmente Jeanne, quien se había preocupado pensando que Siana había huido, estaba aún más sorprendida.
Jeanne señaló los carros mientras preguntaba:
—¿Qué, qué es todo eso?
—Los alimentos para hoy.
—¡No pregunto qué son, sino de dónde salieron todos esos alimentos!
En lugar de responder amablemente, Siana llamó a las doncellas.
—Chicas, descarguen todo. Tenemos que organizarlo y enviarlo a las cocinas cuanto antes.
Las doncellas de nivel bajo, que estaban atónitas ante la voz decidida de Siana, respondieron con un ‘¡Sí!’ y empezaron a moverse apresuradamente.
Jeanne no podía creer lo que estaba viendo.
Era impensable que una simple doncella de nivel medio pudiera conseguir de repente una cantidad tan grande de alimentos de la mejor calidad.
¿No será que Siana es una maga o algo así? Si no, entonces…
En ese momento, se acercó una doncella. Era Sophie, otra doncella de nivel bajo.
—¿Qué haces ahí parada, Jeanne? Ponte a trabajar.
Le lanzó una mirada de fastidio y luego puso un saco de harina en las manos de Jeanne. El peso era abrumador, casi le cortaba la respiración.
—¡¿Cómo esperas que cargue esto sola?! —gritó Jeanne, pero nadie se ofreció a ayudarla.
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—¡Ugh, por fin terminamos!
Las doncellas de nivel bajo suspiraron aliviadas y se dejaron caer al suelo. Gracias a que no pararon ni un segundo, tenían gotas de sudor colgando de la frente. Aun así, sentían que su arduo trabajo había valido la pena. Habían entregado todos los suministros necesarios en cada cocina.
—Vaya, pensé que no llegaríamos a tiempo y estaba nerviosa.
—Eso no habría sido lo peor. Imagínate que no hubiéramos entregado los suministros.
Las doncellas de cocina habrían regañado duramente a las doncellas que no cumplieran con su deber. Quizás incluso les habrían dado una bofetada por no hacer bien su trabajo.
—¿Y crees que ahí acabaría todo? Nos habrían descontado el sueldo, o en el peor de los casos, podrían habernos despedido.
Era un asunto serio. Una doncella se llevó la mano al pecho y dijo:
—Menos mal que la señorita Siana lo solucionó todo.
—Sí, de verdad.
Las otras doncellas asintieron con la cabeza y miraron a Siana. Al notar sus miradas, Siana sonrió.
—Buen trabajo, chicas.
—……
Las doncellas estaban asombradas, de nuevo. No, estaban impresionadas. La apariencia de Siana era normal. De hecho, su cara con ojos redondos tenía un aspecto tan dócil que no parecía alguien competente. Pero no era así. Siana tenía una capacidad increíble.
Una doncella no pudo contener su curiosidad y preguntó:
—Señorita Siana, ¿cómo consiguió todos esos suministros?
Siana, después de pensarlo un poco, frunció el ceño y respondió:
—Recibí ayuda de alguien importante.
—¡…!
Al oír esas palabras, las doncellas se alborotaron. En el vasto palacio imperial, no había muchas personas con un almacén personal capaz de suministrar tantos alimentos de inmediato. Solo había personas que infundían respeto con solo mencionar sus nombres, como el Emperador, la Emperatriz, el príncipe heredero, la Emperatriz viuda o la consorte imperial. Fuera quien fuera, estaba claro que Siana tenía un poderoso respaldo detrás de ella. Un respaldo mucho más impresionante de lo que esperaban.
Y si le ofrecen ayuda tan fácilmente, debe ser que la señorita Siana es muy querida.
¡Eso parece!
Entre las doncellas emocionadas, había una que estaba pálida. Era Jeanne. Sabía que había alguien que protegía a Siana, pero no le había dado mucha importancia. Ningún miembro de la realeza le daría un cariño verdadero a una doncella de un país derrotado. Como mucho, Siana podría llegar a ser una doncella de nivel medio. Pero no era así. Quienquiera que fuera, apreciaba de verdad a Siana. Al darse cuenta de eso, las manos de Jeanne se enfriaron y empezó a sudar. Jeanne mordió sus labios.
¿Qué pasará si se enteran de que yo liberé las ratas para molestar a Siana?
Y si Siana llegara a contárselo a la persona que la protege…
Solo de pensarlo, Jeanne sintió que se le cortaba la respiración. Jeanne sacudió la cabeza con esfuerzo.
¡No, no se enterarán nunca!
Si alguien hubiera visto lo que hizo anoche, ya habrían hablado de ello. Hasta ahora no había oído nada, lo que significaba que nadie la había visto. Así que solo tenía que mantener la boca cerrada.
¡Entonces nadie sabrá nunca que hice algo tan horrible!
Pero eso era solo el deseo de Jeanne. Siana, que se había acercado a ella, habló con una voz llena de seguridad.
Fuiste tú, ¿verdad, Jeanne?
—¡…!
El corazón de Jeanne dio un vuelco.
—¡¿Q-qué estás diciendo?! ¡Y-yo me fui a dormir temprano anoche! Nunca me acerqué al almacén…
Un segundo después, Jeanne se tapó la boca con la mano. Había cometido un error por la sorpresa. Pero ya era demasiado tarde. Siana la miró con una expresión de ‘lo sabía’ y dijo:
—Yo nunca mencioné la palabra ‘almacén’…
—¡…!
—Así que fuiste tú quien soltó las ratas en el almacén anoche, ¿verdad, Jeanne?
El rostro de Jeanne se volvió más pálido.
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La verdad era que Siana ya sabía que todo esto era obra de Jeanne. No es que tuviera pruebas o testigos, pero había muchas circunstancias que lo indicaban.
Om me llamó de repente y me estuvo regañando hasta tarde.
En ese momento, me pregunté por qué, pero ahora lo entiendo claramente. Fue para mantenerme ocupada. Para que Jeanne pudiera llevar a cabo su plan. Si por casualidad Siana hubiera ido a inspeccionar el almacén en ese momento, el plan de Jeanne habría fallado.
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