⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Antes, siempre se sentía incómoda cuando él la miraba así. Pero ahora era diferente. Su rostro se sonrojó un poco y sentía una ligera comezón en el pecho.
Al fin y al cabo, es increíblemente guapo, hasta el punto de que parece innecesario serlo tanto.
Siana cerró los ojos con fuerza, los abrió y finalmente recuperó la compostura para decir:
—Lo siento. He dicho muchas tonterías.
No había venido a lamentarse por cosas insignificantes. Tenía una razón para buscar a Rashid. Siana le entregó una hoja de papel.
—Esta es la lista de alimentos que Su Alteza compró esta mañana, junto con sus precios. Hice los cálculos y el total es de 9,980 monedas de oro.
Era una suma exorbitante. Una doncella de rango medio tendría que ahorrar su salario completo de 50 monedas de oro semanales durante cuatro años para juntar esa cantidad. Parecía que tendría que pasar años pagando esa deuda, pero, afortunadamente, había logrado persuadir (o mejor dicho, amenazar) a Jeanne. Siana había acordado que, a cambio de cubrir todo el asunto con 100 latigazos, Jeanne pagaría la totalidad del costo.
Siana dijo:
—Las cosas salieron bien, así que he conseguido el dinero. Pagaré la suma completa en tres días.
Pero, por alguna razón, aunque había anunciado que pagaría de una vez una deuda que debería haberse saldado durante años, la expresión de Rashid era completamente indiferente. Rashid miró el papel que Siana le había dado y, apoyando la barbilla, dijo:
—Yo nunca dije que quería que me pagaras con dinero.
—¿…?
Siana parpadeó, atónita. Había supuesto que tendría que pagar con dinero. Después de todo, a diferencia de las cosas intangibles que Rashid le había dado antes (como historias del palacio), los alimentos eran bienes tangibles con un valor claro. Pero, aparentemente, solo había sido una suposición suya.
Siana frunció el ceño, confundida.
¿Será que, como siempre, espera que le pague sirviéndole té?
Si ese fuera el caso, no podía calcular cuántas tazas tendría que servirle para cubrir 9,980 monedas de oro. Incluso mil tazas podrían no ser suficientes.
Mientras calculaba mentalmente, Rashid, con el rostro ligeramente sonrojado, dijo.
—Quiero que tengas — conmigo.
N/Nue: No es nada cochino, es rofan del sano recuerdeeeen JAJSJSHJA.
Los ojos de Siana se abrieron de par en par.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Siana habló con expresión preocupada:
—Su Alteza, ¿realmente está bien hacer esto?
Rashid respondió con calma:
—Por supuesto. ¿Por qué no habría de estarlo?
Sí, claro. No había nada que temer para alguien como él, el príncipe heredero que no le teme a nada en este mundo.
¡Pero yo solo soy una simple doncella!
¡Una doncella a la que no se le permite salir del palacio de esta manera, en medio de la noche!
En ese momento, Siana estaba saliendo del palacio en un carruaje junto a Rashid. No es que las doncellas tuvieran prohibido salir del palacio, pero para hacerlo, debían pasar por un complicado proceso para obtener un permiso de salida formal.
Y además, ahora mismo estoy en entrenamiento para convertirme en una doncella de rango medio.
Si se descubriera que había salido del palacio en secreto, su ascenso a doncella de rango medio podría ser cancelado. Aun así, no tuvo más remedio que subirse al carruaje con Rashid, ya que ese era el precio que él quería cobrar.
( Quiero que tengas una cita conmigo )
¿Cita? Era una palabra extraña. Rashid cambió de tono cuando vio que Siana fruncía el ceño con horror, como si hubiera oído las palabras más espantosas del mundo.
( Hoy tengo que salir del palacio. Me gustaría que vinieras conmigo. )
( ¿…Por qué? )
Siana preguntó frunciendo el ceño, y Rashid respondió sin dudar:
( Porque tengo miedo de ir solo. )
Era una respuesta completamente inverosímil, pero Siana asintió con la cabeza. Después de todo, era cierto que le debía un favor, y tenía que pagar su deuda. Así fue como ambos se encontraron saliendo del palacio en un carruaje. Mientras miraba a Siana, que lucía preocupada, Rashid dijo:
—No tienes de qué preocuparte. Te aseguro que no habrá problemas con esta salida de hoy.
Hablaba con la certeza de que nada malo ocurriría. Mientras lo miraba, Siana pensó:
Sí, Su Alteza puede no estar completamente cuerdo, pero no es tonto.
Ocultar la salida de una simple doncella del palacio sería más fácil para él que respirar. Con ese pensamiento, Siana se sintió un poco más tranquila. Suspiró y se recostó en el asiento. Poco después, el carruaje se detuvo en lo que, sorprendentemente, resultó ser el bullicioso centro de la capital.
Siana abrió los ojos, sorprendida al ver la calle a través de la ventana del carruaje.
—¿Por qué hemos venido aquí?
—Hoy hay un festival de fuegos artificiales en el pueblo.
—…¿De verdad ha venido hasta aquí solo para ver eso?
Rashid sonrió hacia Siana, quien entrecerraba los ojos como si no pudiera creer lo que escuchaba.
—Me gustan las cosas pequeñas y adorables, pero también me gustan las cosas brillantes y bonitas.
—…Ya veo.
Aunque aún le parecía dudoso, si él lo decía, tendría que ser así. En realidad, la intención o respuesta de él no era lo más importante. Siana solo estaba allí para pagar los alimentos que había comprado esa mañana.
—Es hora de salir —se escuchó la voz del cochero desde afuera.
Rashid se levantó para salir del carruaje primero, pero Siana lo detuvo.
—Un momento. ¿De verdad piensas salir así?
—¿Y qué?
Siana lo miró incrédula y luego se quitó la bufanda que llevaba al cuello. Se acercó a Rashid y envolvió su rostro con la bufanda.
—…¿?
Rashid abrió los ojos con sorpresa, como preguntando ‘¿Qué es esto?’, mientras Siana seguía envolviéndolo con la bufanda.
—Su Alteza llama mucho la atención —dijo ella.
El hermoso príncipe con su cabello plateado y ojos violetas era muy conocido en el imperio, y seguramente mucha gente lo reconocería en la calle. No solo le preocupaba que la multitud se aglomerara a su alrededor. Siana frunció el ceño y murmuró:
—¿Qué haríamos si apareciera un asesino en un lugar tan lleno de gente?
Era una posibilidad real. Rashid tenía tantos enemigos como poder, y era el príncipe más cercano al trono.
No se sabe qué podrían hacer los otros miembros de la familia real que compiten por el trono.
Siana suspiró y levantó la cabeza. Rashid, cuyo rostro ahora solo mostraba sus ojos gracias a la bufanda, la miraba fijamente.
—¡…!
Solo entonces Siana se dio cuenta de lo cerca que estaba de Rashid. Intentó alejarse rápidamente, pero Rashid le tomó ambas manos, que aún sostenían el extremo de la bufanda. Luego, sus ojos se suavizaron.
—¿Estás preocupada por mí?
—¡…!
Sintió como si su rostro fuera a explotar. Con la cara completamente roja, Siana retiró sus manos de las de Rashid y dijo:
—Soy una doncella del palacio. Es natural que me preocupe por la seguridad del príncipe heredero.
Aunque lo dijo con una expresión bastante seria, la sonrisa en el rostro de Rashid no se desvaneció. Siana cerró los ojos con fuerza, como si quisiera escapar de su sonrisa.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
La calle estaba resplandeciente. Un camino recto, bordeado de árboles, con pequeñas luces colgando entre ellos. A lo largo del camino, una fila de tiendas vendía una gran variedad de productos. Había flores coloridas, anillos brillantes y dulces deliciosos. Y tantas personas caminaban por la calle con los ojos brillantes como los objetos que se vendían.
Vaya.
Siana abrió la boca de asombro. Había pasado la mayor parte de su vida en el palacio, tanto cuando era princesa como después de convertirse en doncella. Era la primera vez que salía del palacio y caminaba por una calle tan animada.
—Hay mucha gente. La calle es muy bonita y parece que hay muchas cosas interesantes.
Rashid, con la bufanda cubriéndole la cara, asintió.
—Pensé que sería un festival modesto organizado por plebeyos, pero no es para nada así. Es mejor que los eventos reales, que solo tienen decoraciones inútiles.
Siana miró de reojo a Rashid. Sus ojos brillaban más de lo habitual, como los de un niño.
—…¿Su Alteza nunca ha estado en un lugar así?
—Cuando era muy pequeño, solo estaba en el palacio, y cuando crecí un poco, pasé todo el tiempo en el campo de batalla.
Siana recordó que Rashid había estado en el campo de batalla desde los 13 años. Había regresado al imperio solo unos meses atrás, después de terminar una larga guerra.
Siempre pensé que Su Alteza y yo éramos tan diferentes como el cielo y la tierra, o más bien, como el sol allá arriba y una mota de polvo enterrada en la tierra…
Pero había algo en común entre ellos. Ambos habían vivido atrapados por la familia real, sin libertad. Eso hizo que Siana se sintiera extrañamente afectada. Mientras fruncía el ceño ante esta extraña sensación, Rashid habló.
—Falta tiempo para que comiencen los fuegos artificiales. ¿Te gustaría comer algo mientras esperamos?
—¿Usted pagará, Su Alteza?
Rashid soltó una carcajada ante su pregunta.
—Por supuesto. Te he traído conmigo, ¿no? ¿Hay algo que te apetezca?
Siana nunca pedía favores sin ofrecer algo a cambio, pero cuando alguien le ofrecía algo primero, no dudaba en aceptarlo. Así que miró las largas filas de tiendas con ojos de halcón en busca de presa. Había donas redondas cubiertas de azúcar de colores, brochetas con frutas y carne de todos los colores. Los alimentos expuestos en las tiendas eran lo suficientemente tentadores como para hacerla salivar.
A la princesa Aris le encantaría esto, pensó.
Pero Siana no era Aris. Aunque, como cualquier mujer común, le gustaban los dulces… hoy quería algo especial.
Con los ojos brillando, señaló una tienda al otro lado de la calle.
—Quiero eso.
Comments for chapter "58"
MANGA DISCUSSION