⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Siana sacó la taza de té que estaba en la bandeja. Vertió agua caliente en la taza hasta la mitad y la agitó suavemente. Luego, vació el agua y colocó la taza, ahora caliente, frente a la dama. A continuación, abrió el contenedor de té. Dentro había hojas secas de un color verde oscuro.
Lo más importante para el sabor del té es la cantidad de hojas. Para disfrutar de un té realmente delicioso, a veces se utiliza una balanza especial para medir el peso de las hojas.
Pero ahora no tengo una…
Siana calculó la cantidad a ojo y con una cucharilla sacó las hojas de té, poniéndolas en la tetera con agua caliente. Luego, contó en su mente mientras esperaba que se infundiera el té.
1, 2, 3, 4…
Poco a poco, el agua en la tetera se volvió de un color ámbar claro. Siana vertió el té en otra tetera que había preparado previamente, filtrando las hojas con un colador. La tetera quedó llena de un té claro y limpio.
Con una sonrisa, Siana se acercó a la dama sosteniendo la tetera.
—Voy a servirle el té.
La dama asintió con la cabeza. Este era el momento más importante.
Debo levantar la tetera bien alto al servir. Así, el té tomará aire y su sabor y aroma serán más ricos.
Siana levantó la tetera y vertió el té desde lo alto. El suave sonido del líquido llenando la taza se mezcló con el fragante aroma del Earl Grey, que comenzó a esparcirse.
Jeanne, que estaba de pie a un paso de distancia, observaba la escena, absorta. No es que Siana hubiera cambiado de repente. Seguía llevando su uniforme grisáceo y apagado, sin maquillaje. Solo era una chica común y corriente, nada llamativa.
Pero aun así, Siana estaba brillando. Se percibía una atmósfera inalcanzable a su alrededor. Casi como si fuera una princesa elegante.
¡No puede ser!
Jeanne se frotó los ojos, incapaz de aceptar que tuviera tal impresión de Siana.
Cuando terminó de llenar la taza, Siana bajó la mirada y le dijo a la dama:
—Por favor, pruébelo y si la concentración no es de su agrado, hágamelo saber.
La dama miró la taza de té y lentamente la llevó a sus labios. Siana la observaba con una expresión tensa.
La temperatura del agua y la cantidad de hojas fueron perfectas.
Sin embargo, el sabor del té es algo subjetivo. No importa cuán buenas fueran las hojas o cuán bien hubiera preparado el té, si la dama decidía criticarlo, Siana no tendría nada que decir.
La dama tomó un sorbo.
Siana también tragó saliva.
Después de un momento, la dama esbozó una sonrisa. No era la sonrisa fría que había mostrado antes a Jeanne, sino una sonrisa cálida como el sol de primavera.
—Excelente.
¡Lo logré!
Siana gritó de alegría en su interior. Estaba tan emocionada que quería saltar de la emoción. Pero eso solo ocurrió en su mente. Ella era una doncella, y no debía mostrar sus emociones personales.
Por lo tanto, Siana simplemente sonrió y dijo:
—Me alegra. Si necesita algo más, por favor, no dude en decírmelo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
La fiesta del té había terminado.
Las damas, que habían disfrutado la fiesta con una mezcla de nervios y emoción, se levantaron. Las doncellas estaban en la entrada del salón, despidiendo a los invitados.
—Tengan un buen viaje de regreso.
Las damas que Siana había atendido al principio se acercaron a ella mientras se despedía con entusiasmo. Siana bajó las cejas, ya que se había sentido culpable por dejar a esas damas a mitad del servicio para atender a la Baronesa de Appleton.
Siana inclinó la cabeza.
—Lamento mucho no haber podido atenderlas hasta el final.
Las damas agitaron las manos con indiferencia.
—No te preocupes.
Luego, susurraron al oído de Siana:
—Gracias a ti, la Baronesa se mantuvo tranquila. Si hubiera seguido enojada, no sé qué habría pasado.
—Exactamente. Si hubiera sido así, habría estado tan asustada que ni siquiera habría podido disfrutar del sabor del chocolate.
—Es un gran alivio que algo tan terrible no ocurriera.
Finalmente, el rostro de Siana se relajó. Al escuchar las palabras de las damas, se sintió mucho más tranquila.
—Gracias por su comprensión. Cuídense y que tengan un buen viaje de regreso.
—Sí, tú también cuídate, doncella.
Las damas se despidieron riendo y desaparecieron.
Sin embargo, una de ellas no se unió a las demás y se quedó atrás. Era una dama con la espalda encorvada.
La dama estaba jugueteando con sus dedos, igual que cuando había entrado al salón por primera vez.
Con una voz suave, Siana le preguntó:
—¿Hay algo que desee decirme?
La dama, dudando, movió los labios sin decir nada, pero finalmente se armó de valor y habló:
—Para ser honesta, estuve dudando mucho sobre si debía venir aquí o no. Como puede ver, mi apariencia es así…
—……
—Tenía miedo de que, al ir al palacio imperial, solo escucharía cosas malas por ser como soy. Pero aun así, decidí armarme de valor y venir porque es una oportunidad que tal vez no vuelva a tener en mi vida.
Sin embargo, todo fue como temía. Las doncellas del palacio me miraron con expresión rígida cuando me vieron en la entrada. Sentí que nadie me prestaría atención.
De verdad, no encajo en un lugar como este.
Justo cuando estaba a punto de huir, Siana se acercó a mí. Me conmovió profundamente la forma en que me trató con tanto respeto, como si fuera una dama noble.
—Gracias a usted, pude disfrutar de un té fragante, un chocolate dulce y conversar alegremente con otras personas. Nunca olvidaré lo que pasó hoy.
La mujer sonrió tímidamente.
—Gracias por crearme este hermoso recuerdo, doncella.
Siana la miró en silencio, atónita.
Durante los últimos días, Siana había considerado todas las posibles situaciones que podrían ocurrir hoy. Había imaginado a clientes difíciles creando problemas, y también situaciones en las que otras doncellas en prácticas cometían errores, arruinando la atmósfera.
Así que, cuando ocurrió el alboroto de hace un rato, no se sorprendió demasiado. Estaba dentro de lo que esperaba.
Pero nunca imaginó que recibiría un agradecimiento como este.
…No puedo creerlo. Estoy tan feliz.
Había intentado comportarse siempre como una doncella frente a los invitados, sin mostrar emociones triviales y siendo infinitamente respetuosa.
Desde niña, había aprendido a ser así, y no le resultaba difícil. Pero en este momento, no podía mantener esa compostura.
El rostro de Siana se suavizó. La imagen de la seria doncella desapareció, dejando solo a una joven ruborizada como un melocotón.
—Para mí fue un honor atender a alguien tan encantadora.
Ante el saludo afectuoso de la joven, la mujer encorvada sonrió. Fue una sonrisa de felicidad.
A lo lejos, alguien observaba a las dos mujeres atentamente. Era la hermosa dama que todos habían supuesto que era la Baronesa de Appleton. Solo después de un rato la mujer volvió en sí y murmuró:
—…Wow.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Aunque los invitados se habían ido, el trabajo no había terminado. Todavía quedaba limpiar el salón de banquetes.
Para cuando terminaron de limpiar, las doncellas en prácticas estaban exhaustas.
Quiero descansar.
Necesito descansar.
Desde temprano en la mañana habían estado preparando el banquete, atendiendo a los invitados bajo el sol durante varias horas, y luego limpiando hasta el anochecer. Sus cuerpos estaban agotados.
La doncella supervisora, Lip, miró el jardín ahora impecable y dijo:
—Todas han trabajado mucho. Hoy pueden descansar.
¡Finalmente, un descanso!
Las doncellas en prácticas aclamaron y se dejaron caer sobre el césped. Siana también se sentó con Chuchu.
—Ah-.
Ante las palabras de Chuchu, Siana abrió la boca.
—Ah-.
Lo que Chuchu le puso en la boca eran las migajas de chocolate que habían quedado tras el banquete.
Las doncellas en prácticas eran lo suficientemente astutas como para guardar un poco.
Siana sonrió, deleitándose con la dulzura que llenaba su boca.
Este chocolate del palacio es delicioso. El amargor del cacao y la suavidad de la mantequilla están perfectamente equilibrados.
Masticando, Siana preguntó:
—Chuchu, ¿de verdad no quieres comer nada?
—No, no como estas cosas llenas de azúcar. Solo me haría perder músculo. Tú cómetelo para recuperar energía. Has trabajado duro atendiendo a esa clienta difícil.
—Tú también parecías cansada.
Las clientas a las que Chuchu había atendido eran mujeres especialmente robustas.
Durante todo el banquete, no pararon de tocar sus musculosos brazos.
( ¡Lo deseo, lo deseo tanto! Es justo lo que necesitamos en nuestra granja. ¿No quieres dejar de ser doncella en el palacio y convertirte en agricultora? )
Chuchu, recordando a las mujeres que intentaron reclutarla, se rascó la nuca.
—Cuando tuve que atenderlas, me puse tan nerviosa que no se me ocurrió qué hacer. Menos mal que no les importó que yo las atendiera.
Siana se rió con ganas al escuchar eso.
En ese momento, algunas doncellas en prácticas se acercaron a Siana.
—Siana, lo que hiciste antes fue increíble. Verte sirviendo el té fue impresionante.
—…Gracias.
Siana respondió con una expresión incómoda ante el elogio sincero.
—Es un poco diferente de lo que nos enseñaron. ¿Acaso lo aprendiste en otro lugar?
—Aprendí un poco antes de venir al palacio.
Las doncellas se miraron con ojos brillantes y chocaron las palmas.
—¡Sabía que sí!
Luego, con un tono lleno de ternura, le pidieron:
—¿Podrías enseñarme a servir el té?
—¡A mí también!
—Yo lo pedí primero. ¿Por qué te metes tú?
Era la primera vez que las otras doncellas mostraban tanto interés en Siana.
Más que interés, usualmente la despreciaban por ser de un país derrotado.
Ante el repentino cambio de actitud, Siana abrió los ojos con sorpresa.
Cambian de actitud tan fácilmente. Supongo que se necesita este tipo de descaro para ser una doncella.
Sin embargo, había alguien cuyo comportamiento no cambió, a pesar de la situación.
—¿Están en sus cabales?
La dueña de la voz malhumorada era Jeanne.
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