⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Pero Grace no era un pequeño pájaro. Tampoco era un hada. Era una persona. Una persona común que sentía hambre si no comía bien.
—…He aguantado bien hasta ahora, pero desde hace unos meses, ya no puedo.
Durante el día, cuando estaba bajo la mirada de los demás, podía resistir, pero en el momento en que caía la noche y desaparecían esas miradas, su razón se desvanecía.
Entonces, como si estuviera poseída, Grace buscaba algo para comer.
—Después de meter todo lo que veía en mi boca, regresaba a mi habitación y vomitaba. Solo así podía dormir.
—…
—A medida que pasaba el tiempo, la cantidad que comía aumentaba cada vez más. Temía que algún día alguien me descubriera, pero no podía detenerme… tenía demasiada hambre.
—…
Siana y Chuchu la miraban sin decir nada.
Grace habló con el rostro de alguien que confesaba un pecado oculto.
—Pero ya no puedo más. Es terrible perder la razón como una bestia en cuanto la comida toca mis labios, y también lo es vomitar por miedo a engordar después de comer.
—…
—Por favor, ayúdame.
Grace era una princesa imperial. Una princesa imperial nunca pediría ayuda a una sirvienta.
Pero en ese momento, no quedaba ni rastro de ese decoro. Así de desesperada estaba Grace.
—…
Chuchu, con una expresión de compasión, abrazó a Grace con fuerza.
Que una simple sirvienta tocara el cuerpo de una princesa imperial sin permiso era un acto insolente, pero Grace no tenía intención de reprenderla.
El abrazo de Chuchu era demasiado cálido.
Chuchu, con la voz quebrada, dijo:
—Debió haber sido muy difícil para usted todo este tiempo.
—¡…!
—Es imperdonable que siendo su sirvienta no me haya dado cuenta de lo mal que lo estaba pasando, lo siento mucho.
Grace bajó la mirada, conmovida por la voz de Chuchu, que sonaba más triste que si fuera su propio problema.
…Esta chica es realmente tonta, pensó Grace.
Siana se acercó a Grace, cuyos ojos se habían enrojecido.
A diferencia de Chuchu, Siana no lloraba.
Con las manos juntas y la espalda recta, parecía tranquila, como si hubiera escuchado algo que no le concernía.
Pero Grace no se sintió herida por ello.
Porque Siana, con ojos brillantes, dijo:
—Gracias por compartir su difícil experiencia con nosotros, Alteza. Haré todo lo posible por ayudarla. Estoy segura de que podrá salir de ese infierno.
Siana hablaba con una confianza absoluta.
Finalmente, Grace soltó un pequeño sollozo, como una niña.
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Siana pensó:
Para que la princesa Grace pueda comer adecuadamente, primero hay que eliminar sus sentimientos negativos hacia la comida.
Comer engorda.
Ese pensamiento estaba incrustado en la mente de Grace como una maldición.
Primero, debía deshacerse de ese miedo.
—Alteza, ¿conoce a los monjes de Tíbata?
La inesperada pregunta hizo que Grace abriera los ojos sorprendida.
Los monjes que adoraban al dios Tíbata.
Eran conocidos por llevar una vida dedicada exclusivamente a la oración en lo profundo del bosque.
—He visto a algunos de esos monjes cuando vinieron al palacio a rezar.
—¿No estaban todos delgados y escuálidos?
Grace recordó a los monjes demacrados y asintió con la cabeza.
—…Así era.
—Dicen que los monjes de Tíbata nunca comen seres vivos. Ni siquiera consumen trigo o arroz cultivados de forma artificial.
—Entonces, ¿qué comen?
—Solo comen plantas que encuentran en la naturaleza.
—…¿Vegetales?
—Sí. Col, zanahorias, pimientos, tomates, ese tipo de cosas. Los vegetales no engordan, aunque se coman en grandes cantidades.
—¡…!
Grace abrió los ojos con asombro.
Era la primera vez que escuchaba algo así.
En el imperio existía el concepto de ‘dieta’, pero se refería a métodos extremos de ayuno.
El conocimiento de que comer vegetales no engordaba tanto como comer carne no estaba generalizado.
Por eso, Grace, con una expresión de duda, dijo:
—Pero los elefantes solo comen vegetales y son enormes.
—Oh, eso es un insulto para los elefantes. No es que estén gordos, es que nacen con un gran tamaño.
—…
—No hay ningún animal que coma solo hierba y tenga un sobrepeso excesivo. Te lo garantizo. Así que intente cambiar su dieta y comer más vegetales.
Una vez que se sienta cómoda comiendo vegetales, podría añadir huevos, pan y carne.
Si iba agregando distintos alimentos poco a poco, Grace eventualmente podría comer de manera normal.
Era un conocimiento que Siana había adquirido tras leer numerosos libros en la biblioteca.
Aunque Grace seguía pareciendo poco convencida, finalmente asintió.
—…Lo intentaré.
Siana sonrió ante la respuesta inesperadamente sincera.
Así que realmente estaba pidiendo ayuda de verdad.
Pero esto no era el final.
No importa cuánto diga que los vegetales no engordan, el miedo de la princesa Grace hacia la comida no desaparecerá de inmediato. Y si recupera el apetito, podría terminar comiendo otro tipo de alimentos.
Entonces, Grace se vería atrapada nuevamente por el impulso de vomitar todo. Eso también debía resolverse.
—Alteza, después de cada comida, intente hacer ejercicio. El movimiento del cuerpo ayuda a quemar las calorías que ingiere.
Grace frunció el ceño. Después de todo, para una princesa, ‘ejercicio’ estaba tan lejos como ‘trabajo’.
—El ejercicio es algo que solo hacen los caballeros para entrenar su cuerpo.
—No todo ejercicio es tan riguroso. Cualquier tipo de movimiento cuenta como ejercicio. ¿Le gusta dar paseos?
Era la forma de ejercicio más simple y accesible. Sin embargo, Grace sacudió la cabeza.
—No me gustan los paseos.
Esto se debía a que el sol podría dañar su piel. A pesar de usar un parasol, había límites.
—Lo que más admiran de mí es mi rostro blanco. No puedo permitir que mi piel se dañe.
Al escuchar esto, Siana frunció el ceño. Entendía el significado de esas palabras.
Una princesa elegante y delicada. Grace deseaba mantener esa imagen.
No es por deseo propio, sino por la conciencia de las miradas de los demás.
Siana sentía pena por Grace, sabiendo lo vacío y doloroso que podía ser ese pensamiento. Sin embargo, no dijo nada al respecto. Grace no lo aceptaría en ese momento y podría incluso desconfiar de Siana por no entenderla.
En lugar de eso, Siana pensó que era mejor encontrar un ejercicio que se ajustara a Grace y recomendarlo.
Si no le gusta exponerse al sol, montar a caballo o hacer senderismo también podría ser difícil para ella. ¿Qué opción sería buena?
Fue en ese momento cuando Chuchu, que estaba de pie al lado, intervino.
—Princesa, ¿qué le parece hacer ejercicio conmigo en el interior de la habitación?
Chuchu levantó sus gruesos brazos y los flexionó, mostrando sus musculosos bíceps.
—Esto no es solo músculo pegado. Todo esto lo conseguí con esfuerzo. ¡Estoy segura de que puedo entrenar a otros también!
La actitud enérgica de Chuchu hizo que Grace frunciera el ceño, con una expresión de incredulidad.
¿De verdad estás hablando en serio? ¡No quiero convertirme en una musculosa como tú!
Pero antes de que Grace pudiera responder, Siana aplaudió con fuerza.
—Eso suena bien.
—¡¿Qué?!
—El ejercicio en interiores le permitirá evitar la exposición al sol y no tendrá que preocuparse por las miradas de los demás. Además, Chuchu conoce bien sus circunstancias, por lo que no se sentirá incómoda.
—¡Pero…!
Antes de que Grace pudiera escapar con excusas, Siana remató.
—Alteza, ¿no ha notado que últimamente le tiemblan los dientes al tragar la comida? Y que le duele un poco la garganta también.
—¡…!
Siana habló mirando a Grace con seriedad.
—Está dañando su cuerpo con el vómito constante. Si continúa con esta condición, se volverá aún más grave. Sus dientes comenzarán a caerse uno a uno y su garganta se lastimará tanto que no podrá tragar más comida.
—…
—Entonces, será el fin.
No se trataba solo de perder belleza. Era una cuestión de vida o muerte.
Era una amenaza contundente. El rostro de Grace se volvió pálido al comprender el significado.
Después de un momento, Grace respondió.
—…Está bien. Haré ejercicio con Chuchu.
—¡Genial!
Chuchu levantó sus gruesos brazos en señal de victoria, mostrando una expresión de gran alegría.
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