⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
El almacén de provisiones.
Siana, quien estaba verificando los suministros sola en la bodega en plena noche, levantó sus orejas como un conejo alerta.
Siana giró la cabeza bruscamente.
Tal como esperaba, allí estaba un hombre que no encajaba en absoluto en ese lugar. Era Rashid.
Siana frunció el ceño.
¡Otra vez, otra vez!
Rashid, quien había visitado el almacén de provisiones hace unos días, había comenzado a frecuentarlo por toda clase de excusas desde entonces.
Que quería comer frutas secas colgadas en racimos en el almacén.
Que quería ver qué nuevos alimentos habían llegado.
Que estaba buscando snacks para los animales pequeños.
Excusas tan triviales como si fuera un holgazán sin nada mejor que hacer merodeando por una tienda del barrio.
Pero Rashid no era un simple holgazán. Era el príncipe heredero, el foco de atención de todo el palacio. Si se llegaba a saber que Rashid había visitado este lugar repetidamente durante varios días, nadie sabría qué rumores podrían circular, y Siana se vería arrastrada a ellos.
¡De ninguna manera quiero estar involucrada en escándalos de ese tipo!
Siana frunció el ceño y miró a Rashid con disgusto.
Rashid, como si le pareciera adorable la expresión disgustada de Siana, estalló en una sonrisa.
Rashid habló con suavidad, como si estuviera calmando a un animal pequeño.
—No te preocupes, Siana. Soy el príncipe heredero de este palacio. Puedo saber todo lo que sucede en el palacio y, al mismo tiempo, puedo ocultar cualquier cosa que desee.
Tan pronto como terminó de hablar, Sol, el caballero que lo escoltaba, asomó la cabeza y dijo:
—Es cierto. Ya hemos tomado medidas para que no se filtre ninguna palabra, así que no se preocupe.
A pesar de que los dos hombres, el hermoso príncipe sonriente y el robusto caballero que parecía tener músculos hasta en el cerebro, no parecían muy confiables, sus palabras eran ciertas.
El príncipe ha estado viniendo al almacén de provisiones durante varios días, pero no se ha filtrado ninguna noticia. Incluso las doncellas parecen no tener idea.
No sabía qué trucos habían utilizado, pero claramente mantenían su visita en secreto.
Menos mal. No estará en su sano juicio, pero al menos sabe cómo ocultarlo.
Siana suspiró levemente mientras levantaba la cabeza.
Para entonces, el caballero Sol había salido del almacén con la excusa de tener que revisar los alrededores, y solo Rashid permanecía allí, de pie.
—¿Por qué ha venido esta vez?
Rashid, girando los ojos como si estuviera pensando, respondió:
—Vine porque tenía sed mientras caminaba.
Como siempre, una excusa trivial.
Pero, ¿qué podía hacer?
De un lado estaba el príncipe heredero, y del otro, una simple doncella. Si tenía sed, la doncella debía apresurarse a traerle agua.
Siana, con una sonrisa profesional de doncella, preguntó:
—¿Qué bebida desea?
El rostro de Rashid se iluminó, como si hubiera sido un invitado molesto al que finalmente se le permitía quedarse.
Justo cuando estaba decidiendo qué tipo de té pedir, un sonido inesperado salió de la boca de Rashid.
—¡Achoo!
—…
Siana abrió los ojos en sorpresa y miró a Rashid.
Rashid también parpadeó, sorprendido por el sonido que acababa de hacer.
En el almacén de provisiones había tantos alimentos que también volaban muchas pequeñas partículas. Por eso, a menudo se estornudaba mientras se trabajaba en ese lugar. Sin embargo…
—¡Achís!
Cuando de nuevo salió un pequeño estornudo, Siana frunció el ceño.
No me digas…
Siana era muy perspicaz, como un animal herbívoro que reacciona rápidamente incluso a los sonidos más pequeños para sobrevivir.
Siana, quien había notado algo extraño en el pequeño estornudo, preguntó:
—¿Acaso no es solo sed? ¿Te duele un poco la garganta?
Rashid asintió con la cabeza.
—También siento la boca seca.
Rashid volvió a asentir.
Con una expresión de certeza, Siana extendió la mano y tocó la frente de Rashid, que estaba caliente.
—¡Tienes síntomas de un resfriado!
—¿…?
Ante la exclamación de Siana, Rashid puso una cara inocente, como si no entendiera cuál era el problema.
Siana no podía creerlo.
—¿Me has escuchado?
—Sí.
—Tienes un resfriado. No deberías estar por aquí vagando como un holgazán sin nada que hacer, sino descansando en cama.
Sin embargo, Rashid, en lugar de preocuparse, respondió con tranquilidad:
—Desde que tenía 13 años he vivido en el campo de batalla. He sido cortado por espadas enemigas, me he caído de caballos y me he roto huesos. Incluso estuve a punto de morir por el veneno de una flecha que casi destrozó mis entrañas.
Las horribles palabras provenientes de su hermoso rostro hicieron que el rostro de Siana se contorsionara.
—¿Y qué?
—Comparado con eso, esto no es nada. Es como si solo una hoja rozara.
En resumen, en comparación con la vida o muerte en el campo de batalla, un resfriado no era algo de lo que preocuparse.
En lugar de dejarse llevar por sus palabras, Siana murmuró fríamente:
—Qué lógica tan absurda.
—…
—¿Y qué pasa si esa hoja que te rozó está impregnada de veneno? Un veneno mortal que podría quitarte la vida.
—…
—Aunque parezca algo insignificante, hay que tener cuidado. Nunca se sabe cómo puede empeorar una enfermedad.
Así que es mejor que te vayas ahora.
Justo cuando estaba a punto de decir eso, Siana cambió de opinión. Sabía que, aunque el hombre frente a ella sonreía y parecía escuchar bien, podía ser testarudo en las cosas más extrañas.
—Te acompañaré hasta el palacio.
—¡¿…?!
Tal como esperaba.
Rashid no solo no se opuso, sino que asintió con una sonrisa radiante. Luego la siguió de cerca, casi como un perrito siguiendo a su dueño.
Y detrás de Rashid, el caballero Sol lo siguió también.
Siana solo esperaba que nadie viera este bochornoso ‘tren humano’. Por favor.
Finalmente, Siana llevó a Rashid al palacio del príncipe heredero sin problemas.
—Entonces, entra a tu dormitorio y descansa bien. Yo me marcho ahora.
Siana hizo una reverencia y estaba a punto de darse la vuelta cuando Rashid le agarró el dobladillo de su vestido.
—Siana, me duele más la garganta que antes. Y creo que también me siento más caliente.
¿Por qué me dices esto a mí?
En tu palacio también hay doncellas. Deberías pedirles a ellas que te cuiden.
Eso es lo que Siana quería decir.
Pero la mirada de Rashid era tan lastimera que no pudo hacerlo, como un perro enfermo aferrándose a su dueño, temiendo ser abandonado.
Haa. Si me miras así, no puedo simplemente dejarte.
Al final, Siana terminó cuidando al príncipe heredero, algo que nunca había planeado.
Siana entró al dormitorio junto con Rashid.
Había visitado muchas veces la sala de estar adornada con árboles y flores, pero era la primera vez que entraba en el dormitorio de Rashid.
Siana abrió los ojos con asombro.
La habitación era enormemente espaciosa, como correspondía al dormitorio del príncipe heredero. Sin embargo…
Está tan vacía.
Dentro de la enorme habitación solo había una gran cama, un grueso edredón y algunos muebles.
Era como si fuera la habitación de un extraño que solo se alojaba temporalmente en el palacio.
Con una expresión compleja, Siana miró la habitación desolada.
—¿Qué pasa?
Ante la voz de Rashid, Siana volvió en sí y dijo:
—No es nada. Solo acuéstate en la cama.
Al oír la palabra ‘cama’, Rashid entrecerró los ojos, mostrando una expresión extrañamente divertida.
Siana, con el rostro serio, se dirigió a él:
—Te lo he dicho antes. Tienes un resfriado, así que necesitas descansar bien.
—…
—Si no te sientes mal, me voy ahora mismo…
—Achís.
Con un estornudo perfectamente sincronizado, Rashid se metió rápidamente bajo las sábanas.
Soy un paciente. Un paciente muy enfermo.
Eso decían sus ojos.
Después de asegurarse de que Rashid estaba acostado tranquilamente, Siana comenzó a moverse apresuradamente.
Poco después, Siana trajo una taza de té humeante.
—Es leche con miel y jengibre. Te ayudará a aliviar la garganta.
—…
Rashid la miró fijamente antes de tomar la taza obedientemente.
Después de dar un sorbo a la leche, Rashid entrecerró los ojos suavemente.
Con la cara ligeramente sonrojada por la fiebre, dijo:
—Todo lo que preparas sabe delicioso.
—……
Siana no pudo decir nada por un momento.
¿Cómo es posible esto?
El hombre que decía haber estado en el campo de batalla desde los trece años.
El asesino que había matado a tantas personas.
El príncipe heredero que estaba involucrado en la lucha por el trono.
¿Cómo puede sonreír así como un niño?
Desde que nació como princesa y se convirtió en doncella, Siana había conocido a muchas personas.
Pero nunca había conocido a alguien como Rashid.
Frunciendo el ceño, Siana dijo:
—Realmente eres una persona extraña, alteza,
Rashid no se enojó porque una doncella se atreviera a hablarle así al príncipe heredero.
Tampoco esbozó una sonrisa torcida como si no pudiera creer lo que escuchaba.
Simplemente asintió con la cabeza mientras sus ojos se curvaban suavemente.
—Ya veo. Soy un hombre extraño.
—……
—¿Y qué tal un hombre extraño?
—¿……?
—¿Es de tu gusto?
—¿…?
—Eso me alegraría.
—¡…!
Al darse cuenta del significado de las palabras de Rashid, el rostro de Siana se sonrojó intensamente.
¡Que un príncipe le dijera algo tan atrevido a una doncella inocente!
¡Era un evidente acoso!
Pero Siana no se atrevió a reprochárselo.
Porque, entre el cabello plateado ligeramente despeinado, los ojos púrpuras brillantes que asomaban eran… realmente, demasiado hermosos.
¡Ese rostro es el problema!
Siana cerró los ojos con fuerza y luego los abrió de golpe mientras gritaba:
—Por la forma en que hablas tonterías, parece que te sientes peor de lo que pensaba. Será mejor que duermas ya.
Antes de que Rashid pudiera decir algo más extraño, le subió la manta hasta el pecho.
Como si le estuviera diciendo que se durmiera rápido y no pensara en otra cosa.
Rashid, atrapado bajo la manta como un capullo y dejando solo su rostro expuesto, sonrió mientras decía:
—Qué bueno que me resfrié. Gracias a eso, recibo este tipo de atención de ti.
La voz de Rashid, cargada de genuina alegría, hizo que Siana frunciera el ceño.
Cada día que pasaba, el hermoso príncipe heredero parecía estar más fuera de sí.
Y aunque Siana no lo sabía, eso solo ocurría cuando había una pequeña doncella frente a él.
FIN DEL EXTRA #5
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