⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

Kiran habló mientras Caroline estaba entre ellos.  

—Perdí a esa persona por culpa de algún maldito sediento de sangre, pero la encontraré. No volveré a dejarla escapar.

Rashid bajó la mirada y dijo:  

—Rezo para que tu deseo se haga realidad.

Pues bien, como quieras.  

Kiran asintió con una expresión desafiante.  

Caroline, que estaba entre ambos, pensó con una expresión de disgusto.  

¿Qué les pasa a estos locos?

Tan pronto como salieron del salón, Caroline golpeó a Kiran en la espalda.  

—¡Oye, ¿es que quieres morir?! ¡Te dije que no dijeras tonterías frente a Su Alteza el Príncipe Heredero!

Kiran esquivó el golpe de su hermana y frunció el ceño.  

—¡Pero si no hice nada!

Kiran ni siquiera insultó al príncipe heredero ni le agarró del cuello.  

—Contuve las ganas de causar problemas al príncipe heredero y (de alguna manera) fui educado.  

Caroline se llevó una mano a la frente, que empezaba a dolerle.  

Que esas tonterías y esa actitud despreocupada fueran consideradas educación…  

Al menos, porque el príncipe heredero también estaba igual de loco que él.

De no ser así, por muy querido que fuera Kiran por su madre, la líder de la compañía Mystic, le habrían cortado la cabeza en el acto.  

Caroline suspiró y luego fulminó con la mirada a Kiran.  

—Tan pronto como termine el Banquete de Rosas, desaparece de mi vista. Ve a buscar a esa Siana o Suran o lo que sea. No te quedes rondando y fastidiándome.

Kiran resopló con indiferencia ante la amenaza de su hermana.  

—No te preocupes. Eso es exactamente lo que pienso hacer.

Una vez que asistiera al Banquete de Rosas, terminaría con la tarea que su madre, la líder de la compañía, le había encomendado.  

Después de eso, Kiran planeaba no regresar a la compañía y comenzar la búsqueda de Siana en serio.  

Kiran abrió el reloj de bolsillo que colgaba de su cuello y miró el retrato de Siana.  

Princesa Siana, no importa dónde esté, la encontraré. Así que, por favor, espere un poco más.

Con un rostro lleno de añoranza, Kiran recordaba a Siana, sin tener la menor idea de que Siana acababa de pasar a su lado caminando apresuradamente.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

En el salón de baile del palacio del príncipe heredero.  

Rashid y Siana se saludaron mientras se miraban el uno al otro.  

Era el final de la práctica de baile de ese día.  

Siana enderezó la espalda, que había inclinado ligeramente, y miró a Rashid a los ojos.  

—Gracias por su esfuerzo, Su Alteza.

Rashid entrecerró los ojos suavemente.  

—Gracias a ti.

Siana, con una sonrisa radiante, aclaró la garganta y dijo:  

—Hoy es la última práctica de baile. Por favor, asegúrese de no olvidar los movimientos y el ritmo.

Con esas palabras, la sonrisa de Rashid se desvaneció de inmediato.  

A partir de mañana, Siana no volvería al palacio del príncipe heredero.  

El Banquete de Rosas se celebraría en tres días.  

Con tan poco tiempo antes del banquete, Rashid estaría ocupado.  

Tendría que recibir a los invitados que llegaran antes del banquete y asegurarse de que todo estuviera listo para el evento.  

Aun así, con la expresión de un gato abandonado que no quería quedarse solo, Rashid dijo:  

—¿Realmente tiene que ser así? Por mucho que esté ocupado, siempre habrá tiempo para verte.

Pero Siana fue inflexible.  

—Sí, realmente tiene que ser así. No quiero molestarlo cuando estará tan ocupado, Su Alteza. Y también necesito tiempo para prepararme para el banquete.

Era cierto.  

Para asistir a un banquete de esa magnitud, una mujer tenía muchas cosas que preparar.  

Especialmente Siana.  

Tenía planeado aparecer en el Banquete de Rosas con un aspecto tan distinto que nadie podría reconocerla.  

Recordando eso, Rashid sintió una curiosidad repentina.  

No podía imaginar que la Siana que estaba frente a él, tan redonda y adorable, pudiera aparecer con una apariencia completamente diferente.  

—No vas a usar una máscara ni a pedirle ayuda a un mago. Entonces, ¿cómo vas a cambiar tanto que parecerás otra persona?

Siana sonrió.  

Era una sonrisa traviesa, como la de una niña que había preparado una sorpresa.  

—Lo verá en el Banquete de Rosas dentro de tres días.

—……

Siana levantó ligeramente su falda y se inclinó ante Rashid, que la miraba absorto.  

—Entonces, nos veremos ese día, Su Alteza.

No como una doncella, sino como la compañera del príncipe heredero.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

El día del Banquete de Rosas.  

Siana se levantó temprano y abrió la ventana para respirar el aire fresco.  

El lugar donde Siana se encontraba ahora era una casa fuera del palacio.  

Era un escondite que el caballero Sol había preparado a petición de Siana.  

Era parte del plan para convertirse en la compañera secreta del príncipe heredero de manera más perfecta.  

Irá más natural que llegara al salón de baile en un carruaje desde fuera del palacio, como si fuera una invitada de fuera, en lugar de ir directamente desde el Palacio Ruby.

Siana estiró los brazos y se desperezó.  

Tenía que empezar a prepararse para asistir al banquete por la tarde.  

Clic.  

La puerta se abrió y dos mujeres entraron.  

Eran Nini y Nana, que habían venido para ayudar a Siana a arreglarse.  

—Se ha levantado temprano, señorita Siana.

—¿Cómo quiere que le sirvamos el desayuno?

Siana negó con la cabeza.  

—Voy a saltarme el desayuno.

Por un día, era mejor no comer nada, ya que con el corsé ajustado y las enaguas voluminosas, sería difícil incluso ir al baño.  

Aris, que estaba detrás de Nini y Nana, murmuró:  

—Debes tener hambre.

Siana abrió los ojos de par en par.  

—¿Princesa, ya se ha levantado?

Aún era temprano en la mañana.  

Era la hora en que la princesa, que siempre dormía hasta tarde, normalmente estaría durmiendo profundamente.  

Aris, en pijama, se dejó caer en el sofá junto al tocador y dijo:  

—Ya te lo dije. Quiero verlo todo, de principio a fin.

Aris había venido hasta aquí no porque pudiera ayudar mucho a Siana, sino porque quería ver cómo se transformaba.  

—Jejeje, me encanta esto. Es como en las novelas románticas, cuando la protagonista humilde se transforma en una princesa deslumbrante.

Siana sonrió levemente al ver cómo Aris brillaba de emoción al imaginar la transformación.  

Siana les entregó a Nini y Nana un papel.  

—He hecho un boceto rápido del peinado y el maquillaje que quiero llevar hoy.

Nini y Nana asintieron con admiración.  

—Seguro que si la arreglamos así, nadie reconocerá a la señorita Siana.

—Y además, combinará perfectamente con el vestido.

Siana sonrió suavemente.  

—Entonces, ¿empezamos?

Nini y Nana asintieron con rostros seguros.  

Primero, Nini agarró un pincel de maquillaje entre los dedos y lo giró hábilmente.  

—Dejen el maquillaje en manos de Nini. Me he entrenado con el mejor maquillador de la capital para este día. Mis manos pueden convertir a una viejecita arrugada en una joven de quince años llena de frescura.

Nini comenzó a maquillar a Siana con una destreza que reflejaba su confianza.  

Definitivamente había valido la pena dedicar el último mes al cuidado de la piel.  

La piel de Siana estaba tan suave como la de un niño, lo que hacía que el maquillaje quedara perfecto.  

Luego llegó el turno de Nana.  

Nana sostenía una plancha caliente en la mano, un instrumento que, a primera vista, podría parecer intimidante, pero que se usaba para rizar el cabello.  

Nana sonrió con picardía y dijo:  

—Dejen el peinado en manos de Nana. Les mostraré la magia de convertir una cabeza brillante y calva en una melena larga y abundante, y el cabello liso y tieso en rizos brillantes.

Las manos de Nana se movieron con delicadeza.  

Desde la base hasta el toque final, el proceso de maquillar y rizar cada mechón de cabello era algo que tomaba mucho tiempo.  

Aris, que observaba a las tres doncellas desde el sofá, comenzó a cabecear de sueño.  

¿Quién sabe cuánto tiempo pasó?  

—Princesa, princesa. Despierte.

La voz de Nini hizo que Aris abriera los ojos lentamente.  

A través de su vista aún nublada por el sueño, pudo ver a Siana, que se mantenía erguida, con Nana detrás de ella ajustando un lazo.  

Poco a poco, su visión se aclaró y la imagen de Siana se volvió nítida.  

—¡…!

Aris, que la miraba atónita, pronto mostró una expresión de asombro, como si estuviera presenciando la cosa más impresionante del mundo.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

Fiel a su nombre, el Banquete de Rosas se celebró en el enorme jardín del palacio imperial.  

En el jardín, miles de rosas cultivadas especialmente para este día estaban en plena floración.  

Las rosas venían en una variedad de colores:  

Rojas, azules, moradas, blancas, rosas, amarillas.  

Cada rosa, en su esplendor, era tan hermosa como una joya.  

En ese hermoso salón de banquetes, donde se mezclaban la emoción primaveral y el romanticismo de las rosas, la gente comenzó a entrar en parejas.  

Como era un banquete organizado directamente por el palacio imperial, todos los asistentes eran personas de familias distinguidas.  

Entre ellos, había alguien que destacaba notablemente, incluso entre los que vestían elegantes vestidos y tenían modales refinados.  

Era la tercera princesa imperial, Grace.  

Grace tenía una apariencia completamente diferente a la de antes.  

Su largo cabello, que una vez fue negro como el ébano, ahora estaba cortado corto, y su rostro, casi sin maquillaje, revelaba claramente sus rasgos naturales.  

Llevaba un vestido ajustado que dejaba al descubierto su espalda y brazos, que ya no eran tan delgados como antes.  

Sus músculos pequeños y bien definidos le daban un aspecto robusto.  

No tenía nada del aspecto tradicional de una ‘princesa’.  

Los nobles mayores fruncieron el ceño y murmuraron sobre su apariencia inusual, pero los nobles más jóvenes no lo vieron así.  

—Es hermosa, aunque de una manera diferente a la de antes.

—Es cierto. Se parece a un leopardo negro, sano y fuerte.

Especialmente, las jóvenes que habían envidiado o sentido celos de Grace en el pasado se ruborizaron.  

Como si estuvieran frente a un príncipe encantador de un cuento de hadas.  

Sin embargo, a Isaac, que estaba al lado de Grace, no le agradaba en absoluto este ambiente.  

Isaac, consciente de las miradas de la gente, sonrió suavemente y susurró a Grace:  

—Princesa, se lo pedí encarecidamente. No me importa cuánto coma o cuánto ejercicio haga en su vida diaria, pero al menos por hoy, le rogué que usara el vestido que le envié.

¿Era tan difícil hacerlo?  

Su tono reflejaba un leve reproche.