⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Sin embargo, Grace respondió con indiferencia:
—Pensé en probármelo, pero el vestido era tan pequeño que no pude ponérmelo.
—¿Qué, qué está diciendo?
—Isaac, tienes ojos, así que debes darte cuenta. Últimamente, he crecido mucho, así que una talla tan pequeña no me queda.
Claro, si me forzara a adelgazar y apretara mi cintura con un corsé, tal vez podría ponérmelo.
Pero Grace no tenía la menor intención de hacer semejante esfuerzo para ponerse un vestido que parecía ropa de muñeca, lleno de encajes.
Grace murmuró:
—Si tanto te gusta ese vestido, ¿por qué no lo usas tú?
—¿Qué, qué dijiste?
El rostro de Isaac se torció al escuchar las palabras de Grace.
No queriendo oír las quejas de Isaac, Grace se levantó.
Isaac abrió los ojos de par en par.
La mirada de Grace, que se mantenía erguida, estaba por encima de él.
Grace esbozó una sonrisa.
Vale la pena haberme puesto tacones tan altos a propósito.
Cuando estaba con Isaac, Grace solía usar zapatos de tacón bajo deliberadamente.
Quería parecer al menos una cabeza más baja que él.
Pero ahora no tenía ese pensamiento en absoluto.
De hecho, disfrutar de la sensación de mirar a su prometido desde arriba, viendo su cara torcida, no le parecía nada mal.
—Pareces no estar muy contento con mi apariencia, pero por suerte yo siento lo mismo. En lugar de seguir juntos y molestarnos, deberíamos separarnos.
—¡…!
Era algo absurdo.
Por muy distanciados que estuvieran últimamente, seguían siendo una pareja comprometida.
Y ahora ella hablaba de separarse.
¿Qué pensará la gente si nos ven separados?
Pero Grace no le prestó atención y se dio la vuelta bruscamente.
El prometido por el que había empezado a perder afecto, ahora le molestaba solo con verlo.
Ya no tenía razones para seguir intentando agradarle.
En cuanto termine el Banquete de las Rosas, hablaré con mi madre sobre romper el compromiso.
La Emperatriz consorte Laila frunciría el ceño, pero seguramente accedería a su petición.
Aunque no le prestaba demasiada atención, generalmente le concedía los deseos a su hija.
Sin saber lo que pasaba por la mente de Grace, Isaac se apresuró a seguirla con una sonrisa forzada.
—Princesa Grace, por favor, no se moleste. Nunca pretendí criticar su apariencia. Hoy está tan hermosa como siempre. Solo mencioné que, a los ojos de los demás, sería mejor que usara un vestido como los de antes.
Mientras seguía diciendo tonterías de ese tipo.
Las personas a su alrededor susurraban mientras observaban la escena extraña.
Entre ellas estaban Caroline y Kiran, representantes de la Compañía Mystic.
Caroline, con los ojos brillantes, comentó:
—Vaya, el príncipe heredero es increíblemente apuesto, pero la princesa también lo es. He oído que la familia imperial del Imperio tiene muchos miembros bellos, y parece que es cierto.
Sin embargo, Kiran, su hermano, simplemente masticaba una galleta en la mesa sin mostrar interés.
Su rostro mostraba una expresión indiferente, como si no le importara si había diez o cien bellezas.
Caroline, con una mirada molesta, habló:
—¡Oh! ¿Será la princesa Siana?
—¿Dónde?
Kiran levantó la cabeza de repente, reaccionando rápidamente como un rayo.
Caroline continuó con una sonrisa maliciosa:
—¡Oh, no, no es ella! Me confundí porque el color del cabello era similar.
Fue entonces cuando Kiran, al darse cuenta de que su hermana lo había engañado, frunció el ceño y apretó los puños.
—Te dije que no me gastaras estas bromas infantiles.
—Eres un tonto por caer en una broma tan infantil. No importa lo distraído que estés, piénsalo. No hay manera de que la princesa Siana esté aquí.
Este era el Banquete de las Rosas, donde solo estaban invitados por la familia imperial.
No había manera de que la princesa Siana, de un reino derrotado, estuviera aquí.
Caroline le dio un golpecito en la frente a Kiran y le dijo:
—Deja de decir tonterías, como cuando viste al príncipe heredero. Mantén la calma. Todas las personas aquí son clientes potenciales de la Compañía Mystic, personas con mucho dinero.
—Humph.
—Si cometes otro error esta vez, no te lo perdonaré. No permitiré que vuelvas a buscar a la princesa Siana. Te encerraré desnudo y bien atado, para que ni siquiera pienses en encontrarla.
Sabiendo que la espantosa amenaza de su hermana iba en serio, Kiran se contuvo, aunque maldijo en su interior.
Está bien, solo por hoy me portaré bien. Mi hermana dijo que si lo hago, me ayudará a encontrar a la princesa Siana.
Eso era lo único que importaba para Kiran.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
El salón de banquetes comenzó a llenarse de murmullos.
El príncipe heredero Rashid, organizador del Banquete de las Rosas y representante del Emperador, había hecho su entrada.
—¡Kyaa!
Gritos agudos resonaron por todas partes.
Todo debido a la apariencia increíblemente hermosa del príncipe heredero.
Su cabello plateado, símbolo de la línea de sangre imperial, sus largas pestañas del mismo color, y sus ojos violetas que brillaban debajo.
Era un rostro delicado, completamente en desacuerdo con su apodo escalofriante, ‘El Príncipe de Sangre’.
Sin embargo, su cuerpo, cubierto con un uniforme azul marino, estaba lleno de músculos firmes.
Como si ese cuerpo demostrara la veracidad del apodo que su rostro no podía reflejar.
Todos en el salón de banquetes miraban al príncipe heredero con expresión atónita.
Poco a poco, algunos comenzaron a recobrar el sentido y expresaron su asombro.
Pero, ¿por qué Su Alteza está solo?
Todos los asistentes debían ir acompañados de una pareja. Eso aplicaba también al organizador.
Era una tradición que se había mantenido a lo largo de los años en el Banquete de las Rosas.
Como si hubiera leído sus pensamientos, Rashid se dirigió a los nobles:
—No se preocupen. Mi pareja llegará en breve.
Al escuchar eso, algunos nobles fruncieron el ceño.
Aunque todavía no había comenzado oficialmente el banquete, hacer esperar al príncipe heredero se consideraba una falta grave.
Pero Rashid parecía no preocuparse en lo más mínimo.
Mientras observaban a Rashid, quien se mantenía con una expresión tranquila, las mujeres que estaban a un lado fruncieron el ceño.
¿Quién puede ser la pareja de Su Alteza para que espere con una expresión tan serena?
Ya había muchos rumores circulando al respecto.
Se decía que era una princesa extranjera.
O tal vez una dama noble que venía de las lejanas tierras del norte.
En cualquier caso, para las numerosas damas nobles que admiraban a Rashid, la conclusión era la misma: quienquiera que fuera esa mujer, era su enemiga.
Voy a ver con mis propios ojos cuán especial es.
Si es alguien que no está a la altura de Su Alteza, la avergonzaré.
Rashid, ajeno a los pensamientos feroces de las mujeres, tenía una idea inocente en mente.
Siana, deseo verte pronto.
Habían pasado tres días desde la última vez que vio a Siana.
Rashid deseaba verla cuanto antes.
Sin embargo, en contraste con el deseo de Rashid, Siana había informado que llegaría justo a tiempo para el inicio del banquete.
⌜ El concepto que mostraré en el Banquete de las Rosas será el de una princesa orgullosa y arrogante. ⌟
Rashid se había reído mucho al leer esa frase en la carta.
Orgullosa y arrogante, vaya.
No era para nada como la Siana que él conocía.
Como dijo que nadie la reconocerá, seguramente vendrá con un aspecto completamente diferente.
Aun así, su rostro redondo y sus ojos amables no podían cambiar.
Por más que usara un vestido caro y maquillaje pesado, seguiría viéndose adorable.
O eso pensaba Rashid.
Hasta que vio a la mujer que acababa de entrar en el salón del banquete.
Justo antes de que sonara la campana que anunciaba el inicio del banquete, una mujer entró en el salón.
Al principio, nadie en el salón prestó atención a ella.
Sin embargo, una por una, las personas comenzaron a abrir los ojos de par en par y a observarla.
La mujer, como si no le importara en absoluto ser el centro de atención, caminó con paso ligero.
Tac, tac.
—….
Rashid la miró acercarse a él, incapaz de decir una palabra.
Ojos definidos y labios rojos.
Decenas de joyas en forma de rosas brillaban sobre su cabello ondulado color miel.
Un vestido rojo con capas de tela ligeramente diferentes que se amontonaban bajo su busto prominente y cintura estrecha.
La mujer era como una rosa.
Orgullosa, encantadora y con espinas listas para pinchar si te acercabas demasiado.
Cuando la mujer cruzó miradas con Rashid, sus ojos se suavizaron con una sonrisa.
Los ojos de la mujer, tan brillantes y sensuales, eran de un claro color esmeralda.
Rashid, que la observaba atónito, murmuró:
—¿Será posible…?
¿Siana?
Antes de que pudiera pronunciar su nombre, la mujer habló primero.
—Soy Rozeanna. Hoy tengo el honor de estar al lado de Su Alteza durante todo el día.
—….
Rozeanna.
Ese era el nombre falso que Siana le había dado de antemano.
Así que la mujer frente a él era Siana.
Pero Rashid no podía creerlo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Aunque no lo mostraban abiertamente, todos en el salón del banquete echaban miradas furtivas hacia un solo lugar.
Sus ojos estaban fijos en el príncipe heredero Rashid y la mujer con el vestido rojo.
Los nobles murmuraban entre sí.
—Pensaba que la pareja del príncipe heredero sería impresionante, pero es una belleza extraordinaria.
Todos asintieron ante ese comentario.
Incluso las damas nobles, que ardían con la intención de no dejar pasar ninguna imperfección, no pudieron oponerse a la belleza de la mujer.
Y lo mismo sucedía con Rashid, quien estaba al lado de la mujer.
Rashid bajó la mirada hacia ella.
Con un delineado grueso que levantaba sus ojos, y labios rojos como la sangre.
Aun así, no podía creer que esta mujer, tan deslumbrante y altiva, fuera Siana.
Sintiendo la mirada de Rashid, Siana levantó su abanico para cubrir sus bocas y susurró:
—Su Alteza, ¿por qué me mira así desde hace rato? ¿Será que mi maquillaje de ojos se ha corrido?
A diferencia de su rostro, la voz suave y dulce era inconfundiblemente la de Siana.
Por eso, Rashid frunció el ceño.
—Te ves tan diferente que parece que eres otra persona.
Al escuchar esto, Siana soltó una risita.
—Si Su Alteza dice eso, entonces he tenido éxito.
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