⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
No fue un beso ligero como el de un bebé. Fue un beso profundo, cargado de la pasión de un hombre.
Rashid deslizó sus labios por el blanco cuello de Siana mientras susurraba:
—Te amo, mi Siana.
Su confesión continuó durante toda la noche.
Besos intensos, caricias atrevidas.
Con una mirada ansiosa, como si ni siquiera beber agua pudiera saciar su sed.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Siana suplicó con una voz temblorosa:
—Rashid, por favor…
Rashid, con la voz agitada, se disculpó:
—Siana, lo siento…
Rashid nunca había sido un hombre especialmente apasionado.
Incluso cuando recorría los campos de batalla, era tan indiferente a esos asuntos que sus subordinados solían preocuparse, preguntándose: ¿Acaso Su Alteza el Príncipe Heredero tiene algún problema?
Pero aquellas preocupaciones fueron infundadas.
Rashid no soltaba a Siana de sus brazos.
Siana, con las manos temblorosas, trató de empujarlo.
—Ya basta…
Rashid siempre había cumplido todos los deseos de Siana.
Desde los más pequeños hasta los más grandes, incluso aquellos que podían sacudir todo un imperio.
Pero esta vez fue diferente.
Abrazando el frágil cuerpo de Siana, Rashid susurró:
—Solo un poco más.
Los ojos de Siana se llenaron de lágrimas.
Ah… ¡Dios mío!
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
El Emperador y la Emperatriz no habían salido de la cámara nupcial en toda una semana.
Las doncellas del palacio estaban revolucionadas.
—No me digas que hoy tampoco van a salir.
—¡Oh, por Dios!
—Voy a prepararles una comida bien nutritiva. Tenemos que ayudarlos a pasar otra noche ardiente.
Mientras las doncellas, emocionadas, no dejaban de cuchichear sobre la interminable primera noche del Emperador y la Emperatriz, solo Chuchu tenía una expresión preocupada.
Siana… ¿estará bien?
Chuchu lo sabía.
Por muy poderoso que fuera el Emperador, capaz de estremecer todo el imperio con solo un dedo, frente a Siana no era más que un felpudo.
No le preocupaba que el Emperador forzara a Siana.
El problema era…
Siana tampoco es capaz de negarse a Su Majestad.
Siana era amable y siempre se preocupaba por los demás.
Cuando se trataba del hombre que amaba, lo era aún más.
Si Rashid lo deseaba, Siana lo cumpliría, aunque fuera demasiado para ella.
Sin importar lo agotador que fuera.
Al pensar en eso, el rostro de Chuchu se tornó serio.
Apretó los puños, tan grandes como tapas de ollas, y se hizo un firme propósito.
Si hoy tampoco salen, yo misma llevaré la comida a la cámara nupcial.
Incluso pensó en dejarles una nota con el mensaje: ¡Si siguen así, Siana se va a morir! ¡Basta ya!
Si eso no funcionaba, entonces irrumpiría en la habitación para noquear al lobo, es decir, al Emperador.
Afortunadamente, Chuchu no tuvo que llegar a tales extremos.
Porque ese mismo día, la puerta de la cámara nupcial finalmente se abrió.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Después de siete días enteros de primera noche, el Emperador y la Emperatriz por fin aparecieron.
Todos esperaban verlos más cariñosos que nunca.
Pero…
Siana bajó la mirada y dijo:
—Hoy dormiré sola en mi habitación.
El rostro de Rashid se endureció, como si hubiera escuchado algo imposible de procesar.
Pero antes de que pudiera decir una palabra, Siana sentenció con firmeza:
—Mi cuerpo está agotado.
—¡…!
Durante toda una semana, Rashid no había soltado a Siana ni siquiera cuando ella lloraba.
En aquel momento, cegado por la pasión, no se había dado cuenta.
Pero ahora que su razón había vuelto, lo entendía.
Se sintió culpable por haberle exigido demasiado a la frágil y delicada Siana.
Con la actitud de un niño que había cometido una falta, Rashid la miró y sugirió con cautela:
—Entonces llevaré un médico a tu habitación.
Pero una vez más, Siana se negó con firmeza.
—Estoy bien.
—¡…!
—Solo quiero descansar tranquila.
Rashid no pudo detenerla.
Siana pasó junto a él con un rostro inexpresivo, algo completamente inusual en ella.
Rashid solo pudo quedarse allí, con la expresión de un cachorro abandonado, observando su espalda mientras se alejaba.
Desde aquella primera noche, Siana había estado evitando a Rashid.
No solo se negaba a compartir la cama con él.
También había dejado de compartir el té y las comidas diarias, algo que siempre hacían juntos antes del matrimonio.
Las doncellas murmuraban entre ellas:
—Parece que han tenido una pelea.
—Más bien, parece que Su Majestad la Emperatriz está enojada.
Una de las doncellas suspiró con comprensión y comentó con lástima:
—Es normal. Debió ser demasiado agotador para ella en la primera noche.
De cualquier manera, cuando el ambiente estaba tan tenso, lo mejor era permanecer en silencio y pasar desapercibido.
Las doncellas cerraron la boca y se limitaron a hacer su trabajo.
Era como si un invierno inesperado hubiera llegado al palacio en plena primavera.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
A medida que pasaban los días, la atmósfera en el palacio imperial se volvía aún más fría.
La Emperatriz, al menos, parecía estar bien. Siana solo evitaba a Rashid, pero seguía siendo tan amable con los demás como siempre.
El problema era el Emperador.
No es que Rashid estuviera liberando su furia o actuando de manera violenta.
Sin embargo, su sola presencia era abrumadora.
¡Siento que me voy a asfixiar solo con mirarlo!
Los habitantes del palacio recordaron de repente por qué, en el pasado, lo habían apodado ‘El Príncipe de Sangre’.
Incluso el Duque Angelus, el noble más poderoso del imperio, lo notó.
Angelus, quien había sido el leal vasallo que ayudó a que Rashid ascendiera al trono y, al mismo tiempo, el líder de los nobles, le habló con cautela.
—Majestad, debido al reciente aumento de los impuestos, los nobles están sintiendo una gran carga. Dado que son personas que le son profundamente leales, tal vez podría considerar reducir un poco la tasa impositiva…
En ese instante, el Duque Angelus hizo contacto visual con los ojos violetas de Rashid.
El sudor frío comenzó a correr por su espalda.
El Duque bajó la cabeza rápidamente.
—Le diré a los nobles que se callen si quieren seguir vivos.
Con esas palabras, el Duque salió apresurado, casi huyendo.
Sol, el caballero que escoltaba a Rashid y que había presenciado toda la escena, envidió sinceramente al Duque.
Al menos él podía alejarse tranquilamente del Emperador.
Pero Sol no tenía esa opción.
Por más que sintiera que le faltaba el aire, por más que la tensión le revolviera el estómago y sintiera que sus músculos se contraían, no podía hacer nada al respecto.
Él era el caballero guardián del Emperador.
Vaya… aunque logré ascender, ganarse la vida sigue siendo igual de difícil.
Suspirando en silencio, Sol miró a Rashid.
El Emperador tenía una expresión tan feroz que parecía que podía cortar la cabeza de cualquiera en cualquier momento.
Con extrema precaución, Sol habló.
—Majestad, la audiencia ha terminado antes de lo previsto, así que hay bastante tiempo antes del próximo evento. ¿Por qué no regresa a sus aposentos y descansa un poco?
Después de un largo silencio, Rashid murmuró en voz baja.
—Si voy a los aposentos de la Emperatriz…
—…….
—…¿crees que a Siana no le gustará?
Sol no pudo mentir.
—Probablemente no le guste.
Al oír eso, el rostro de Rashid, que normalmente parecía impenetrable, se desmoronó.
Fui demasiado lejos.
La primera noche, Rashid no pudo controlarse. Como si estuviera poseído, buscó a Siana una y otra vez.
Solo una vez más, solo una vez más.
Pero no debería haberlo hecho.
Ahora era demasiado tarde para arrepentirse.
Lo que había sucedido ya no se podía cambiar, y Siana estaba decepcionada de él.
Al ver a Rashid, cabizbajo como un cachorro abandonado, Sol se sintió desconcertado.
Nunca antes había visto a Rashid tan abatido.
—No se deprima tanto. De todas formas, Siana lo ama, majestad. Aunque ahora no quiera verlo, con el tiempo se le pasará. Probablemente.
Pero esas palabras no fueron en absoluto un consuelo para Rashid.
Con una expresión elegante y serena, dijo:
—Estoy tan frustrado que quiero entrenar un poco.
—¡…!
El rostro de Sol palideció como si acabara de recibir una sentencia de muerte, pero no podía huir.
Después de todo, él era el caballero guardián del Emperador.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—Su majestad la Emperatriz, su majestad el Emperador le ha enviado flores.
Ante las palabras de la doncella, Siana giró la cabeza.
La doncella sostenía un enorme ramo de flores en plena floración.
No eran flores comunes. Incluso en primavera, cuando abundaban las flores, era raro ver especies tan exóticas y valiosas.
Observando las flores, que brillaban con más belleza que las joyas, Siana comentó:
—Son hermosas. Decóralas en mi habitación.
—Sí, majestad.
Un rato después, la doncella volvió a hablar.
—Ha llegado un postre que su majestad el Emperador ordenó preparar personalmente en la cocina.
El pastel que la doncella trajo era excepcional incluso a simple vista.
Estaba hecho con el mejor chocolate de Suella, más caro que el oro, y estaba decorado con polvo de oro comestible, esparcido sobre él como estrellas.
La cuchara de oro que lo acompañaba estaba adornada con diamantes.
Pero los regalos del Emperador no terminaban ahí.
Un vestido incrustado con diamantes, jugo hecho con una fruta rara que solo crecía veinte veces al año, un perfume con un intenso aroma a rosas…
Cada pocas horas llegaba un nuevo obsequio.
Mirando todos esos regalos, Siana murmuró con expresión incómoda.
—Si esto sigue así, pronto se esparcirá el rumor de que el Emperador está derrochando por culpa de la Emperatriz.
La princesa Grace, quien estaba de visita en los aposentos de la Emperatriz, se encogió de hombros.
—Bueno, aunque surjan esos rumores, no se puede evitar. Parece que el Emperador está tan ansioso porque no puede ganarse tu perdón.
Chuchu, que estaba junto a Grace, asintió con la cabeza.
—Así es. Dicen que se le ve tan triste que da lástima.
Moviendo los músculos de sus brazos, Grace preguntó con curiosidad.
—Siana, ¿fue tan horrible tu primera noche?
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