⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
—Majestad, tengo un bebé en mi vientre.
Cuando Siana habló con cautela, Rashid se quedó completamente inmóvil.
Después de un largo rato, Rashid extendió la mano y la atrajo con fuerza a su abrazo.
Boom, boom, boom, boom.
Mientras escuchaba el fuerte latido del corazón del hombre, Siana levantó la cabeza. Rashid susurró con los ojos ligeramente enrojecidos.
—Te amo.
Siana sonrió y se frotó contra su pecho.
—Sabía que te pondrías feliz.
Hasta ahí, todo estaba bien. Muy bien.
Al día siguiente, Rashid, con una expresión seria que había reemplazado la felicidad de la noche anterior, dijo:
—Siana, anoche leí un libro sobre el embarazo de las mujeres. Parece que es un período muy difícil para ellas.
Además de eso, sufren náuseas matutinas y comer se vuelve una tortura.
A medida que aumenta el peso, el cuerpo entero se estira y las manos y los pies se adormecen.
Si se enferman, no pueden tomar medicinas porque podrían dañar al bebé.
Para la madre, hay un sinfín de riesgos.
Rashid habló con un rostro serio.
—Por eso, ¿qué te parece si descansas un tiempo del trabajo?
Siana administraba el palacio imperial como Emperatriz y también ayudaba con los asuntos de estado de Rashid.
Además, se ocupaba de la nueva Asilond, por lo que la carga de trabajo era abrumadora.
Tenía que trabajar sin descanso desde temprano en la mañana hasta la noche.
Eso preocupaba mucho a Rashid.
Sabiendo lo que pasaba por su mente, Siana frunció ligeramente el ceño.
Majestad tiene razón.
Es demasiado trabajo para llevarlo a cabo mientras lleva un bebé en el vientre. Pero…
—Quiero seguir trabajando.
—¡…!
Boom. Rashid puso cara de quien ha sido alcanzado por un rayo.
Siana puso su mano sobre la de Rashid y habló.
—No es que vaya a esforzarme demasiado. Por supuesto, reduciré la cantidad de trabajo en comparación con antes y seré lo más cuidadosa posible. Y si mi cuerpo se siente agotado, descansaré de inmediato.
Siana era inteligente y tenía un gran autocontrol.
Por lo tanto, podía trabajar sin excederse, tal como decía.
Sin embargo, a pesar de saberlo, la expresión de Rashid seguía siendo seria.
Con las cejas fruncidas y los labios apretados, su rostro reflejaba preocupación.
Siana, al verlo, arqueó una ceja.
—¿Debería simplemente descansar como usted dice, majestad?
—No.
La respuesta salió disparada como un relámpago.
Por supuesto, Rashid quería que Siana dejara de trabajar de inmediato y se tumbara en una cama mullida, comiendo solo lo que se le antojara.
Pero eso era solo su egoísmo.
Quería dejar que Siana hiciera lo que deseara.
Fuera lo que fuera.
—Haz lo que quieras. Yo también haré todo lo posible para ayudarte.
Ante las palabras amables de Rashid, Siana sonrió ampliamente.
Pero nunca imaginó que ‘hacer todo lo posible para ayudar’ significaría esto…
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Rashid dejó de lado por completo sus deberes como Emperador.
Para ser exactos, dejó en manos de sus subordinados competentes todo lo que no requería su decisión directa.
Después de eso, dedicó todo su tiempo a Siana.
Rashid se encargó de todas las comidas de Siana.
—Siana ha perdido el apetito últimamente. Preparen comidas con frutas frescas. Y eliminen el queso de todos los platos. Solo con olerlo le da náuseas.
Ante la fría orden del Emperador, las sirvientas de la cocina asintieron con rostros tensos.
Pensaban que si no lo hacían bien, estaban condenadas.
Rashid también ayudó con el trabajo de Siana.
—Hay demasiados documentos, así que los leeré primero y marcaré las partes importantes. Ah… hay demasiadas cartas que escribir. Me encargaré de responderlas.
—…Pero, majestad, usted odia escribir.
Lo odiaba tanto que delegaba toda la escritura a sus subordinados.
Sin embargo, Rashid respondió con un rostro serio.
—Precisamente por eso debo hacerlo. Escribir cartas es una tarea agotadora.
Tal como decía Rashid, enviar cartas era sorprendentemente agotador tanto física como mentalmente.
Hasta ahora, para demostrar mi sinceridad a los nobles, les escribía yo misma las cartas en lugar de delegarlo. Si su majestad el Emperador responde, no estarán tan decepcionados.
Por eso, Siana asintió.
—Entonces, te lo encargo.
Gracias a esto, los nobles que esperaban recibir respuestas amables y cariñosas de la Emperatriz terminaron temblando de miedo al recibir las frías y formales cartas del Emperador.
Pero el apoyo de Rashid no terminó ahí.
Se pegó a Siana y la atendió en todo.
La ayudaba a vestirse, le servía el té, e incluso… la bañaba.
—¡Está bien así! ¡Se lo pediré a las doncellas!
Siana gritó con el rostro completamente enrojecido, pero Rashid habló con la mayor seriedad.
—¿Y si alguna doncella comete un error y ocurre un accidente?
—Hasta ahora no ha pasado nada, ¿por qué habría de ocurrir algo?
—La doncella podría albergar malas intenciones y hacer que resbales. O alguien podría sobornarla para que te secuestre. En cualquier caso, es mejor tener cuidado.
Era una afirmación absurda.
El palacio imperial tenía un nivel de seguridad tan alto que era uno de los lugares más seguros del mundo. No había forma de que algo así pudiera ocurrir.
Sin embargo, la mirada de Rashid era completamente sincera, lo que hizo que Siana frunciera el ceño.
Bueno, por muy segura que sea la seguridad del palacio imperial, nunca se sabe qué podría pasar. Además, estoy embarazada, así que es lógico ser aún más cuidadosa.
Al final, Siana asintió con la cabeza en señal de acuerdo.
Rashid sonrió radiante y la tomó en brazos para entrar juntos en la bañera.
Después, la lavó con sumo cuidado, como si estuviera limpiando una delicada copa de cristal.
En sus caricias no había ni rastro del deseo intenso que solía mostrar antes.
Por eso, Siana se sorprendió un poco.
Realmente parece que solo quiere lavarme.
Al disiparse por completo sus sospechas sobre Rashid, Siana cerró los ojos entre la abundante espuma.
Siendo honesta, le gustaba mucho más sentir las grandes manos de Rashid limpiándola que la asistencia de una doncella de baño.
Era una sensación de estar envuelta en el afecto más cálido.
Pero, ¿realmente está bien que esto ocurra?
Rashid no era un hombre cualquiera. Era el noble Emperador del imperio.
Que alguien en su posición redujera su carga de trabajo y dedicara todos sus esfuerzos a cuidar de su esposa podría generar una opinión pública negativa.
Esto no debería estar pasando…
Siana no podía quitarse la preocupación de la cabeza.
Y, lamentablemente, sus presentimientos eran acertados.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Chuchu habló con una expresión preocupada.
—Hay gente que está viendo con malos ojos el hecho de que Su Majestad el Emperador te preste tanta atención.
El corazón de Siana dio un vuelco.
—¿Qué están diciendo?
Chuchu dudó antes de hablar. Pero como Siana le había pedido expresamente que investigara el asunto, decidió ser honesta.
—Dicen que, a pesar de ser el ser supremo del imperio, el Emperador es un hombre débil que se deja manipular por una simple mujer.
—Que la astuta Emperatriz está utilizando al bebé en su vientre como cebo para controlar al Emperador a su antojo.
—Que, si el bebé llega a nacer, el imperio caerá en manos de la Emperatriz.
Siana sintió un mareo repentino.
—¿De verdad se están propagando rumores tan exagerados solo porque Su Majestad se preocupa por mí?
—Por supuesto, esto solo lo dicen unos pocos. La mayoría está encantada al ver cómo Su Majestad el Emperador ama y cuida a Su Majestad la Emperatriz. No te preocupes demasiado.
Pero Siana no podía simplemente ignorarlo.
Ella misma llevaba tiempo dándole vueltas al asunto.
Su Majestad está tomando un camino diferente al de cualquier otro Emperador.
Desde que la tomó como su Emperatriz, Rashid lo había declarado abiertamente: amaría a una sola mujer por el resto de su vida.
Era una afirmación romántica, sí, pero no era algo que un Emperador, cuya responsabilidad era asegurar la prosperidad de su linaje, debiera decir.
Los nobles empezaron a ver el amor de Rashid como una amenaza.
Quizás, por el amor excesivo de Su Majestad, el imperio termine tambaleándose.
Siana entendía sus preocupaciones.
A lo largo de la historia, muchos Emperadores que se habían obsesionado con una sola mujer habían cometido actos irracionales.
Algunos incluso llevaron sus naciones a la ruina.
Nadie en el imperio quiere que el Emperador pierda la cabeza por una mujer y se deje manipular. Ni siquiera si esa mujer es la Emperatriz.
El rostro de Siana se endureció.
Chuchu le acarició la espalda con una expresión de preocupación.
—¿Estás bien, Siana? Creo que no debí haberte dicho nada.
—No, fui yo quien lo pidió.
Aunque estuviera embarazada, debía mantener siempre los oídos abiertos y escuchar todo lo que se decía en el mundo.
Era la Emperatriz, después de todo.
Chuchu la miró con cautela antes de preguntar.
—Entonces, ¿qué piensas hacer?
Siana bajó la mirada.
Había muchas maneras de abordar el problema.
Podía utilizar a los narradores para difundir la idea de que ‘quienes dicen esas cosas son, en realidad, los verdaderos enemigos de la paz del imperio’.
Pero incluso si lo hago, la opinión pública no cambiará demasiado. Es un hecho que Su Majestad me ama tanto que podría considerarse inusual.
Había un método mucho más sencillo.
Que Rashid se moderara un poco.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Rashid habló con una expresión de absoluto desconcierto.
—¿Me estás pidiendo que deje de cuidarte?
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