⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Durante todo el banquete, Grace había escoltado en silencio a Lichton y finalmente habló.
—Dijiste que te hospedarás en la residencia de tu abuelo materno, el Marqués de Brighton, ¿cierto?
—Sí.
—Te llevaré allí.
—Sí.
Lichton asintió y, de inmediato, recuperó el sentido y abrió los ojos con sorpresa.
Por mucho que Su Majestad la Emperatriz le hubiera encomendado escoltarla, nunca imaginó que la princesa la acompañaría hasta su regreso.
Sin embargo, Grace habló con una voz firme y confiable.
—Vamos.
No era solo Su Majestad la Emperatriz Siana.
Las mujeres del imperio eran fuertes.
Lichton recordó esta verdad que había descubierto desde que llegó al imperio y siguió a Grace sin dudarlo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Dentro del carruaje, los dos se sentaron frente a frente.
En el silencio que los rodeaba, Lichton rompió el hielo.
—La popularidad de Su Alteza entre las damas de la nobleza es realmente impresionante.
Tú tampoco te quedaste atrás.
Grace pensó para sí misma antes de responder con humildad.
—Solo un poco.
—He oído que Su Alteza ha estado entrenando su cuerpo desde hace mucho tiempo.
¿Y qué?
¿Le parece curioso? ¿Interesante?
De vez en cuando, algunos olvidaban que Grace era una princesa y se preguntaban, con seriedad, por qué una mujer haría algo así.
Pero cuando ella les agarraba con firmeza los hombros, se asustaban tanto que cerraban la boca de inmediato.
No parece del tipo que diría algo tan grosero…
Entonces, la clara voz de Lichton continuó.
—Es realmente increíble.
—¡¿…?!
Era un cumplido que había escuchado innumerables veces de otras mujeres.
Pero era la primera vez que lo escuchaba de un hombre.
(Para ser precisos, no era la primera vez, pero como los hombres que lo habían dicho antes eran tan irrelevantes, Grace no recordaba a ninguno de ellos).
Pasó un largo momento antes de que Grace abriera la boca.
—¿No te parece extraño que una mujer entrene su cuerpo?
—No. Para nada.
—…….
—Es un esfuerzo por mejorar uno mismo. Creo que es una actitud admirable.
La mirada de Lichton, acompañada de una suave sonrisa, no mostraba ni el más mínimo atisbo de falsedad.
—Y, en lo personal, me gustan los cuerpos entrenados hasta el extremo.
¿Que le gustan?!
El corazón de Grace comenzó a latir con fuerza ante las palabras completamente inesperadas.
—Quiero tener un cuerpo así, así que entreno todos los días, pero no es tan fácil como pensaba. El caballero que me ayuda con mis ejercicios dice que el esfuerzo es importante, pero la genética también influye mucho.
Su corazón, que había latido aceleradamente, se calmó de golpe como si le hubieran vertido agua helada.
Ah, se refería a que quiere un cuerpo musculoso… Yo pensé…
Justo cuando su rostro se enrojecía por una mezcla de vergüenza y una leve sensación de decepción…
Chiiiirrkk.
De repente, el carruaje se detuvo.
El sirviente que abrió la puerta se mostró inquieto mientras hablaba.
—Disculpe, Alteza. La rueda del carruaje se ha atascado en el lodo y no podemos avanzar. Resolveremos el problema de inmediato, por lo que le pedimos que espere un poco dentro del carruaje.
Pero Grace no era del tipo que se quedaba quieta cuando surgía un problema.
Salió del carruaje sin dudarlo, y naturalmente, Lichton la siguió.
Grace inclinó la cabeza para inspeccionar la rueda.
Tal como dijo el sirviente, la rueda estaba hundida en el lodo húmedo por la lluvia.
El sirviente, sudando frío, insistió.
—El suelo está muy resbaladizo. Sería mejor que regrese al carruaje para evitar que su ropa se ensucie.
En lugar de obedecer, Grace respondió con firmeza.
—Hay que empujar el carruaje para sacarlo, ¿verdad? Si hay alguien dentro, será más difícil.
—E-eso es cierto, pero…
—Deja de preocuparte por mí y saca la rueda rápido. Tenemos que llevar al príncipe heredero a la residencia lo antes posible.
—Sí… entendido.
Cuatro sirvientes y el cochero comenzaron a empujar el carruaje. Sin embargo, la rueda no daba señales de salir del lodo.
Estaban en una zona poco transitada, por lo que pedir ayuda a alguien más no era una opción.
—M-maldita sea… No puedo creer que esto esté pasando mientras transportamos a una persona tan importante…
Los sirvientes palidecieron más que el mismo lodo, temiendo recibir un severo castigo.
En ese momento, Grace, que había estado observando con los brazos cruzados, se adelantó.
Los sirvientes gritaron sorprendidos al verla poner las manos sobre el carruaje desde dentro del lodazal.
—¡S-Su Alteza! ¡Aléjese! ¡Es peligroso!
—No es peligroso, así que dejen de hacer escándalo y empujen cuando les diga.
—P-pero…
—Voy a empezar.
Grace se mordió los labios y tensó los brazos.
Los músculos ocultos bajo su uniforme se hincharon.
Un momento después, ocurrió algo sorprendente.
El carruaje, que ni siquiera cinco hombres juntos habían logrado mover, comenzó a moverse lentamente.
Poco después, la rueda finalmente salió del lodo.
—Uf…
Grace se limpió el sudor de la frente y, solo entonces, se dio cuenta.
Los sirvientes la miraban con expresiones de absoluto asombro.
Podían llegar a aceptar, aunque fuera con dificultad, que tuviera el cabello corto o que usara pantalones.
Pero cuando veían su fuerza, no podían evitar poner esa cara.
Como si estuvieran viendo un monstruo.
Mi fuerza ha aumentado con los años gracias al entrenamiento constante. No soy ningún monstruo.
Suspirando, Grace dirigió la mirada de reojo hacia Lichton.
Él también tenía los ojos muy abiertos y la boca entreabierta, igual que los demás.
Antes, cuando había escuchado a algunas personas murmurar a sus espaldas llamándola monstruo, no le había importado.
Pero esta vez, sintió un extraño vacío en el pecho.
Tal vez no debí intervenir.
Mientras fruncía el ceño, Lichton exclamó con voz emocionada:
—¡Su Alteza, tiene una fuerza increíble!
—……
—Ha sido la escena más asombrosa que he presenciado en mi vida.
Sus ojos azules brillaban con admiración, y el gesto era tan hermoso que…
Grace, que lo miraba atónita, apretó los puños con fuerza.
Si hubiera tenido una piedra en la mano, la habría pulverizado.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Aquella noche, Grace estaba acostada en su cama, pero no podía dormir.
( ¡Su Alteza, tiene una fuerza increíble! )
El rostro sonriente de Lichton aparecía una y otra vez en su mente.
Al final, abandonó la idea de dormir, se levantó de un salto y comenzó a hacer ejercicio.
Normalmente, levantar cosas pesadas la ayudaba a despejar su mente.
Pero, por alguna razón, el irritantemente hermoso rostro de ese hombre no desaparecía tan fácilmente.
Sin darse cuenta, pasó la noche en vela.
Lo di todo…
Grace se dejó caer en la cama y se durmió como si hubiera perdido el conocimiento.
No sabía cuánto tiempo había pasado cuando…
Chuchu abrió la puerta y entró en la habitación.
—Su Alteza, tiene una visita.
Grace, aún con la voz llena de sueño, preguntó:
—¿Quién?
—Aris…
Antes de que Chuchu terminara de hablar, Grace enterró la cara en la almohada y respondió:
—Dile que ya voy.
No sentía que tuviera que ser especialmente formal con su hermana menor.
A regañadientes, se levantó, se pasó una toalla húmeda por la cara y se puso una camisa blanca con unos pantalones cómodos para estar en casa antes de salir de la habitación.
Con una expresión despreocupada, abrió la puerta del salón de recepción y, de inmediato, sus ojos se abrieron de par en par.
Junto a Aris estaba sentado el hombre cuyo rostro la había atormentado toda la noche.
Lichton.
—¿Por qué está aquí Su Alteza…?
Aris respondió:
—¿Chuchu no te lo dijo?
Lo intentó. Pero, como la interrumpí, probablemente no tuvo oportunidad de hacerlo.
Sin embargo, algo en la expresión de Lichton parecía extraño.
Su rostro estaba completamente rojo, y no sabía dónde posar la mirada.
Solo entonces, Grace se dio cuenta de su propio aspecto.
Había abrochado su camisa de cualquier manera, dejando su pecho parcialmente expuesto.
Maldita sea…
Grace murmuró en su mente una de las palabrotas que había aprendido de Chuchu y se abrochó los botones de inmediato.
Luego, carraspeó y dijo con voz firme:
—Pensé que solo venía mi hermana, así que he cometido una falta de etiqueta. Le ruego que me disculpe, Su Alteza.
—No se preocupe.
Para entonces, el rostro de Lichton había recuperado algo de compostura.
Aunque, en el mejor de los casos, había pasado de un rojo intenso a un tono melocotón.
—¿Y qué asunto lo trae aquí junto a Aris?
Tal vez era su imaginación, pero la parte de junto a Aris había sonado especialmente acentuada.
Aris entrecerró los ojos y dijo:
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