⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Sol, con el rostro más rojo que un ramo de rosas, continuó hablando.
—Soy el caballero guardián del Emperador. Tengo una mansión en la capital para nuestra vida de recién casados, y he acumulado suficiente riqueza para no preocuparme. Sobre todo, soy muy saludable.
Sin embargo, a pesar de su presentación tan entusiasta como el cortejo de un pavo real, Chuchu solo mostró una expresión incómoda.
Sol preguntó con una voz ansiosa.
—¿Acaso hay alguien más en tu corazón?
Chuchu sacudió la cabeza con rapidez.
—No.
—Entonces, ¿no te gusto?
Chuchu volvió a sacudir la cabeza.
—¿Cómo podría ser así? Tal como ha dicho, es un candidato perfecto para esposo.
En ese instante, las mejillas de Sol se inflaron con una sonrisa.
Con el rostro lleno de expectativas, Sol preguntó.
—Entonces, ¿te casarías conmigo?
—Eso…
Chuchu vaciló, moviendo los ojos de un lado a otro.
Las doncellas del palacio solían debatir con frecuencia sobre quién era el hombre más apuesto de la corte.
El nombre más mencionado era Rashid, aunque a veces también salía el de Sol.
( ¿Y Chuchu? )
Cuando una doncella insistió en preguntarle, Chuchu respondió.
( El caballero guardián de Su Alteza el Príncipe Heredero es el mejor. )
Chuchu pensaba que Sol, con su rostro varonil y su gran complexión similar a la de un oso, era atractivo.
Aun así, nunca lo había considerado como pareja romántica.
Él era un caballero de una familia noble.
Los muchos nobles y miembros de la realeza que conoció mientras trabajaba en la corte eran personas a las que debía servir como doncella, no alguien a quien pudiera ver como su igual.
Hubo una vez en que mi corazón latió más fuerte por él.
El día que rescató a Sol de la prisión. Estaba tan demacrado que parecía que podía colapsar en cualquier momento, pero devoró la comida que Chuchu le dio en un segundo y luego se levantó de un salto para salir corriendo.
Ese instinto feroz le pareció increíblemente impresionante.
Pero eso era una cosa y esto era otra.
¡El mundo no es un lugar tan indulgente como para casarme solo porque mi corazón latió fuerte una vez!
Chuchu murmuró con expresión seria.
—Me pregunto por qué me ha propuesto matrimonio de repente, cuando apenas me conoce.
—Eso es porque…
Sol estaba a punto de responder con entusiasmo cuando Chuchu lo interrumpió.
—Pero no tiene que explicarlo. Porque voy a rechazar su propuesta de todas formas.
—¡…!
Sol puso una expresión más desesperada que cuando Rashid lo había atormentado durante toda una noche.
Con el rostro oscurecido como carne en descomposición, Sol preguntó.
—¿Por qué?
—Porque usted es un noble de una familia distinguida y yo solo soy una doncella.
—¡Pero Su Majestad el Emperador también prometió casarse con una doncella!
—Eh, pero Siana no es una doncella común, es una princesa. Es totalmente diferente a mí.
—…….
—Yo nací en una aldea perdida en las montañas. Mi padre es minero, mi madre falleció, y tengo doce hermanos menores a los que tengo que mantener. Soy una plebeya de las más pobres entre los plebeyos.
Chuchu sonrió con amargura.
—Usted y yo no somos compatibles para el matrimonio. Lo siento.
Chuchu se inclinó en una reverencia y pasó junto a Sol.
Sol se quedó inmóvil por un momento antes de girarse y sujetar la muñeca de Chuchu.
Tiene una muñeca gruesa y firme.
El agarre de su mano es increíblemente fuerte.
Al mismo tiempo, ambos sintieron su corazón latir con fuerza.
Con el rostro completamente sonrojado, Sol dijo.
—Si esa es la razón por la que rechazas mi propuesta, entonces no puedo aceptarlo.
—¿Eh? ¡¿Qué?!
—El hecho de que seas plebeya, que seas hija de un minero, que tengas doce hermanos a tu cargo… Nada de eso es un problema para mí.
—¿Cómo puede no ser un problema…?
—Me gustas.
—¡…!
Los ojos de Chuchu se abrieron de par en par.
Apretando con más fuerza la muñeca de Chuchu, Sol continuó.
—Es la primera vez que mi corazón late así por una mujer. La primera vez que deseo tomar a alguien como mi esposa.
—…….
—No puedo renunciar a este sentimiento que quizás no vuelva a tener en toda mi vida.
¿Cómo podía ser posible?
Su corazón latía más fuerte que cuando corría 10 kilómetros sin descanso a toda velocidad, más fuerte que cuando levantaba una roca de 100 kg.
Sol miró a Chuchu, quien tenía una expresión aturdida, y le dijo…
—No te estoy pidiendo que aceptes mis sentimientos. Solo dame la oportunidad de eliminar los obstáculos que impiden mi propuesta.
El caballero guardián del Emperador era, sin duda, diferente.
Solo sabía avanzar, y retroceder no parecía una opción en su mente.
Eso también me gusta.
Después de un rato, Chuchu asintió.
—Inténtelo, pues.
Aunque no sabía si sería posible.
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Sol les dijo a sus padres:
—He conocido a una mujer a la que amo.
El inesperado anuncio de su hijo, quien nunca había mostrado interés en las mujeres, provocó un revuelo entre la pareja.
Nate preguntó con el rostro acalorado.
—¿De qué familia es la señorita?
—Se llama Chuchu de la familia Mursell.
—¿Familia Mursell?
Nate parpadeó, sin reconocer el apellido, por lo que Sol añadió una explicación amable.
—Es una familia fuerte y trabajadora que ha sido minera por generaciones. Actualmente, ella trabaja como doncella en el palacio imperial.
Los ojos de Nate se agrandaron y, acto seguido, golpeó la mesa con el puño.
¡Paz! Una grieta apareció en la superficie de mármol.
—¿Acaso acabas de decir que quieres casarte con una doncella del palacio que, además, es hija de un minero?
—Sí.
—¿Has recibido demasiados golpes en la cabeza y por eso piensas así?
—Tengo la cabeza perfectamente bien. No he bebido y no es una broma. Lo digo completamente en serio.
Con los puños temblando de rabia, Nate gritó.
—No. ¡Jamás lo permitiré!
El padre de Sol, que observaba nervioso la reacción de su esposa, también asintió con la cabeza.
—Sí, no podemos permitirlo.
Sol no solo era el primogénito, sino que también provenía de una familia noble con una gran historia. Era natural que sus padres se opusieran con firmeza.
Pero Sol confiaba en su estrategia, así que, sin titubear, dijo:
—Solo conózcanla una vez. Si la ven y aún así no les gusta, dejaré este asunto por completo.
Sol no era un hijo particularmente obediente, pero tampoco era alguien que dijera una cosa y luego hiciera otra.
Por eso, Nate no dudó en asentir.
En lugar de prolongar esto, será mejor hacer que se rinda cuanto antes.
Días después, Chuchu llegó a la mansión de la familia Imperial.
Como no había aceptado la propuesta de matrimonio, solo estaba allí en calidad de invitada.
El señor Sol me rogó que conociera a sus padres al menos una vez, así que acepté… pero no sé si esto saldrá bien.
Temía que, en cuanto la vieran, le gritaran: ¡¿Cómo te atreves a fijarte en mi hijo?! y le arrojaran una taza de té caliente.
Preferiría una bofetada en lugar del té caliente…
Con el rostro tenso, Chuchu entró en la mansión.
En ese mismo momento, Nate tenía una expresión feroz y sus músculos parecían más marcados que de costumbre.
Si logró embaucar a mi hijo, que solo tiene músculos en la cabeza, debe ser una mujer astuta. Pero no importa cuán encantadora sea, jamás permitiré que mi hijo se case con una plebeya.
Solo tenía que conocerla.
Le daría tanto miedo que saldría huyendo por su cuenta.
Poco después, la puerta se abrió y Chuchu apareció.
Fiel a su posición como doncella del palacio, Chuchu hizo una reverencia respetuosa.
—Gracias por invitarme. Mi nombre es Chuchu.
—……
Pero nadie respondió a su saludo.
¿No debí haber venido?
Chuchu levantó la cabeza con preocupación y vio que Nate la miraba con una expresión como si acabara de presenciar un milagro.
—¿C-cómo puede existir una mujer así…?
La familia Imperial, con su tradición de caballeros, valoraba la fortaleza física por encima de todo.
Y el cuerpo grande y robusto de Chuchu encajaba perfectamente con el ideal de la familia Imperial.
Su determinación de no permitir la boda se desvaneció en un instante.
Con una sonrisa, Nate puso su mano sobre el firme brazo de Chuchu.
—Bienvenida, Chuchu.
—¡…!
Los ojos de Chuchu se agrandaron por la sorpresa ante la inesperada hospitalidad.
Mientras tanto, Nate acariciaba discretamente el bíceps de Chuchu, completamente fascinada.
El tamaño, la forma, la firmeza… Es como si Dios lo hubiera esculpido.
Tal vez por lo mucho que le gustaban sus músculos, incluso el rostro toscamente natural de Chuchu le pareció hermoso.
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