⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue

Las personas, incluida Siana, reían con ternura al ver a Elias, pero Iris no.

—Elias, está bien decir que te gusta algo, pero intenta decir otras cosas también.

—Joa.

Iris, con una expresión determinada, insistió:

—Bebe la leche, lee el libro, canta la canción.

—Leche joa, libro joa, canción joa.

—… Bebe la leche, lee el libro, canta la canción.

Finalmente, los esfuerzos de Iris dieron fruto.

Unos meses después, el príncipe ‘Joa’ empezó a decir otras cosas.

—Juguemos juntos.

A partir de esa frase, Elias empezó a hablar rápidamente y, en poco tiempo, ya podía mantener una conversación.

Aunque su frase más común seguía siendo la misma.

—Nuna joa.

Elias se abrazó a Iris.

Ella sonrió, frotando su mejilla contra la de su hermano.

—Elias, realmente te gusta decir ‘joa’, ¿verdad?

Elias movió su pequeña boca como un pajarito y respondió:

—Sí, desde que era bebé, me gusta Nuna. Pero no podía hablar. Por eso, ahora lo digo mucho.

—…….

Al escuchar por primera vez los pensamientos de Elias, los ojos de Iris se abrieron de par en par.

Un momento después, como si no pudiera contenerse, lo estrechó con fuerza en sus brazos.

Aspirando el dulce aroma a leche, Iris exclamó con emoción:

—¡A Nuna también le gusta Elias!

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

Iris no era la única que estaba completamente enamorada de Elias.

Si Siana hubiera sido una mujer despiadada, Rashid habría sido con gusto el tirano más temido de la historia.

Sin embargo, gracias a la dulzura de Siana, Rashid terminó siendo reconocido como un monarca sabio.

Y ahora, él también se había convertido en un padre completamente derretido por su hijo.

Elias, de cuatro años, estaba sentado en el regazo de Rashid.

Desde que era bebé, su padre lo había criado en sus brazos, por lo que Elias consideraba las piernas de Rashid como su silla personal.

Con sus deditos regordetes, tocó el ceño fruncido de su padre.

—¿Por qué tienes esto aquí?

Rashid no ignoró la pregunta de su hijo y respondió con seriedad:

—En el norte del imperio hay una tierra muy fría. Debido al clima extremo y las difíciles condiciones de vida, la gente que vive allí no tiene suficiente comida. Estoy preocupado, pensando en cómo puedo ayudarlos.

Para un niño de solo cuatro años, era una historia difícil de comprender, pero Elias hizo un esfuerzo por entender las palabras de su padre con su pequeña cabeza redonda.

Después de reflexionar, Elias preguntó:

—¿No tienen comida?

—Así es.

—Entonces, ¿por qué papá no les compra?

Aunque era pequeño, Elias ya sabía que su padre era increíblemente rico.

Sus palabras no eran erróneas, pero Rashid solo pudo sonreír con amargura.

Efectivamente, como decía Elias, Rashid era un hombre inmensamente rico. Después de todo, era el emperador.

Pero ni siquiera él podía comprar pan para todos los pobres del imperio.

Si lo hiciera, las arcas del estado se vaciarían y la economía colapsaría.

Mientras Rashid se sumía nuevamente en sus pensamientos sin respuesta, su ceño se frunció otra vez.

Elias, con su manita pequeña y regordeta, intentó alisar la frente de su hermoso padre mientras pensaba para sí mismo:

Tal vez papá no tiene dinero para comprar pan…

Al día siguiente, Elias se presentó ante Rashid con una gran caja.

El Emperador, intrigado, ladeó la cabeza y abrió la tapa.

Dentro había muñecos tallados en madera, un carruaje de juguete, canicas brillantes…

Eran los juguetes más preciados de Elias.

Con una mirada decidida, Elias dijo:

—Papá, compra pan con esto.

Rashid abrió mucho los ojos al darse cuenta de que su hijo hablaba del tema del día anterior.

—¿Quieres que compre pan para las personas pobres?

—Sí.

—Pero estos son los juguetes que más quieres. ¿Estás seguro de que no te importa perderlos?

En ese momento, los grandes ojos verdes de Elias titubearon.

¿Y si saco solo el muñeco de madera?

Pero enseguida negó con la cabeza, reafirmando su decisión.

Apretando los puñitos, declaró con firmeza:

—Quiero ayudar a las personas.

Luego, tocó el entrecejo de su padre y añadió:

—Así papá ya no tendrá arrugas aquí.

Rashid lo miró con ojos ligeramente agrandados y, después de un momento, abrazó con fuerza el pequeño cuerpo de su hijo.

En sus mejillas regordetas se percibía el aroma a pan recién horneado, el mismo aroma que desprendía Siana.

¡Mi hijo es un ángel!

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

Siana observaba a Elias persiguiendo sin descanso a Chakchak (una comadreja blanca, nieta de Nyamnyam) y le advirtió:

—Elias, si Chakchak no quiere jugar, no la molestes.

Pero, por más que Siana le llamara la atención, Elias seguía persiguiendo a Chakchak, insistiendo en que jugaran juntos.

Al final, el pequeño animal se enfadó, soltó un chillido y arañó a Elias con sus patas delanteras.

—¡Uwaaaah!

En un instante, una marca roja apareció en la regordeta manita de Elias.

Siana frunció el ceño al ver la herida.

Últimamente, no era la primera vez que Elias se lastimaba por jugar de manera imprudente.

Quizás he sido demasiado suave con él y por eso no tiene cuidado.

Preocupada de que pudiera hacerse daño más gravemente en el futuro, Siana adoptó un tono más serio.

—Elias, mamá te dijo que no debías hacerle eso a Chakchak.

Con solo escuchar esas palabras, las grandes lágrimas de Elias comenzaron a rodar por sus mejillas.

Elías habló con una voz lastimera.

—Yo nací para ser amado por mamá…

—¿Qué?

—No te enojes. Ámame.

—……

Siana sintió como si el pequeño puño de su hijo golpeara directamente su corazón con fuerza.

¡Cómo puede decir algo tan adorable!

Siana miró a Elías a los ojos y le dijo:

—Mamá no está enojada. Solo te estaba enseñando que no debes hacer cosas peligrosas.

—……

—Así que no llores. Mamá siempre amará a Elías tanto como el cielo y la tierra.

Elías, con lágrimas en los ojos, se lanzó a los brazos de Siana y murmuró:

—Sí. Ámame mucho, mucho.

⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰

En un atardecer.

La familia real caminaba de la mano por el jardín del palacio.

En los extremos estaban Rashid y Siana, y en el medio, Iris y Elías.

Elías miró las sombras alargadas en el suelo, movió sus mejillas redondeadas como un durazno y sonrió brillantemente.

—Nuestra familia también se lleva bien en las sombras.

Los tres, excepto Elías, pensaron lo mismo.

¡El segundo hijo es puro amor!