ʚ♡ɞ・Traducción / Corrección: Lu
¡Hiiik!
Me sobresalté, pero pronto esbocé una sonrisa incómoda y me giré.
En ese lugar, con el delantal rosa de conejo que yo había elegido y unas gafas sobre su rostro, estaba un apuesto hombre de cabello plateado, de apariencia serena.
Dias Hessen.
Este hombre era nada más y nada menos que el dueño de esta panadería y mi padre, un viudo.
—Hmm, quedé en jugar con los niños en la plaza.
Evadí la mirada de mi padre mientras presionaba la punta de mi zapato contra el suelo. A través de sus gafas, sus ojos color miel idénticos a los míos me observaron con fijeza, pero, afortunadamente, no pareció notar mi ambicioso plan.
—¡Entonces, como estoy ocupada, me voy!
Temiendo que intentara detenerme, salí corriendo de casa como si huyera.
—¡Cuidado con los carruajes! ¡No te quites el abrigo aunque haga calor! ¡Y ni se te ocurra ir al bosque peligroso!
Como siempre, me despedí de sus advertencias con un simple gesto de la mano y corrí hacia la mansión Edelvine.
☆゜・。。・゜☆★゜・。。・゜★
Al llegar a la mansión, me encontré con una persona inesperada.
¿Rahel?
En la habitación del tercer piso de la mansión, la misma de ayer, estaba Rahel, observándome sin que pudiera saber desde cuándo.
La misma expresión de ayer, pero con un atuendo diferente.
No creo que me estuviera esperando…
La miré con curiosidad y, con algo de torpeza, incliné la cintura en un saludo formal.
Tal vez ayer me saludó con frialdad porque fui demasiado insolente para ser una plebeya.
Pero cuando volví a levantar la cabeza, Rahel ya había desaparecido dentro de la habitación.
Tch. Nuestra señorita sí que es altanera, como corresponde a una villana.
Justo cuando chasqueaba la lengua con pesar…
¿Hmm?
Vi a un sirviente saliendo apresuradamente de la mansión. Era uno de los que había saludado ayer.
Mis ojos brillaron al instante.
¡Lo presiento! ¡Se avecina una oportunidad!
Me acerqué rápidamente a él.
—¡Hola, señor! ¿A dónde va?
—Estoy ocupado, no me sigas…
El hombre intentó ignorarme y seguir su camino, pero de repente pareció recordar algo y se detuvo.
—Oye, niña, ¿sabes dónde venden buen queso? Parece que necesito comprar un poco…
Al oír su pregunta, las comisuras de mis labios se curvaron lentamente.
No hay mejor forma de acercarse a alguien que ayudándolo.
Era la oportunidad perfecta para acercarme a mi objetivo.
—¡Por supuesto! ¡Me conozco este pueblo al dedillo! Confíe en mí.
Con una sonrisa confiada, tomé la delantera.
☆゜・。。・゜☆★゜・。。・゜★
De regreso a la mansión.
El rostro del hombre estaba iluminado con una gran sonrisa, y en sus brazos llevaba el mejor queso del pueblo, recién comprado.
Por supuesto, gracias a mí.
( ¿Un noble quiere mi queso? ¿Un noble comería algo así? )
Convencer al testarudo abuelo Gerald, que detestaba a los nobles, no fue tarea fácil…
Pero al final, gracias a mis esfuerzos, el hombre había conseguido un contrato de suministro con el abuelo Gerald.
Sentí que mi pecho se inflaba con orgullo.
Tal vez notando eso, el hombre que caminaba a mi lado me agradeció con retraso.
—Gracias, niña.
—Me llamo Vivian.
—Bien, Vivian. Gracias a ti, podremos disfrutar de queso en la cena de hoy.
—¡Oh, no es nada! Es normal que los vecinos nos ayudemos entre sí.
Y ahora es su turno de ayudarme a mí… Jejeje.
Mientras miraba la mansión Edelvine, que se acercaba cada vez más, una sonrisa astuta se dibujó en mi rostro.
Entonces, furtivamente, eché un vistazo al hombre y, fingiendo debilidad, dejé caer mis hombros y me froté el estómago.
El hombre, que ya iba a entrar en la mansión, me miró con curiosidad.
—¿Hmm? ¿Qué te pasa de repente?
—Es que… Fui tan lejos que me dio hambre… Así que debo irme a casa cuanto antes.
Justo en ese momento, mi pequeño estómago gruñó con fuerza.
Empecé a caminar arrastrando los pies, como si estuviera completamente agotada. Sin embargo, mis orejas estaban atentas al sonido de alguien dudando a mis espaldas.
—Ugh, tengo tanta hambre que ya ni fuerzas me quedan…
No va a ser tan fácil ignorarme después de recibir mi ayuda, ¿verdad? Especialmente si se trata de comida.
Hablé en voz alta para que pudiera oírme con claridad.
—Si muero de hambre en el camino, ¿qué será de mi pobre papá, que está solo?
Pero el hombre ni me llamó ni se marchó a la mansión. Solo dudó en el lugar.
¡Demonios, qué indeciso es!
Justo antes de que me lanzara al suelo con una actuación estelar…
—¡Vi… Vivian!
Afortunadamente, el hombre captó la indirecta y me llamó.
Con gran esfuerzo, reprimí mi sonrisa triunfal y me giré.
—¿Sí, señor?
—Eh… ¿Por qué no entras un momento a tomar un refrigerio antes de irte? Creo que debe quedar algo de merienda.
—¡Waaah! ¿De verdad puedo?
—Sí. Si es solo un momento, no hay problema.
El hombre le explicó la situación al portero de la mansión.
Como la gran mansión requería mucho personal para su mantenimiento, no era raro ver gente entrando y saliendo. Solo me revisaron las pertenencias y me dejaron pasar.
Hice una profunda reverencia al portero para que recordara mi cara y luego seguí al hombre al interior.
Con una sonrisa satisfecha en los labios.
Si nuestra villana no sale de casa, no me queda más remedio que ir a buscarla yo misma.
Mientras lo seguía, eché discretamente un vistazo al jardín, esperando ver a Rahel…
Pero, tristemente, ni rastro de su cabello.
Entramos por la puerta trasera que daba a la cocina.
Los sirvientes que charlaban entre ellos se quedaron en silencio al vernos.
—James, dijiste que ibas a comprar queso, ¿y quién es la niña?
Sin esperar a que James me presentara, di un paso adelante y me incliné.
—¡Hola! Soy Vivian, la de ayer.
—Oh, la hija del panadero, ¿verdad?
Algunos sirvientes me reconocieron.
James dejó el queso sobre la mesa y dijo:
—Prueben un poco. No lo encontré yo, sino esta pequeña, que encontró un queso magnífico.
—¿Ella?
—Se conoce mejor el pueblo que nosotros. De todos modos, tiene hambre y quiero darle algo de merienda. ¿Quedó algo de la de la señorita?
—Veamos, creo que sí…
Una de las cocineras trajo un pedazo de pastel.
Al ver el elegante y delicioso pastel, tragué saliva.
Definitivamente, los chefs de una Casa Ducal son de otro nivel.
Aunque mi padre tenía una panadería…
Su talento era pésimo. Y aunque lo quiero, no puedo mentir, hacía mucho que no probaba un buen pastel.
—¡Gracias por la comida!
Cuando empecé a comer, los adultos se acercaron poco a poco.
Pero justo en ese momento…
—¡¿Qué hace esa pordiosera aquí?! ¡Qué asco y qué suciedad!
El grito de una niña resonó en la cocina.
Entonces, se abrió la puerta de golpe y entró un hombre de mirada afilada.
Mis ojos se agrandaron.
Ese hombre es…
—S-Su excelencia…
Los sirvientes se pusieron de pie al instante, temblando.
Tenía el cabello canoso, pero su presencia superaba incluso a los jóvenes más fornidos.
Además, sus ojos eran como cuchillas teñidas de rojo sangre.
Con solo su mirada, podía hacer arrodillar a cualquiera.
El abuelo de Rahel y el único Duque del Imperio.
¡Él es el Duque Kalz Edelvine!
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