ʚ♡ɞ・Traducción / Corrección: Lu
Largas pestañas cubrían sus grandes ojos.
Debajo de ellos, un par de pupilas azules como un lago.
Una altura un poco mayor que la de otras niñas de su edad y una postura recta como un cuadro.
Wow, parece un elfo sacado de un cuento de hadas…
Olvidando por completo mi propósito original, la observé como si estuviera hipnotizada. Luego, reaccioné tarde y me apresuré a saludar.
—Ah, hola, señorita. Soy Vivian, su nueva compañera de juegos a partir de hoy…
Sin embargo, antes de que pudiera terminar mi presentación, Rahel pasó de largo y fue a sentarse en la mesa del centro del invernadero.
… Qué fría es.
¿Acaso era inevitable que la villana me despreciara, siendo yo la protagonista?
Rahel ni siquiera me miró mientras me quedaba ahí, parada como una tonta. Como si no le importara en lo más mínimo, simplemente abrió su libro y empezó a leer.
Observándola, me tragué un suspiro.
¿Podré hacerme amiga de Rahel…?
En ese momento, mientras la inseguridad me envolvía, noté algo extraño.
Espera… Ahora que lo pienso, hasta hace un momento me dolía muchísimo el pecho…
El dolor insoportable que me había estado atormentando desapareció de repente, como si nunca hubiera existido.
Normalmente, la agonía desaparece poco a poco y deja un dolor residual.
Pero esta vez se había esfumado en un instante.
Recordé el leve contacto que tuve con Rahel hace un momento.
Al darme cuenta de la conexión entre ambos hechos, me tapé la boca con la mano.
¿Solo con tocar un poco a Rahel mi dolor desaparece?
¿Así de rápido?
¡Increíble!
Casi salté para abrazarla en ese instante, pero me contuve.
Si lo hacía, probablemente no solo no me haría amiga de Rahel, sino que hasta me echaría a patadas.
Antes de arriesgarme a que me odiara más, corrí a mi asiento y me senté.
Rahel ni siquiera me dirigió una mirada, sin importar lo que hiciera frente a ella, pero eso no impidió que una sonrisa se dibujara en mis labios mientras la observaba.
Definitivamente me convertiré en su mejor amiga.
Aunque no quisiera, haría que eso sucediera.
No se trataba de cualquier cosa, ¡era un asunto de vida o muerte para mí.
Cuando la miré fijamente con una sonrisa satisfecha, Rahel pareció notar mi mirada y alzó la vista.
Sus ojos azules, fríos y llenos de fastidio, se encontraron con los míos.
Pero no me importó. Sin pensarlo demasiado, solté de golpe una confesión.
—Me gusta, señorita.
Su entrecejo se frunció levemente.
—¡Le prometo que la haré feliz!
Y de paso, aseguraré mi propia supervivencia.
A pesar de mi ardiente ¿y tal vez exagerada? declaración, Rahel solo me observó con sus fríos ojos por un instante, para luego volver a bajar la mirada hacia su libro.
No me volvió a mirar ni una sola vez.
No hasta que terminó nuestro primer té juntas y el mayordomo vino a recogerla.
Rahel se levantó antes de que pudiera despedirme y, en ese momento, por primera vez, habló.
—No vuelvas a venir.
Aunque fue una primera frase fría y cortante, no era algo que fuera a desanimarme.
Si un árbol no cae tras diez golpes, basta con darle once.
¡Si mi vida dependía de ello, lo golpearía cuantas veces fuera necesario!
☆゜・。。・゜☆★゜・。。・゜★
—Unos días después, el día programado para el té con Rahel.
Volví a la casa de campo.
Pero pasaron 10 minutos, 20, 30…
El tiempo siguió avanzando, y Rahel no apareció en el invernadero.
De repente, me vino a la mente la fría voz de Rahel antes de despedirnos.
( No vuelvas a venir. )
No puede ser…
¿Me plantó?
Claro, la cita para el té no fue algo que Rahel aceptara por voluntad propia, sino que el Duque la había impuesto unilateralmente…
¡Pero aun así!
Justo cuando me levantaba para preguntarle a una sirvienta cuándo llegaría Rahel
Clac.
Se abrió la puerta del invernadero.
—Hola, señorita
Instintivamente intenté saludar, pero al escuchar una risa burlona, levanté la cabeza.
No era Rahel quien estaba allí, sino Sally.
—¿Hola, señorita~?
Sally imitó mi saludo con una burla, y luego, de inmediato, su expresión cambió a una mirada llena de desprecio.
—Como era de esperarse de alguien sin educación, no tienes ni una pizca de sentido común.
La fulminé con la mirada.
Pero a Sally no le importó en lo más mínimo y continuó con su burla.
—¿No te das cuenta de por qué la señorita no ha venido hasta ahora?
—¿Qué?
—No quiere verte. Si tuvieras un poco de sentido, te habrías ido a casa. En fin… La gente como tú es realmente molesta.
—¿De verdad dijo eso la señorita? ¿No tiene simplemente otro asunto que atender
Por un momento, Sally pareció desconcertada, pero enseguida recuperó la compostura y declaró con arrogancia:
—Sí. Dijo que no quiere jugar con alguien tan inculta como tú.
Internamente, me reí con burla.
Seguro que cree que con esto voy a romper en llanto y salir corriendo como cualquier otra niña…
Pero qué lástima.
No era una niña ingenua de nueve años que se creyera cualquier cosa.
—¿Ah, sí? ¿Puedo preguntárselo directamente a la señorita?
—¿Qué?
—Si lo que dices es cierto, entonces debería irme. Pero si es mentira…
Con una expresión exageradamente preocupada, me acerqué un paso más a Sally.
—Eso significaría que fui una niña insolente que desobedeció la orden del Duque de acompañar a la señorita, ¿no crees?
—N-no es mentira.
—Si es así, no hay problema en confirmarlo, ¿verdad?
Aparté a Sally de un empujón y salí del invernadero.
—¡Oye, maldita sea!
Detrás de mí, se escuchaban sus gritos de furia, pero no intentó seguirme.
Si lo que Sally dice es cierto y Rahel no ha venido al invernadero por mí, entonces es un hecho que no le agrado.
Para Sally, lo divertido sería verme enfrentar el desprecio de Rahel en persona.
Pero mi objetivo no es simplemente delatar su mentira.
Con una sonrisa satisfecha, me acerqué a una sirvienta que pasaba cerca.
Justo cuando iba a preguntarle dónde estaba la habitación de Rahel, la vi bajar las escaleras.
Al encontrarnos inesperadamente, sus ojos se abrieron ligeramente antes de fruncir su delicado ceño.
—¿Qué haces aquí?
Su rostro mostraba claramente su molestia.
Sally, que había llegado detrás de mí con calma, se apresuró a delatarme.
—Le dije que volviera a su casa, pero insistió en verla.
Seguro pensaba que me sentiría herida y me marcharía en este punto.
Ni en un millón de años.
Rahel no tenía interés en mí en este momento, pero yo sabía cómo captar su atención.
Aunque solo era una parte de la historia original, conocía su pasado.
Fingiendo estar herida, comencé a hablar con voz vacilante.
—Yo… sé que la señorita no encuentra divertido tomar el té conmigo. Por eso, pensé en otra forma de pasar el rato…
En los fríos ojos de Rahel, por un instante, apareció un atisbo de curiosidad.
Como era de esperarse, al final seguía siendo una niña.
Con una sonrisa traviesa, lancé el anzuelo.
—Pensé en llevarla a pasear por el pueblo, pero supongo que jugar conmigo no es divertido, ¿verdad…?
Un anzuelo en el que no tendría más opción que morder.
Sally, que estaba nerviosa por lo que pudiera decir, resopló con burla.
—¿Por qué querría ir a un lugar que apesta? A la señorita no le gusta salir de la mansión. ¿Verdad, señorita?
Sin embargo, a diferencia de lo que Sally esperaba, Rahel no se apresuró a rechazar la propuesta.
En cambio, me miró con sus ojos ligeramente temblorosos.
Justo como lo había previsto.
Rahel, en realidad quieres salir de la mansión, ¿verdad?
Lo sabía porque había leído la historia original.
Rahel era hija del Príncipe heredero caído por traición y de la señorita Isela, la hija del Duque.
El Emperador, aunque consciente de ese hecho, no pudo hacer nada públicamente contra Rahel, a quien reconocieron como hija ilegítima de Isela.
Pero todo el imperio sabía que eso no significaba un verdadero perdón.
Y la que mejor comprendía esa realidad era Rahel.
Por eso, hasta ahora, había vivido evitando ser vista por los demás.
Sin salir nunca de la mansión, ocultando su existencia, haciéndose la muerta… Para que todos se olvidaran de ella.
Así es como esos corazones oprimidos crecen y terminan convirtiéndose en ambición traicionera.
Pero no hay nadie aquí que reconozca a Rachel.
Por supuesto, tampoco esta el Emperador.
Así que, al menos en este pueblo, significa que Rahel no tiene que ocultarse como lo hacía en la capital.
Esta es la oportunidad de ayudar a Rahel con su primera salida y ganar puntos.
En la historia original, se menciona que Rahel se recluyó voluntariamente en la mansión cuando era niña, pero no sabemos si alguna vez salió del pueblo.
Es solo la trama de un villano.
Sin embargo, sé que Rahel anhela salir al mundo exterior.
Simplemente duda por miedo a lo desconocido.
Por eso, le tendí mi mano.
—¿Aun así, le gustaría ir juntas al pueblo, señorita?
—Yo…
En el momento en que Rahel, que me miraba fijamente y estaba a punto de responder algo…
—Me temo que eso será difícil.
Una mujer de mediana edad que apareció de repente e interrumpió a Rahel.
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