⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue

Soy Aika de Valiart. 

Tengo habilidades misteriosas.

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Llevaba varios días en una situación incómoda. Pero fue una situación en la que yo misma me había metido.  

—Ugh…

Un suspiro lleno de irritación se escapó, y sin querer, encogí mis hombros.  

—¿Que me pongan a cargo de esto? ¿Está loco el viejo?

Evitando la mirada amenazante que me lanzaban, volví la cabeza sutilmente hacia la ventana.  

Aunque desviara la mirada, sentía un hormigueo en mis mejillas.  

Ojalá dejara de mirarme. ¡Si va a seguir mirándome, que al menos lo haga con ojos bonitos!  

Quería decírselo en voz alta, pero solo lo grité por dentro. Esta persona era la más temible de todas las que mi madre me había mencionado. Incluso más aterrador que Su Majestad el Emperador, el sol del Imperio.  

—Oye.

—…

Además, yo estaba sentada en la alfombra mientras él, cómodamente, se sentaba en un sofá esponjoso.  

Me llamó con un gesto de dedo, en una pose arrogante.  

Le lancé una rápida mirada y luego volví la cabeza, fingiendo que no lo había visto. Esa era la pequeña rebeldía más audaz que podía permitirme.  

Aun así, ¿de qué sirve ser guapo? ¡Si su carácter es horrible!  

Oh, mamá…  

No, este no es el momento para esto. No debía olvidar la razón por la que había venido.  

Intentando arreglar la situación, sonreí, pero mi intento pronto se derrumbó.  

—Oye, cacahuete.

—¡No soy un cacahuete!

Finalmente, no pude contenerme y grité.  

—Entonces, enana de tres cabezas. Ven aquí.

—¡Tampoco soy de tres cabezas!

—Entonces…

Uf, ¿de verdad tenía que decirlo en voz alta?  

Me miré a mí misma.  

Por mucho que me mirara con odio, no era una enana de tres cabezas.  

¡Mi madre decía que yo era la más bonita y genial del mundo!  

—¿Cuatro cabezas…?

¡Mínimo de cuatro cabezas! ¡Eso lo entendería!  

Un sonido de burla se escuchó claramente.  

Furiosa, me di la vuelta por completo, dándole la espalda.  

—¿Vas a venir por las buenas? Si tengo que ir, te arrepentirás.

Uf, de verdad…  

Las amenazas de esta persona no parecían simples amenazas.  

Con los labios fruncidos y mis mejillas infladas de frustración, me levanté.  

Caminé hacia él y lo miré con ojos de triángulo.  

Aunque al levantar la cabeza apenas alcanzaba su cintura, no me sentía intimidada en absoluto.  

—Tendré que vivir contigo de ahora en adelante.

—…

—No me gusta cuidar niños. Así que compórtate, ¿eh?

—…

¡Hmph! ¡A mí tampoco me gusta cuidar adultos!  

Lo ignoré, abrazando mi muñeca, con los labios fruncidos en señal de disgusto.  

—Responde.

Era 18 años mayor que yo, ¡y aun así era tan malo!  

Un adulto, 18 años mayor, me estaba amenazando.  

Violento, muy violento.  

No podía negarme a vivir con él, aunque quisiera.  

Aunque quisiera quejarme con mi mamá, ya no podía hacerlo.  

—…Está bien.

Aunque tenía muchos pensamientos en la cabeza, respondí obedientemente.  

—Si lo entendiste, ve a pedir algo de comer. Y deja de molestarme.

—Ya comí antes…

—Come más. No has crecido bien.

Se levantó bruscamente y se pasó la mano por el cabello de manera descuidada. Luego, metiendo las manos en los bolsillos, salió de la habitación dando grandes pasos.  

—Uff…

Me dejé caer de nuevo.  

Sentía como si acabara de pasar una tormenta.  

Yo tampoco viviría con él si no fuera por la última voluntad de mi madre.  

Mi abuelo me quiere mucho más que él.  

Dicen que morirá joven si no estoy aquí, pero me trata así de mal.  

Algún día, le haré arrepentirse de todo.  

Aunque me ruegue con las manos y los pies, no lo perdonaré.  

Cuando llegue el momento, aunque me pida vivir juntos, ¡no servirá de nada!  

—Ugh.

Entonces, ¿quién es ese matón que me desprecia tanto? Es mi familia, con quien tendré que vivir a partir de ahora.  

Kassel de Valiart.  

Sí, mi único tío.

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El Perro Loco de Valiart.  

Así es como llamaban a Kassel de Valiart.  

También conocido como Kassel de Léguiore.  

Lo conocí por primera vez en el funeral de mi madre.  

Fue un accidente repentino.

Mi madre era una persona muy ocupada.  

Trabajaba más días de los que descansaba, y seguía trabajando para la corte imperial incluso después de darme a luz.  

Había muchas mañanas en las que me despertaba y mi madre ya se había ido a trabajar.  

Nunca me contó con detalle qué hacía, pero sabía que era la canciller del imperio.  

—Ministra, aquí está el informe.

—¡Por favor, ayúdenos, Ministra!

Escuchaba bastante seguido cómo los subordinados de mi madre la llamaban así.  

Aun así, nunca estuve molesta con ella. Tampoco me sentía herida.  

Porque mi madre era la persona que más me amaba en el mundo, y yo también la amaba a ella más que a nadie.  

No sabía quién era mi padre.  

Mi madre nunca me lo dijo.

—Mamá, ¿cómo es el papá de Aika?

Una vez le pregunté acerca de mi padre, y mi madre solo me dijo que él era alguien que tenía una gran misión que cumplir.  

Nunca había venido a verme, así que al menos no debía ser una buena persona.  

Después de eso, no volví a preguntarle, temiendo que la entristeciera.  

De todas formas, mi madre estaba siempre ocupada. Un día, como parte de su trabajo, tuvo que salir de la capital y viajar a una provincia lejana.  

Como tendría que estar fuera por dos semanas, le supliqué que me llevara con ella.  

Normalmente, yo podía quedarme bien con las sirvientas o entretenerme sola cuando mi madre se ausentaba por más de una semana.  

Pero ese día, sentí una extraña necesidad de acompañarla a toda costa.

—Mamá, ¡quiero ir contigo!

—¿Aika también quiere ir con mamá?

—Sí. Prometo que me portaré bien, estaré tranquila. ¿Puedo ir contigo, por favor?

—Hmm…

—¡Solo una vez! Mamá, es mi único deseo.

Finalmente, mi madre me dio permiso, y fue la primera vez que viajé con ella.  

Después de que terminara su trabajo sin problemas, en el camino de regreso a casa, estábamos en la carreta leyendo un cuento que mi madre me leía cuando, de repente, fuimos atacadas y la carreta volcó.

—¡Aika!

Mi madre me abrazó tan fuerte que casi no podía respirar, por lo que no resulté gravemente herida, pero me golpeé la cabeza y perdí el conocimiento.  

Cuando volví a abrir los ojos, mi madre ya no estaba a mi lado.  

Mi abuelo me dijo que no me encontraron en la carreta, sino en un bosque cercano.  

Sin embargo, apenas tengo recuerdos del momento del accidente.  

Es como si esos recuerdos se hubieran arrancado de mi mente como hojas de papel desgarradas, y lo poco que tengo está confuso y desordenado.  

En el palacio imperial investigaban lo sucedido, pero no había nada que yo pudiera escuchar.  

Solo escuché que el Emperador estaba extremadamente furioso.  

Incluso se decía que había perdido el control de su temperamento.  

Podía entender por qué estaba tan enojado. Se decía que él y mi madre eran amigos desde hacía mucho tiempo.  

Probablemente estaba muy enfadado porque había perdido a una vieja amiga.  

Y además, mi madre era increíblemente inteligente y eficiente en su trabajo, lo que también debió hacerlo sentir muy triste.

El funeral de mi madre fue grandioso. 

Lloré tanto que apenas pude ver a las personas que asistieron, pero más tarde, mi abuelo me dijo que casi todos los que trabajaban en el palacio habían estado allí.  

Y también muchos nobles.  

Fue en ese lugar donde conocí a mi tío por primera vez.

( ¿Mamá…? )

Tenía el mismo cabello rojo que mi madre, ojos dorados, y aunque sus facciones eran un poco más pronunciadas, su mandíbula más marcada y las líneas de su rostro más fuertes, se parecía tanto a mi madre que casi lo confundí con ella.  

Al contrario de los muchos que lloraban y se lamentaban en el funeral, mi tío miraba el ataúd de mi madre y a la gente con una expresión que parecía que quería matar a alguien.

( Mamá… )

Dejé de llorar y me aferré a mi tío, que era idéntico a mi madre, y no me separé de él durante varios días.  

Aunque, el último día, mientras dormía agotada, él desapareció.  

Después de ese primer encuentro con mi tío, pasé varios meses viviendo con mi abuelo en su casa.