⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Tengo el presentimiento de que mi tío no me va a dejar ir —dije, dejando caer mis hombros, sin poder siquiera pensar en comer.
Zenda se inclinó hacia adelante, me miró a los ojos y dijo:
—¿Y si voy yo a preguntarle discretamente?
—¿Zenda…? ¿Y si te regaña?
Levanté la cabeza rápidamente.
—La verdad es que, durante la media jornada que no estuviste, me sentí muy sola. Aunque pensé que sería bueno que volvieras a un lugar más grande y mejor, me di cuenta de lo mucho que te extrañaba. Creo que en estos pocos días me he encariñado mucho contigo.
—A mí también me gusta Zenda.
Me sentí feliz al escuchar que Zenda pensaba lo mismo que yo.
Zenda entrelazó sus manos sobre sus piernas y puso una expresión seria.
—No tengo mucha fuerza, pero usaré todo lo que tengo para protegerte. Haré lo posible para evitar que vayas a lugares donde no quieras ir y rogaré para que puedas ir a los que sí deseas.
—Pero no quiero que Zenda se meta en problemas.
—Haré lo posible para que no me regañen. ¿Te parece bien así?
—Sí, entonces está bien.
Me sentí mucho más segura sabiendo que Zenda estaba de mi lado.
Y entonces, de repente, se me ocurrió una idea.
Si logro que todos estén de mi lado… ¿No podría detener a mi tío cuando quiera regañarme o enviarme lejos?
¿Y si la cocinera y los demás también me ayudan?
Ese pensamiento hizo que, sin darme cuenta, una sonrisa se dibujara en mi rostro.
—Zenda.
—¿Sí?
—Quiero hacer que los demás también estén de mi lado, como tú.
—¿Convencerlos para que no te regañen? —preguntó Zenda, sonriendo.
Asentí con entusiasmo, lo que hizo que la sonrisa de Zenda se ensanchara aún más.
—Entonces deja a Gerard en mis manos.
—¿Gerard?
—Es como mi hermano. Aunque no somos de la misma sangre, crecimos en el mismo orfanato.
Zenda me contó que ella y Gerard venían del mismo orfanato, y que Gerard, a pesar de su juventud, había sido llevado a la familia Valiant por su gran habilidad con la espada. Después de adaptarse, Gerard fue a buscar a Zenda, quien lo siguió sin dudar, ya que no tenía a dónde ir cuando se hizo mayor. Más tarde, cuando mi tío decidió vivir por su cuenta, ambos se unieron a él en esta mansión.
—Zenda, Gerard…
—Como todos los niños que entraron al orfanato en el mismo año tenían nombres que empezaban con la misma letra, a veces nos confundían con hermanos de verdad.
—Vaya, Zenda, Gerard… Es cierto. ¡Y los geranios*! Todos son bonitos y maravillosos, ¿verdad? ¡Por eso tú y Gerard también son geniales y bonitos!
N/T: Los geranios son plantas que tienen diferentes colores.
Zenda hizo una pausa y luego sonrió ampliamente.
—Eso parece. No lo había pensado así.
Mientras hablaba con Zenda, se me ocurrió un buen plan para ganarme a los demás.
—Zenda, préstame tu oído.
—¿Así?
Le susurré mi plan al oído, y Zenda se rió en voz alta.
—Entonces, ahora que tenemos una misión para conseguir aliados, ¿qué tal si comemos? La sopa se va a enfriar.
Con esas palabras, un tenedor y una cuchara aparecieron naturalmente en mis manos.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Kassel estaba disfrutando de la paz que había regresado después de unos días.
¿Debería realmente cerrar la puerta de mi habitación para dormir, aunque esté en mi propia casa?, se había preguntado varias veces.
Esa pequeña tenía una energía desbordante, corriendo por toda la casa hasta caer agotada. Pero tan pronto como se despertaba, volvía a estar llena de energía.
Hoy no se le había visto en todo el día. Kassel pensó que tal vez se había pasado un poco, pero rápidamente borró esa idea de su mente. Después de todo, él siempre había sido así, no había nada nuevo en ello.
Mientras regresaba por el pasillo tras haber terminado sus asuntos, notó que el ambiente en la casa era diferente al habitual. Los sirvientes no paraban de sonreír y había un suave aroma dulce flotando en el aire.
Era imposible que el aroma dulce viniera de esa cosa pequeña, así que… ¿qué estaba pasando?
Pronto descubriría la razón.
Cada sirviente que pasaba llevaba una flor roja en el lado izquierdo del pecho. Parecía un broche de encaje, y los sirvientes lo acariciaban con orgullo, sonriendo a cada momento.
Ese día, su sobrina no se veía por ninguna parte, y los sirvientes parecían todos encantados por algo. Kassel, que no sabía lo que ocurría mientras todos los demás sí, empezó a sentirse irritado.
En ese momento, oyó pasos rápidos y ligeros acompañados de un ruido constante. Aika apareció corriendo desde el final del pasillo, con los brazos llenos de algo rojo. Su cabello negro, atado en dos coletas, rebotaba con cada paso que daba.
Kassel, previendo problemas, se masajeó las sienes con una expresión cansada.
—¡Hola, tío! ¿Regresaste bien?
—Te dije que caminaras con más cuidado.
—¡Es que estaba ocupada! ¡Hola, Gerard! Gerard, ¡mira esto!
Aika pasó rápidamente junto a Kassel, apenas saludándolo, y se plantó frente a Gerard. Con la respiración agitada, le ofreció de repente la flor roja que llevaba en sus brazos. Era la misma flor de tela de encaje que Kassel había visto en el pecho de los sirvientes al pasar.
Así que aquí estaba la causa.
Una sonrisa floreció en el rostro de Gerard.
—Hoy es otro buen día, señorita. ¿De verdad es para mí?
—¡Sí, es un regalo! Si te la pones, te traerá suerte. ¡Recé a la flor para que le sucedan cosas buenas a Gerard! —dijo Aika, dándose golpecitos orgullosa en el pecho.
—Gracias. La guardaré como un tesoro —respondió Gerard, inclinándose con una rodilla en el suelo en señal de lealtad.
El rostro de Aika se iluminó aún más.
Entonces, Aika levantó la vista y miró a Kassel fijamente.
Si va a dármela, que lo haga rápido, ¿por qué me mira así?, pensó Kassel mientras extendía la mano.
Pero Aika, sorprendida, dio un paso atrás.
—¡Lo siento, tío! ¡Ya no molestaré más!
Y sin decir más, se dio la vuelta y salió disparada.
Las cejas de Kassel se alzaron con incredulidad.
Ahí estaba él, con la mano vacía.
¿Y yo qué?
Giró bruscamente, y la repentina tensión en el aire no pasó desapercibida para Gerard, que se puso nervioso. Los labios de Kassel se torcieron en una mueca.
—¿Qué suerte, eh? —dijo con una voz que no ocultaba su descontento.
Gerard inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Sí… No, quiero decir, no realmente.
Con esa respuesta honesta, la temperatura en la habitación pareció bajar unos tres grados.
—Claro. Disfrútalo —murmuró Kassel antes de girarse de nuevo y desaparecer rápidamente.
—Oh, no…
Zenda me dijo que intentara mejorar el humor de Su Excelencia antes de que acabara el día. Esto no pinta bien, pensó Gerard, rascándose nerviosamente la nuca antes de apresurarse tras él.
A medida que Kassel continuaba caminando, veía más sirvientes con flores rojas en el pecho. Sin embargo, cuando llegó la cena, el pecho de Kassel seguía vacío.
Finalmente, durante la cena, Aika apareció con una expresión de total inocencia, como si no supiera nada del caos que había causado. Las pocas esperanzas que Kassel aún tenía se desmoronaron por completo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—¡Guau, ¿qué es esto? —exclamé tan pronto como entré al comedor y vi el árbol que se alzaba en el centro de la mesa.
Parecía un árbol de invierno cubierto de flores de nieve, pero en realidad eran vegetales fritos.
—Es una preparación de vegetales fritos. Un pequeño obsequio en agradecimiento por los broches de flores que nos regalaste. ¿Te gustaría probarlo?
La abuela Sophie, la cocinera, rompió una rama y me la ofreció.
—¿De verdad se puede comer? ¡Si le ponemos frutas, podría parecer un árbol de Navidad!
Me llevé el vegetal frito a la boca.
Por fuera estaba crujiente, y por dentro tenía una textura firme. El sabor exterior era delicioso, ligeramente salado como si tuviera una pizca de sal, mientras que el interior era cálido y dulce.
Era un sabor tan emocionante que mis fosas nasales se agrandaron de la emoción.
—¡Está delicioso!
¡Quién diría que algo sin carne podría estar tan rico!
—¿Qué te parece si la próxima vez usamos frutas y verduras de hoja para hacer un árbol?
—¡Sí!
—Deja ya el alboroto. Sophie, no te dejes envolver por ella.
En ese momento, mi tío entró al comedor.
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