⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—¡Guau, brilla mucho!
Había incontables luces iluminando el edificio, como si un montón de estrellas hubieran sido recogidas y esparcidas por el lugar. El tío había dicho que este lugar también pertenecía al abuelo. Siempre me había preguntado a dónde iba mamá cuando, aunque lo encontraba molesto, se vestía con esos hermosos vestidos.
Cuando le preguntaba a dónde iba, mamá siempre respondía:
( Aika, esto es solo una extensión de mi trabajo. Ahh. )
Como había decidido no interrumpirla cuando trabajaba, nunca la había seguido. Pero siempre tuve curiosidad, y ya que había decidido proteger al tío, ¡ahora podía cumplir ese noble objetivo y resolver mi curiosidad al mismo tiempo!
Pensaba que este era un lugar impresionante, pero si lo hubiera sabido antes, habría seguido a mamá mucho antes. ¿Gerard mencionó que este era el lugar donde se celebraba la fiesta?
Mientras tío avanzaba hacia el interior, yo me aferré a su ropa y lo seguí de cerca.
—Tío, ¿crees que el abuelo ya llegó?
—¿Cómo voy a saberlo?
A medida que avanzábamos por el pasillo hacia el lujoso salón, me apreté aún más contra él. No había salido de casa muchas veces, así que nunca me había dado cuenta, pero ahora me percataba de algo raro. Tanto en el palacio como aquí, cada vez que pasaba, sentía que todas las miradas se centraban en mí.
Aunque nadie me habló directamente, sentía que las miradas me seguían sin cesar.
—Oh, ¿no es el Marqués Léguiore?
—Sabía que el Duque Valiart había organizado esto, así que me preguntaba si él vendría… ¡Qué deleite para la vista! ¿Deberíamos ir a saludarlo más tarde?
—¿Y quién es esa niña que está con él?
—¿No lo sabes? Es… ya sabes.
—Ah…
Podía escuchar susurros por todos lados. Yo me esforzaba por estirar mis piernas y seguir a mi tío.
—Espera aquí un momento.
El lugar al que me llevó mi tío estaba ligeramente apartado de las miradas curiosas. Era un espacio reservado en un rincón del salón. Bajo un dosel en forma de cúpula, había una mesa donde se podía conversar. Aunque el lugar tenía arcos en todas las direcciones, se podía sentar de espaldas y evitar las miradas.
—¿Eh? ¿A dónde vas, tío?
—Tengo que hacer algo, quédate aquí. Gerard, cuida de la niña.
—Sí, mi señor.
Después de decir eso brevemente, mi tío escudriñó a su alrededor con atención y se fue a algún lugar a paso rápido. Me quedé sola con Gerard, quien me ofreció su mano y la tomé.
—¿El tío está ocupado aquí también?
—Sí, como siempre.
—Yo pensaba que habíamos venido a comer cosas ricas.
—Si me espera un momento, le traeré algo que le guste, señorita.
—¡Y algo para ti también, Gerard!
Gerard sonrió y se apresuró a la mesa de comida cercana. En realidad, no estaba tan lejos. Solo dio unos pocos pasos, lo justo para darme la espalda por un instante. Mientras balanceaba mis piernas que no llegaban al suelo, miré a mi alrededor.
—Todo es muy bonito.
Todos llevaban vestidos y trajes elegantes mientras conversaban entre ellos. Aunque, por supuesto, para mí el tío seguía siendo el más impresionante de todos. Las personas agitaban abanicos como si fueran colas de pavo real y sonreían mientras besaban las manos enguantadas de los demás, ¡incluso en la mejilla.
¡Por Dios! Giré la cabeza rápidamente al ver eso.
Gerard volvió en un abrir y cerrar de ojos con un plato lleno de delicias. Tomé el tenedor que me ofreció y le pregunté:
—Gerard, oye.
—Sí, señorita.
—¿El tío no tiene novia? ¡Como esas personas que estaban besándose!
—¿Novia? —Gerard fingió no entender, como si fuera la primera vez que oía la palabra.
—¡Sí!
Después de pensarlo un poco, sacudió la cabeza.
—Por lo que he visto, no tiene. Y dudo que la tenga en el futuro…
—¿Por qué no?
—Bueno, creo que… tiene un carácter un poco… hmm, además de que está muy ocupado, no tiene tiempo para relaciones.
—Ah, ya veo.
Creo que escuché algo sobre su carácter, pero seguro que fue una confusión. Mientras tanto, continué comiendo la fruta y la gelatina que Gerard me había traído, observando todo a mi alrededor. Aunque no conocía a ninguna de las personas que trabajaban allí, todos parecían amables y educados.
El tío no tardó mucho en volver.
—Pequeña, levántate.
—¿A dónde vamos? Tío, esto está riquísimo. ¿Quieres probar? ¡Es delicioso, brilla en la boca!
—Tú come todo lo que quieras.
Aunque íbamos a salir, mi tío de repente se dejó caer a mi lado. Aproveché la oportunidad para seguir comiendo rápido los bocadillos de mi plato.
—¿Acaso no te he dado de comer antes?
—¿Mmm?
—No hables con la boca llena.
—¡No la tengo llena, tío!
Aunque ya había bebido toda la leche que Zenda me dio antes de salir, necesitaba fuerza para seguir cuidando al tío, así que seguí comiendo con entusiasmo. Claro que él no lo entendería.
—¿Pero a dónde vamos? ¿Y el abuelo?
—Vamos a ver al abuelo.
—¿En serio?
¡Debiste haberlo dicho antes! De inmediato dejé el tenedor y salté de la silla. Tiré del brazo de mi tío.
—Ya terminé, tío. ¡Vámonos!
Mi tío me miró con una expresión de sorpresa, pero yo lo apuré descaradamente.
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—¡Abuelito!
Aika soltó la ropa de Kassel, a la que había estado aferrada como si fuera su vida, y corrió hacia el Duque Valiart como un rayo. Kassel, que había estado con las manos en los bolsillos, se detuvo con una expresión atónita. Poco después, sus cejas se fruncieron, molesto.
Vaya, parece que ya no sabe qué decir.
Una sonrisa torcida, como la de sus cejas, apareció en el rostro de Kassel. Claro, no me habla así a mí.
—Mi pequeña. Mi princesa. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿No es hora de ir a dormir?
—¡Vine con el tío! ¡Me dijeron que vendrías, abuelo!
—¿Cómo sabías que este abuelo quería ver a nuestra Aika?
—La última vez nos fuimos sin despedirnos del abuelo. Estaba muy, muy triste.
—Oh, ¿así fue, mi princesita? Eso fue culpa de ese tonto, no tuya en absoluto.
Un encuentro familiar conmovedor, como siempre. El Duque Valiart, que antes llevaba una barba imponente, había comenzado a recortarla cuidadosamente todos los días desde que conoció a Aika, por temor a que a ella no le gustara. Sosteniendo a Aika en sus brazos, el Duque se acercó a Kassel, quien estaba parado de manera desganada.
—¿Lo encontraste?
Kassel asintió ligeramente con la cabeza.
—Sí, algo así.
—Intenta adaptarte dentro de lo razonable. Solo necesitas conseguir el derecho de fundación de la Academia, y el terreno lo podemos crear. Si no, simplemente arréglalo y tómalo a la fuerza.
La familia Valiart estaba actualmente intentando obtener el derecho de fundación para una Academia. A diferencia de la manera en que hasta ahora habían acumulado dinero sin rumbo fijo, establecer y operar una Academia era una inversión que requería grandes sumas de dinero. La razón principal para querer establecer esta Academia no era otra que Aika.
—Es la Academia a la que asistirá mi niña, no puedo enviarla a cualquier lugar.
Aunque faltaba mucho para que Aika asistiera a la Academia, el Duque Valiart consideraba que este era el momento perfecto. El año pasado, la Academia más antigua de la capital había cerrado sus puertas, dejando un derecho de fundación sin dueño. El plan del día era conseguir ese derecho antes de que cayera en manos de otros.
Dinero tenían de sobra, y una vez eliminada la competencia, el resto sería sencillo. La buena noticia era que, aunque obtuvieran el derecho de fundación, establecer una Academia era un proyecto que requería más gastos que ingresos, por lo que no había muchos competidores.
—Es una molestia… ¿Por qué no simplemente adquiere una de las Academias existentes?
Kassel comentó con aburrimiento.
—No. No puedo enviar a Aika a una Academia decadente. Primero, tenemos que conseguir el derecho de fundación, y luego apurarnos para convertirla en una Academia de renombre antes de que Aika tenga que asistir.
El Duque Valiart no confiaba en nadie, y había ideado un plan a largo plazo para establecer la Academia, eligiendo personalmente al director y al cuerpo docente. Aunque se refería a las Academias existentes como ‘decadentes’, en la capital ya había tres instituciones reconocidas por su prestigio. Desde la Academia donde estudió el Emperador hasta otras con un excelente cuerpo docente y modernas instalaciones, todas ellas competían por ser las mejores.
Sin embargo, ninguna cumplía con las expectativas del Duque Valiart.
—Abuelo, ¿voy a ir a la escuela?
—Cuando crezcas un poquito más, mi princesa, entonces iremos. Para entonces, este abuelo tuyo habrá creado una Academia preciosa.
—¿De verdad?
—¡Claro!
La lógica del Duque era que, si su nieta iba a asistir a esa Academia, hasta el último ladrillo debía ser nuevo. En realidad, la familia Valiart, aunque una de las principales familias de Worpod, tenía una historia relativamente corta. A pesar de haber acumulado riqueza y poder, aún no gozaban del estatus de una familia verdaderamente noble. Nadie se atrevía a desafiarlos, pero tampoco los respetaban.
El Duque Valiart temía que, cuando Aika creciera, esa falta de respeto pudiera ser un obstáculo para ella. Así que estaba decidido a eliminar esa debilidad de raíz.
—¿Y qué se hace en la escuela, abuelo?
—Leerás libros, montarás a caballo y aprenderás cosas divertidas.
—¿Puedo hacer todo eso?
—Claro que sí. Incluso podrás pintar, que sé que te gusta.
Ahora que el Duque Valiart estaba moviendo sus influencias, era solo cuestión de tiempo antes de que la nueva Academia se convirtiera en una institución de prestigio. El verdadero problema era que todo ese trabajo recaería en Kassel. Traer profesores de renombre sería tan fácil como comer sopa.
En el pasado, la familia Valiart no escatimaba en medios para consolidar su poder en Worpod, utilizando la fuerza y no dudando en recurrir a la violencia. Esa era la razón de su mala reputación. Sin embargo, desde que Aika había nacido y llegado a la casa, el Duque había intentado utilizar métodos más civilizados.
Pero, en cualquier caso, todo el trabajo duro recaía sobre los hombros de Kassel. Mientras tanto, la pequeña, con sus ojos redondos y brillantes, no parecía tener idea de todo esto, y simplemente sonreía mientras se abrazaba a su abuelo.
Vaya… ¿y quién es el que realmente sufre?
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