⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Esto no se pone en cualquier lugar. Es un… un… un… ¡Ah! ¡Es un documento importante!
Por un momento, no se me ocurría la palabra y casi entro en pánico. Mientras discutíamos, alguien llamó a la puerta, un poco apresurado.
—Señor, soy Leto.
—Entra.
Mi tío, que ya me había advertido que no lo sellaría, permitió la entrada de Leto. Parecía que algo lo incomodaba.
—Ha venido un visitante.
—Hoy no tengo ninguna cita. Hazlo irse.
Mi tío, sin pensarlo mucho, hizo un gesto con la mano, indicando que lo despidiera.
—Es la hija de la familia Green. Está llorando en la entrada, rogando por una oportunidad para verlo…
—¿Por qué tengo que repetírtelo?
La voz de mi tío se volvió fría.
—…Lo siento. La haré irse.
—De todas formas, debe de estar lloriqueando en su carruaje. No está tirada en el suelo llorando, ¿verdad? No es para tanto. Hazla irse.
—Sí, la despacharé de inmediato.
Leto se inclinó en señal de respeto y salió. Yo seguí comiendo mi helado con la cuchara. Ya casi podía ver el fondo del plato.
—Tío.
—¿Qué?
—El mercado.
—¿Qué?
—El mercado.
—……
Vamos. Extendí la mano desde mi asiento y tiré de la manga de su ropa.
—Ya terminé de comer, así que vamos a la florería. Quiero llevarle flores al abuelo y a Ruspe.
—¿No podemos ir mañana?
Mi tío mostraba claramente lo molesto que estaba. ¡Sabiendo que mañana va al palacio!
—Tío desagradable… Tío mentiroso… Tío malo… Tío cerdo que se come todo el helado… Tío hipopótamo… Tío mentiroso…
Murmuré mientras raspaba el fondo del plato con la cuchara. Finalmente, mi tío suspiró y levantó las manos en señal de rendición.
—Vamos, vamos.
Sonreí satisfecha y bajé de la silla.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Me quedé quieta mientras Zenda me arreglaba para salir. Con los brazos extendidos, esperé pacientemente mientras me ponía el último toque: un collar de oro con una placa.
Era el collar con mi nombre que mi tío me había puesto la última vez. ¿Por qué me parecía que esta vez era aún más grande?
—Ya está, señorita. Solo me falta revisar el lazo una vez más.
—Zenda, ¿puedo no llevar esto? No me gusta llevar una placa con mi nombre.
Zenda puso una cara de preocupación.
—Es solo un collar, señorita. Además, si no lo lleva, realmente se meterá en problemas. Le dijeron que siempre debía usarlo cuando salga.
—Pero todo el mundo me mira cuando lo llevo puesto.
—Es porque es usted muy adorable, no por el collar.
—Tú misma dijiste que era una placa.
—Ah…
Zenda sonrió tímidamente, pero ya era demasiado tarde. No tuve más remedio que llevar la placa de oro que tintineaba en mi cuello mientras subía al carruaje. Mi tío llevaba solo una camisa y pantalones negros, una vestimenta bastante ligera. Pero se veía muy elegante.
—Tío, ¿podrías hacerme una placa más pequeña…?
—¿Quieres bajarte?
—¡No, no!
¡Mi tío siempre es tan cruel! Siempre amenazándome. Me sentí aliviada solo cuando la puerta del carruaje se cerró y me apoyé en Zenda.
Pasamos el jardín y nos dirigimos hacia la puerta principal, donde había otro carruaje. Frente a él, una mujer estaba de pie inmóvil. Solo pude darme cuenta de que era una mujer por el vestido, ya que su rostro no se veía bien. Cuando nuestro carruaje comenzó a salir, la mujer se interpuso en su camino, aunque no estaba en peligro, el carruaje se detuvo de repente.
Abrí los ojos de par en par.
La mujer corrió hacia el lado del carruaje.
—¡Marqués! Soy Rosina Green. He venido para verlo. ¡Quiero disculparme!
Su voz estaba mezclada con llanto. Desde el alto del carruaje, solo podía ver el sombrero negro con un borde ancho y decorado con flores que llevaba. Esa voz… ¿la había escuchado antes?
Mi tío tiró de la cuerda y el carruaje se desvió para evitarla, comenzando a moverse de nuevo. Desde afuera, escuché voces fuertes, posiblemente de los guardias en la puerta que la apartaban.
—Tío, esa persona sigue llamándote…
Mi tío ni siquiera miró por la ventana, como si no le importara en absoluto.
—Aprende de esto. Así es como se trata la basura.
No entendí lo que quiso decir, así que miré a Zenda, quien rápidamente me tapó los oídos con ambas manos.
—Señor, con todo respeto, le pido que utilice un lenguaje más suave frente a la señorita. Confíe en mí, ya que me ha encomendado su cuidado, me aseguraré de que nada perjudicial le suceda.
Aunque el sonido se redujo considerablemente por tener los oídos tapados, escuché todo claramente. ¡Zenda es increíble!
Decidí recordar la ‘forma de manejar la basura’ que mi tío me había enseñado. Si alguien bloquea el carruaje, lo ignoras. Más tarde, le preguntaré a mi tío los detalles.
Cuando Zenda me soltó los oídos, mi tío suspiró, quejándose de lo difícil que era cuidar a un niño. Al mismo tiempo, desde fuera, se escuchaba nuevamente el clamor de la mujer, rogando por una última oportunidad para hablar. Sin embargo, el carruaje la dejó atrás sin piedad y se dirigió hacia el mercado.
¿De verdad esto estaba bien? Mi tío no mostró el menor interés, así que yo también pronto perdí el mío.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Para cuando me olvidé del incidente en la puerta, entretenida mirando el paisaje a través de la ventana, el carruaje se detuvo frente a una cochera cerca de la entrada del mercado. Mi tío fue el primero en bajar, y de inmediato me levantó de las axilas para ayudarme a bajar también. Ante mis ojos apareció el mercado en todo su esplendor, y un delicioso aroma inundó mi nariz.
—¡Wow, tío, mira eso!
Vi a alguien caminar apresuradamente con una carreta repleta de panes del tamaño de globos, casi corriendo. Los panes en la cima parecían a punto de caerse, pero de alguna manera se mantenían en equilibrio, lo que era prácticamente un truco de magia.
—Dijiste que íbamos a la florería.
Mi tío me recordó la razón por la cual habíamos venido al mercado. Asentí con la cabeza y de repente giré rápidamente.
Espera. Si vamos ahora a la florería, probablemente solo compremos las flores y regresemos directamente a casa, ¿verdad? Mi tío es perfectamente capaz de hacer eso. ¡En el banquete también vino solo para hacer lo que tenía que hacer!
No he venido aquí muchas veces, pero siempre íbamos a la misma florería con mamá. Solo comprábamos flores y regresábamos a casa, así que conocía bien el camino a la florería desde aquí, pero… ¡Quería explorar el mercado!
No quería irme inmediatamente después de comprar las flores como hacía con mamá. Ya tenía siete años, así que era hora de explorar un poco más del mundo. ¡Ya era el momento!
Además, no podía dejar de pensar en lo que escuché en el banquete, sobre que mamá me había criado en secreto. ¿Por qué me escondió mamá? Yo nunca me oculté. Tenía mucha curiosidad, pero si le preguntaba, mi tío probablemente recordaría lo que pasó ese día y se enfadaría, así que debía quedarme callada.
Sin embargo, no pude mantener el pensamiento por mucho tiempo.
—Deja de pensar tonterías y camina. Solo vamos a comprar flores.
Mi tío me miró con una expresión severa, adivinando mis pensamientos. Todo mi entusiasmo por explorar el mercado se desvaneció.
¿Acaso mi tío tenía el poder de leerme la mente? ¡Porque parecía detener cada cosa que pensaba hacer!
—Tíooo…
—¿Qué?
—El mercado…
—¿Qué?
—Nunca he recorrido un mercado…
No se me ocurría una buena manera de convencerlo. ¡Qué frustración! Fruncí el ceño y lo miré con ojos tristes. Mi tío, tras parpadear un par de veces, suspiró profundamente.
—Vamos, vamos.
Finalmente, con su renuente permiso, me llené de alegría y lo arrastré dentro del mercado.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Debí haber resistido esos ojitos llorosos.
Debería haberlo sabido cuando vi que sus ojos brillaban de emoción. Kassel se frotó la frente con un gesto cansado.
—¡Hola!
—Oh, hola, pequeña señorita. ¡Qué honor recibir el saludo de una joven noble!
—¡Señor, que tenga un buen día! ¡Su sombrero es increíble!
—¿Eh? ¡Ah! ¡Que tengas un buen día también! ¡Tu vestido es realmente deslumbrante!
—¡Gracias!
A cada comerciante con el que cruzaba miradas, comenzaba a saludarles. Si seguía así, probablemente terminaría presentándose a todos. Además, sin darse cuenta del peligro, cada vez que un comerciante le ofrecía un pequeño snack, ella lo tomaba y lo comía inmediatamente.
—¿Te gustaría probar uno, pequeña señorita?
Aunque Kassel la vigilaba de cerca, y nadie que quisiera seguir viviendo se atrevería a ofrecerle algo peligroso, aun así…
—¡Gracias! ¡Wow, está delicioso! ¡Creo que es lo mejor que he probado en mi vida!
—Oh, qué dulce. Eres como una muñeca, igual que tu papá. Ah, pero… ¡Oh, cielos! ¡Ese… ese es…!
Cuando los comerciantes finalmente vieron la placa dorada con su nombre, sus rostros se pusieron pálidos de inmediato.
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