⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Tal vez, en la actualidad, el país más pacífico del continente sea el Imperio de Worpod.
Antes de que el anterior Emperador consolidara su poder, Worpod había sido llamado la tierra empapada de sangre y huesos debido a las innumerables guerras, como la Guerra Continental y la Guerra de Reliquias Antiguas.
En medio de la paz que se logró con gran dificultad, las cuatro familias ducales compartían el poder, sosteniendo a Worpod como pilares después del sol del imperio, el Emperador Seledor.
Valiart, Cardier, Deslin y Notium.
De entre ellas, la familia Valiart, de la que provengo, era la más joven de las cuatro.
Sin embargo, a pesar de su corta historia, la cantidad de honores y títulos que había acumulado era inmensa.
Esto se debía a que fue mi abuelo quien ayudó al anterior Emperador a ascender al trono y quien aseguró el firme reinado del Emperador actual.
Además, la familia era conocida por haber acumulado la mayor riqueza en el menor tiempo.
Incluso dejando de lado las tierras ducales y las del palacio real, más de un tercio de la capital pertenecía a los Valiart, lo cual no era ninguna exageración.
También había dos cosas por las que los Valiart eran famosos: una era mi madre, la persona más capaz, y la otra, mi tío.
… ¡Mi madre es la mejor!
Como hablar de ella es importante, lo dejaré para después.
Mi tío era conocido como el mejor espadachín del imperio, tan hábil en el manejo de la espada que decían que él mismo era un arma.
Sin embargo, algunos decían que había concentrado tanto sus habilidades en la apariencia y la esgrima, que su personalidad había colapsado un poco.
Debido a su carácter explosivo, se rumoreaba que incluso el actual Emperador encontraba difícil tratar con él y que pasaba más tiempo calmándolo que ordenándole.
De hecho, las historias sobre mi tío constituían gran parte de los rumores sobre los Valiart.
Todo esto lo aprendí de mi madre.
Pero, ¿por qué me atrevo a enfrentarme a mi tío, como si no me importara mi vida?…
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—Tíooo, ¡no puedes!
—Suéltame.
Gruñó de nuevo, rechinando los dientes.
—¡Te digo que no puedes! ¡No te vayas!
Me aferré a la pierna larga de mi tío como una cigarra, abrazándola con los brazos y las piernas.
De este modo, no podría caminar, ¿verdad?
Tal vez una de sus piernas acabaría aplastada.
Lo sentía por mi tío, pero era mejor eso que dejar que se fuera.
¡Ir allí era lo mismo que ir a morir, maldito tío!
—¿Qué… qué?
Pero este monstruo no parecía ni siquiera sentir el peso, y comenzó a caminar como si nada, llevándome con él.
Al ver que estaba a punto de caerme con cada paso, mordí los pantalones de mi tío con la boca.
—¡N-no, no te vayas!
Entonces, mi tío se detuvo abruptamente.
Poco después, un suspiro profundo y bajo resonó por encima de mi cabeza, como si la tierra misma temblara.
Me estremecí.
Ese suspiro tenía el poder de hundir el ambiente a su alrededor y congelar todo a su paso.
Tengo tantas cosas que decir.
Pero un secreto es algo que debe guardarse con mucho cuidado, incluso si te sientes atrapado.
Ese fue uno de los valiosos consejos que me dio mamá.
Y sobre todo, era nuestro precioso secreto.
Mamá ya no estaba en este mundo, pero yo no quería romper nuestra promesa.
No habría más secretos entre mamá y yo, porque este era nuestro último secreto juntas.
—Hey, cacahuate.
Al escuchar a mi tío llamarme, solté los pantalones que tenía en la boca y levanté la cabeza.
Mis brazos dolían, y mi boca estaba empapada de saliva.
—¡No soy cacahuate!
Primero, corregí su forma de llamarme.
—Bájate.
—No quiero. Si bajo, te irás.
Intenté un poco de rebeldía.
Todavía colgada de su pierna, limpié discretamente mi saliva en los pantalones de mi tío.
¿Qué tal? Ahora que están sucios, no podrá salir, ¿verdad?
Mi tío miró la mancha de saliva en sus pantalones y frunció el ceño.
—Si lo sabes, bájate.
—…¿Me lanzarás si no bajo?
Le lancé una mirada suplicante.
—Uff, me vuelves loco. ¿Por qué siempre tienes que discutir? Te dije que no te mostraras.
¿Discutir? ¡Todo lo hago para salvarte, tío!
Si no fueras el hermano de mamá, ni siquiera me molestaría contigo.
Aunque me sentía injustamente tratada, sabía que no me creería si lo dijera, así que tragué mis palabras una vez más.
—…
Su rostro, que se había arrugado de enojo, se relajó un poco, como si hubiera aceptado su derrota.
—Vaya, igual de terca que tu madre.
—Mamá no era terca.
—Ni una sola palabra te dejas ganar.
—Tío.
—¿Qué?
A pesar de todo, siempre respondía. Aunque seguía mirándome como si quisiera devorarme.
—Tíooo, te daré todas mis golosinas, no te vayas. ¿Sí?
Mi tío me miró con una expresión incrédula.
—¡Vaya, me estoy volviendo loco! ¿Te envió ese viejo?
—¿Me envió? ¿Qué es eso?
—Bájate antes de que te lance.
Cada palabra la pronunciaba mordiendo las sílabas, lo que me hizo encogerme sin querer.
Pero no podía rendirme aquí.
Apreté aún más fuerte la pierna de mi tío, aferrándome con todas mis fuerzas.
Mis dedos dolían tanto que parecían estar ardiendo.
Si mi tío seguía insistiendo, no tendría más remedio que usar ‘ese’ método.
Si no lograba detenerlo hoy, mi tío se encontraría cara a cara con alguien de la familia Hendel, uno de los enemigos de los Valiart.
—…
—Te dije que te bajaras.
Para ser más exacta, no solo se encontrarían, sino que el heredero de la familia Hendel provocaría a mi tío. Entonces, mi tío se pondría de muy mal humor y golpearía al heredero de los Hendel…
¿Y luego qué?
El asunto se agrandaría tanto que la familia Hendel acabaría en un baño de sangre.
—Tío, solo una vez, ¡solo una vez! ¡Es un deseo de Aika!
—¡Bá-ja-te!
—…Hmph.
La familia Hendel era la que más resentía que los Valiart hubieran producido un Gran Canciller.
Además, en cada reunión regular buscaban cualquier excusa para poner trabas, lo que hacía que mi tío los odiara aún más.
Después de eso, las tierras de los Valiart también arderían debido a la guerra entre las familias.
De por sí, ahora mi tío estaba eliminando uno a uno a quienes se oponían a los Valiart.
Todo porque el abuelo, al darse cuenta de que el accidente de la carroza no fue casual, sino un ataque, le ordenó investigar quién estaba detrás.
Mi tío pensaba que yo no sabía nada, pero escuché toda la conversación con el abuelo cuando intentaba dormir después del funeral.
Quería investigar por mi cuenta, pero tras golpearme la cabeza en el accidente de la carroza, había perdido casi todos mis recuerdos, así que no podía ayudar.
De cualquier manera, si las cosas seguían así, mi tío terminaría encontrando la muerte.
Era una chispa que podía apagar.
En mis sueños, la familia Hendel no fue la que mató a mamá.
Por eso, de alguna forma tenía que detener a mi tío.
—Tío, extraño a mamá…
Ya no podía aguantar más y solté las manos que seguían aferradas a su pierna.
Entonces, me caí al suelo con un golpe, sentándome de golpe.
Tan pronto como mencioné a mamá, mi tío se quedó en completo silencio, como si fuera una mentira.
En ese momento…
—¿¡Qué!?
De repente, alguien me agarró por la nuca.
Bueno, para ser exactos, agarró mi ropa de forma violenta.
Levantada en el aire como una muñeca por mi tío, me encontré con sus aterradores ojos dorados.
—Entonces, ve y mírate al espejo.
A pesar de que sus ojos parecían un poco menos furiosos, sacudí la cabeza.
—No me parezco mucho a mamá. ¡Tú te pareces más a ella! ¡Eres igual a mamá!
Sonreí ampliamente.
¡Y ni siquiera tengo el mismo cabello rojo que mamá y el tío!
Aunque decían que mis ojos dorados eran exactamente como los de mamá, mi cabello no era como el de ella, era completamente negro.
Por eso, mamá siempre decía que mi cabello era tan hermoso como un cielo nocturno al que ni siquiera la luz de las estrellas podía alcanzar.
—¡Ah, por Dios!
Mi tío, que me estaba mirando fijamente, de repente se despeinó furiosamente con una mano, como si estuviera a punto de arrancarse el pelo.
Y luego, sin más, me levantó y empezó a caminar hacia algún lado.
Me quedé en silencio, colgando de su mano, por miedo a que, si seguía hablando, realmente me lanzaría por alguna ventana del pasillo.
Por suerte, el lugar al que me llevó fue mi habitación.
Después de tirarme en la cama, se sentó a medias y me miró como si quisiera matarme.
Uf, ¿ni siquiera tiene frío estando sin camiseta?
Temiendo que intentara huir, me arrastré rápidamente por la cama y agarré su pantalón.
—Hey, cacahuate.
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