⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
¿Ruspe me estaba haciendo la misma broma?
Recorrí sigilosamente las ocho estanterías, pero no pude encontrar a Ruspe en ninguna parte.
Y tampoco pude ver a Zenda y Kamaie.
La puerta seguía cerrada…
De repente, sentí miedo.
Me dirigí rápidamente hacia la puerta.
No sabía qué broma estaban jugando, pero esto daba un poco de miedo.
Justo cuando estaba a punto de correr hacia la puerta, un pequeño conejo apareció frente a mí de la nada.
—¿…Un conejo?
Pero no era un conejo normal; su cuerpo era semitransparente, como si pudiera ver a través de él.
¿Qué era eso?
El conejo atravesaba las estanterías sin ningún problema, corriendo y saltando alegremente.
Me quedé parada, observando cómo el conejo corría de un lado a otro entre las estanterías, como si estuviera hechizada.
—Creo que estoy viendo cosas. ¿Qué es eso?
De repente, el conejo dejó de saltar y se quedó mirándome fijamente.
Luego, saltó hacia mí.
Me asusté y retrocedí un paso.
Por más lindo que fuera, podía ser un fantasma aterrador.
No podía haber un conejo transparente, eso era imposible.
—¿Quién eres?
—¿Eh…?
¿Me estaba preguntando quién era? ¿Acaso ese conejo raro había hablado?
Definitivamente era un fantasma.
—Tú… ¿quién eres?
—Yo te pregunté primero. ¿Quién eres? ¿Cómo entraste?
—¡Pues quién eres tú…! ¿Por qué eres transparente?
—¿No puedo ser transparente? ¿Quién eres?
—¿Eres un fantasma? ¡Di quién eres tú primero!
—Te lo pregunté yo primero.
—Si quieres saber el nombre de alguien, primero tienes que decir el tuyo.
Discutí con el conejo durante un rato.
Estaba convencida de que era un fantasma, así que no le dije mi nombre.
Y el conejo tampoco me dio una respuesta.
¿Qué clase de conejo era ese?
Cada vez que el conejo daba un salto, yo retrocedía.
Sin darme cuenta, mi espalda chocó contra una estantería llena de libros.
El conejo se acercó hasta mis pies.
Mi cuerpo se calentaba, y comencé a sudar frío.
¿Y si de repente me quedo dormida y esto es un sueño?
¿Qué tal si es un monstruo que salió de un sueño?
Pensé en todo tipo de cosas, como si tuviera dientes afilados en su pequeña boca.
Sniff sniff.
El conejo, que estaba justo frente a mí, comenzó a oler mis pies.
De repente, sus orejas, que estaban caídas, se levantaron.
—¿Acaso conoces a Seria?
¿Seria?
Ese es el nombre de mi madre.
—¿Conoces a mamá?
—¿Mamá?
El conejo levantó las orejas.
Cada vez que parpadeaba, el conejo se volvía más transparente y luego volvía a la normalidad.
—¿Seria es tu mamá?
—¡Sí! ¿Cómo conoces a mi mamá?
¿Acaso esa cosa especial de la que habló mamá es este conejo?
—Seria es mi amiga. Entonces, tú también eres mi amigo.
Un conejo fantasma siendo amigo de mamá.
—¿Dices que eres amigo de mamá…? ¿Eres un fantasma?
—No lo soy.
De repente, el conejo se alejó rápidamente hacia algún lugar.
Mientras solo parpadeaba observándolo, el conejo se detuvo.
—Sígueme.
Con esas palabras, seguí al conejo, atravesando la biblioteca como un laberinto.
¿No estará llevándome a otro lugar extraño?
Definitivamente, aquí no estaban ni Zenda, ni Kamaie, ni Ruspe.
Solo estábamos el conejo raro y yo.
No tenía idea de lo que estaba ocurriendo.
Corrí hasta quedarme sin aliento, y finalmente llegamos al otro extremo.
En el extremo opuesto de la sala de libros antiguos, es decir, en el extremo más alejado de la entrada por donde había llegado, había un enorme mural.
Parecía que estaba lleno de representaciones de dioses…
El conejo entró directamente en el mural.
Intenté seguirlo rápidamente, pero me estrellé contra la dura pared y fallé.
—Yo no puedo entrar.
Intenté meter la cabeza, pero no sirvió de nada.
Poco después, el conejo volvió a salir brincando.
—¿No vienes?
—No puedo entrar. ¿Cómo se supone que entre?
El conejo ladeó la cabeza y volvió a entrar con un ‘pop’.
Me quedé mirando el mural desconcertada.
El amigo de mamá es raro.
Esta vez, el conejo salió con algo en la boca.
Era una tablilla del tamaño de mis dos manos juntas.
—Tómala.
Incluso con algo en la boca, el conejo hablaba con claridad.
Tomé la tablilla con ambas manos.
—¿…Qué es esto?
—Yo.
—¿Tú?
—No, no tú. Yo.
—¿Qué estás diciendo?
El conejo me miró fijamente.
Sin opción, miré la tablilla que me ofrecía.
En la tablilla estaba tallado un conejo sosteniendo un bastón y golpeando algo.
—¿Dices que esto eres tú?
—Sí.
¿Acaso estaba presumiendo porque estaba dibujado en la tablilla?
—Qué impresionante. Ya lo vi.
Sonreí mientras le devolvía la tablilla.
—…Seria lo hacía mucho mejor.
Aunque el conejo no tenía expresión, su tono dejaba ver su incomodidad.
Había algo que me intrigaba más que la tablilla.
—¿Mi mamá también estuvo aquí, verdad?
—Sí.
—¿Con frecuencia? Yo llegué aquí por un pequeño pasillo en la biblioteca, ¿mamá también llegó así?
—Eso no lo sé. La conocí aquí adentro.
Escuchar esas palabras me hizo tragar saliva.
—Entonces, conejo, ¿sabes cuál es la habilidad que tiene mi mamá?
El día del accidente, mamá me dio a comer una gema roja y también hizo una promesa secreta, pero nunca me dijo cuál era su habilidad.
Solo mencionó que yo tendría una vista especial.
Pero yo sospechaba que mamá podría haber tenido la misma habilidad de ver el futuro que yo.
¿O quizá mamá tenía otra habilidad diferente?
Entonces, ¿qué habilidad tenía mi mamá?
—Por supuesto.
El conejo me dio la respuesta que deseaba.
Me arrodillé y me acerqué más al conejo gateando.
—¿En serio? ¿Qué habilidad tenía?
El conejo respondió con orgullo: ‘Ejem’, antes de contarme lo que sabía.
La habilidad de mamá era realmente especial.
Primero, podía escuchar lo que los pájaros decían.
Esa fue su primera habilidad, y la despertó al encontrar una estatua de un pájaro aquí.
También podía inmovilizar a una persona brevemente, gracias a una habilidad obtenida de un broche en forma de araña.
Incluso podía evitar la lluvia por un momento, aunque solo por poco tiempo.
—¿Por qué tenía mamá esas habilidades?
—Seria es alguien que nos despierta. Es una persona muy especial.
—¿Despierta?
—Sí. Me despertó a mí de la tablilla. Quizá a los otros también…
—¿Esto?
Señalé la tablilla, y el conejo agitó sus orejas.
—Sí. He estado dormido allí durante mucho tiempo. Solo aquellos con un poder especial pueden despertarnos. Entonces, a cambio, les prestamos una habilidad que pueda serles útil.
—¿Les prestan una habilidad?
—Sí. Pero no debemos ser atrapados por los cazadores primero. Solo debemos despertar para personas especiales. Si nos atrapan los cazadores, nunca podremos ser libres.
Aunque mis dudas se estaban aclarando, las palabras del conejo despertaron otras nuevas.
¿Personas especiales? ¿Cazadores?
Las palabras del conejo sonaban como un enigma.
Mamá era una persona especial, y parecía que también había cazadores, pero el conejo decía que esos cazadores eran peligrosos.
¿Cazadores…?
Aunque mis recuerdos del accidente de la carreta estaban fragmentados, vagamente recordaba una voz.
¿Podrían ser ellos?
¿Eran realmente malas personas?
—Seria me dijo que algún día alguien muy querido para ella vendría a este lugar. Parece que eras tú. Puedo oler el aroma de Seria en ti.
¡El olor de mamá!
El conejo decía que tenía el olor de mamá.
Eso me hizo muy feliz.
—Sí. Mamá siempre decía que yo era lo más preciado en el mundo para ella.
—Pero no pensé que serías tan joven.
—¿Eh…?
—Incluso llevando eso contigo.
—¿Eso?
Al no entender lo que quería decir, el conejo suspiró brevemente y dijo:
—Dices que no sabes nada, pero ya llevas contigo algunos de los tesoros de Seria.
—¿De verdad?
—Pero es mejor que los descubras por ti misma en lugar de que yo te los revele. Para despertar el más fuerte, es mejor que lo aprendas por ti misma.
El conejo, como para consolarme, extendió sus pequeñas patas delanteras y las apoyó sobre mis pies.
—Además, si te lo dijera y lo despertaras forzosamente, podría salir mal.
Me incliné hacia adelante hasta quedar casi tumbada para poder mirarlo directamente.
—¿Puedes explicármelo de nuevo despacio? No sé nada sobre las habilidades de mamá. Cuéntame cómo la conociste. ¿Sí?
El conejo me miró fijamente.
Aunque sus ojos eran completamente negros, no podía estar segura de si realmente me estaba mirando, pero sentí que lo hacía.
—Está bien.
—¿En serio?
—Sí, si eso es lo que quieres. Pero presta mucha atención, ¿sí?
—Sí, entendido.
Abrí los ojos de par en par, indicando que estaba lista para concentrarme.
—Somos almas atadas a antiguos artefactos. Este no es mi aspecto original, pero con el paso de los años, me transformé en la forma tallada en la tablilla.
—¿No es tu aspecto original?
—No. Éramos emisarios y representantes de los dioses, y originalmente teníamos una forma similar a la tuya. Ha pasado tanto tiempo que casi no lo recuerdo.
—Ya veo…
Emisarios de los dioses, representantes de los dioses.
Solo una vez había ido al templo con mamá.
Allí, había personas que rezaban todos los días, y otros, como nosotros, que lo visitaban de vez en cuando.
Los sacerdotes allí se llamaban a sí mismos emisarios de los dioses, así que tal vez también había de estos en tiempos antiguos.
—Seria es quien nos despierta y nos devuelve nuestros recuerdos.
—¿Mamá…?
—Entonces, nos quedamos a su lado y nos convertimos en su fuerza. Y cuando ella nos libera, somos libres.
El conejo dijo que había otros seres como él en todo el mundo.
Algunos aún no habían despertado, y otros ya habían despertado y recuperado su libertad.
Me explicó que, al igual que mamá, personas especiales como ella aparecían raramente, y que ellos necesitaban tener suerte para recuperar sus recuerdos y habilidades.
Un amigo muy especial que solo aparece unas pocas veces en mil años.
El conejo llamaba a esos seres ‘buscadores’ o ‘Indagatores’, ‘Indagatrices’.
—Y ahora, después de Seria, tú has heredado esas habilidades.
—Ya veo. Entonces, ¿no hay otros amigos como yo?
—Sí, pero es muy raro que los buscadores se encuentren entre sí. Si lo hicieran, podrían compartir habilidades, pero eso reduciría su poder original, así que no suelen buscarse.
El conejo estaba preocupado porque había despertado mi poder siendo aún muy joven, y dijo que normalmente uno no debería despertar ese poder hasta la adultez.
Ah, también mencionó que seres como él eran llamados antiguos artefactos o tesoros.
—¿Y los cazadores?
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