⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—Hmm.
Parecía que lo había escrito bien, ¿qué estaría mal?
Como no podía encontrar el error, Ser agitó su cola sobre la palabra ‘museo’, señalando el lugar.
—¡Ah!
—¿Lo ves?
—¡Eres muy inteligente! Yo ni siquiera me había dado cuenta de que estaba mal.
Corregí la palabra rápidamente. Iba a enviarle la carta a Ruspe, y no podía permitir que tuviera errores.
—Eres buena leyendo el idioma antiguo, pero te equivocas con el imperial.
—Bueno, es que no aprendí a leer el idioma antiguo, simplemente lo sé.
Murmuré mientras escribía una línea más, pero Ser golpeó la carta con su cola de repente.
—Haz otra línea aquí.
—¿Aquí también? Hmm.
Me preguntaba si sería capaz de pasar el dictado en mi próxima clase de imperial. Tengo una clase en dos días.
—Ser.
Dejé de escribir y puse la pluma a un lado.
—¿Sí?
—Entonces, cuando duermes, no tienes recuerdos. No puedes escuchar ni ver nada, ¿verdad?
—Exactamente.
—Hmm, ya veo.
—¿Por qué?
Iba a volver a tomar la pluma, pero me detuve ante la pregunta de Ser.
—Es sobre el día en que me tragué la joya. Me preguntaba si recordabas algo de ese día.
En realidad, esto era lo que más quería preguntarle desde hacía rato.
Tenía la esperanza de que Ser recordara los fragmentos de memoria que yo aún no lograba recuperar.
Aunque lo intentaba todos los días, ese recuerdo seguía sin aparecer.
Y necesito recordarlo… para encontrar a quien lastimó a mi madre.
( Debo encontrarlo y volver. )
Escuché claramente esas voces aterradoras, entonces, ¿por qué me encontraron en el bosque cercano?
¿Había caminado yo sola hasta allí?
¿O había ocurrido algo más?
Aunque encontrarlo ahora no cambiaría mucho, sentía que era algo que debía descubrir.
—Intentaré recordarlo.
—¿De verdad?
—Sí, cuando estaba dormido, a veces tenía destellos de recuerdos del pasado. Quizás, si lo intento, podría recordar algo. No lo puedo asegurar, pero creo haber escuchado tu voz en medio de todo eso. Aunque, claro, podría ser solo una ilusión mía.
—Ser…
—¿Por qué pones esa cara tan emocionada?
—Es que antes eras más amable en tu manera de hablar, pero ahora siento que tu corazón es aún más amable.
Ser se envolvió en su cuerpo de nuevo y cubrió su rostro. Yo sonreí y terminé de escribir la carta.
—¡Terminé! Voy a ver a Zenda.
Ya era hora de pedirle a Zenda que enviara la carta a Ruspe.
Me levanté rápidamente para buscar a Zenda y encargarle el envío.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—¡Ya me puse los calcetines! Zenda, solo me falta la mochila.
Hoy elegí un vestido blanco con muchos volantes. Estaba adornado con lazos azules por todas partes, así que pensé que se vería bonito en un día soleado como este.
Zenda también combinó mi lazo del cabello con el mismo color azul del vestido.
Aunque quería ponerme unos calcetines verdes, Zenda me sugirió que los blancos combinarían mejor, así que me los cambié.
—Señorita, aquí tiene.
—Ugh.
Di un paso atrás inmediatamente.
Zenda no se había olvidado de traer el collar dorado.
—Ya sabe, debe ponérselo.
—…Parece que se está haciendo más grande.
—Es solo su imaginación. No ha crecido en absoluto.
En un día como este, tener que llevar ese horrible collar dorado con mi nombre grabado era lo peor.
Al final, a pesar de mi bonito atuendo, tenía que colgarme ese feo collar alrededor del cuello.
—Oh, señorita.
—¿Sí?
—A ver, muéstrese.
—¿Eh?
Zenda me miraba fijamente los dientes delanteros. Cuando vi que intentaba tocarlos, me alejé horrorizada.
Zenda quería revisar mis dientes delanteros otra vez, aunque ya lo había hecho hace unos días.
—Solo quiero ver si se mueven mucho.
Me tapé la boca con las manos y sacudí la cabeza.
—No, no se mueven para nada.
Los ojos de Zenda se entrecerraron.
—Es algo natural, señorita. Si los dientes flojos se caen, podrán crecer otros más fuertes.
—Sí, pero… a mí me gustan estos.
Desde que comenzaron a moverse, sentía algo extraño y no podía comer bien con los dientes delanteros.
Se sentía raro, como si algo estuviera tirando de ellos.
Solo se lo había dicho a Ruspe, pero parecía que mis dientes de abajo se estaban moviendo un poco más que la última vez que lo mencioné.
Mis dientes delanteros estaban en una situación precaria.
—Solo voy a revisarlos un poco, señorita. No dolerá nada.
—Ugh…
Finalmente bajé las manos y abrí la boca despacio. Zenda cumplió su promesa y revisó rápidamente mis dientes antes de apartar la mano. Un escalofrío recorrió mi cuerpo por la extraña sensación.
—Parece que pronto se caerá. Tendré que decírselo al señor.
—¡No, no lo hagas!
—¿Qué?
Zenda abrió los ojos sorprendida.
—Si mi tío ve que me falta un diente, ¡se burlará de mí muchísimo! ¡No puedo dejar que me llame cacahuete sin dientes!
—Pfft… oh, disculpe, señorita. No lo haría nunca. Es algo por lo que hay que felicitarla. Es una señal de que está creciendo correctamente.
—Aun así, no me gusta…
Además, Zenda añadió que probablemente perdería el diente esta semana. Qué terrorífico.
—Si se le cae sin que me dé cuenta, debe guardarlo, ¿de acuerdo? Escuché que si se lo entrega al hada de los dientes, le crecerá uno más fuerte.
—¿El hada de los dientes…?
—Sí. Si lo pones bajo la almohada, se lo llevará y te dará un diente más fuerte.
Qué tontería. Un hada que colecciona dientes.
¿No podría haber un hada que mantuviera los dientes flojos en su lugar?
Con el collar de oro colgado al cuello, salí al exterior aún más abatida. Me hacía ilusión ir al museo con Ruspe, pero…
—¿Por qué esa cara de nube negra otra vez?
Mientras caminaba hacia el carruaje, vi a mi tío apoyado con una mano en el bolsillo de su pantalón, esperándome. Moví la cabeza de un lado a otro y corrí hacia él.
—¡Tío!
—¿Ya estás lista?
—Sí. ¿Ruspe estará listo también? ¿Ya habrá salido?
—Seguro que sí.
Mi tío extendió la mano hacia mí. Al abrir los brazos, me levantó en el aire. Al subir al carruaje, inflé las mejillas con aire para evitar que mis dientes delanteros recibieran algún golpe.
—¿Y esa cara…?
—¡Nada! ¡Mis dientes no se mueven para nada!
—¿Qué?
¡Ups! Lo dije sin pensar.
Estaba tan concentrada en proteger mis dientes que salió de mi boca sin darme cuenta.
—Ah, no es nada.
Si mi tío se enteraba, seguro que me haría perder los dientes de alguna forma.
¡Mi tío no se quedaría de brazos cruzados! Si se me caían los dientes, me llamaría ‘cacahuete sin dientes’ el doble de lo que ya lo hacía.
Una vez, por curiosidad, coloreé mis dientes delanteros con crayón negro y me miré al espejo, solo para ver cómo me vería sin ellos. Fue realmente impactante.
¡No podía dejar que mi tío viera algo así!
Decidí que debía proteger mis dientes a toda costa, así que me apresuré a entrar en el carruaje.
Por suerte, no me descubrió. Poco después, mi tío subió y se cerró la puerta del carruaje.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—Hola, Aika.
Apenas bajé del carruaje, vi a Ruspe frente a mí.
—¡Ruspe!
Hoy, Ruspe llevaba un atuendo ceremonial blanco que combinaba perfectamente con su cabello plateado. Realzaba aún más sus ojos de color violeta.
—Ruspe, tu ropa es genial.
—Tú estás mucho más linda, Aika.
—¡Jeje, gracias!
Ayer le había enviado una carta a Ruspe, y en cuanto la envié, recibí su respuesta. Dijo que quería ir conmigo y que sería divertido. Y hoy, incluso había llegado antes que yo al museo.
—Señor, un placer saludarle.
Kamaie, quien estaba detrás de Ruspe, se inclinó respetuosamente.
—… También haces un buen trabajo.
—Gracias, señor. Señorita, ¿cómo ha estado?
—¡Muy bien! ¿Y tú, Kamaie? ¡Ah, toma!
Busqué en mi bolso y saqué unos caramelos para Ruspe. También le ofrecí uno a Kamaie.
—Muchas gracias, señorita.
Hoy los caramelos eran más especiales que de costumbre. Ayer, la abuela Sophie los había preparado para que los comiéramos en nuestra visita al museo.
—Gracias.
—Ese es de fresa, ¿verdad?
Ruspe sonrió.
—Debe estar delicioso.
—Vamos, entremos ya.
—Cacahuetes, solo quiero que se mantengan a la vista una vez que entremos.
—¡Sí!
—Sí, señor Marqués.
Tomé la mano de Ruspe y lo guié hacia la puerta principal del museo. Afortunadamente, acababan de abrir, así que no había mucha gente.
—¡Wow!
Nada más entrar, las paredes grises y blancas estaban cubiertas de cuadros en relieve. Había marcos gigantes, del tamaño de mi cuerpo, y otros diminutos, tan pequeños como mi mano. En lugar de pinturas, los marcos contenían insectos y objetos curiosos que parecían estar vivos.
—¿Serán reales?
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