⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El cuerpo se elevó de repente, y en un abrir y cerrar de ojos, me encontré abrazada a mi tío, con la cara hundida en su cuello.
—¿Estás loca?
—T-tío…
—¡Maldita sea! ¿No sabes que esto es peligroso? ¿Quieres que te pisen los caballos y morir así?
Ante el estruendoso grito de trueno, sacudí la cabeza con fuerza mientras seguía abrazada a él.
—No, no… Es que pensé que el caballo estaba herido y que podrías lastimarte…
La verdad es que estaba tan asustada que sentía como si mi corazón fuera a saltar fuera de mi pecho, y el sudor corría por mi cuerpo. Al mismo tiempo, me sorprendía lo mucho que me tranquilizaba estar en los brazos de mi tío, a pesar de ser el más temido y peligroso.
—…
Recuperé la compostura como pude y volví a mirarlo. Su rostro estaba aún más severo, como si fuera a gritarme de nuevo en cualquier momento.
—T-tío, lo siento…
No esperaba que el caballo se enfadara tanto. Parecía que me había regañado el caballo y mi tío al mismo tiempo, lo que me hizo casi llorar.
—Enciérralo y revisa cómo está.
Mi tío dio órdenes al mozo de cuadras mientras me sostenía en sus brazos y giraba rápidamente.
—Sí, señor. Ay, parece que la señorita se ha asustado mucho.
A través del hombro de mi tío, pude ver la amable expresión del mozo. Lo miré y asentí brevemente, de manera que mi tío no lo notara. Ahora que lo pienso, ni siquiera le había saludado como era debido. Era la primera vez que lo veía, y pensé que debería agradecerle la próxima vez.
Mientras permanecía en silencio, observé a mi tío mientras caminaba con paso firme hacia algún lugar. Finalmente, me armé de valor y abrí la boca en voz baja.
—Tío, lo siento…
Mi tío se detuvo en seco. Me mordí los labios, temiendo que me regañara otra vez.
—Mira.
De repente, extendió la mano y me agarró la barbilla con firmeza, moviéndola de un lado a otro.
—…
Mi cabeza se movía bruscamente hacia la derecha e izquierda, siguiendo los movimientos de su mano. Me estaba mareando.
—¿No te has hecho daño?
—N-no…
—¡Te lo dije, por esto no quiero hacerme cargo de ti!
Mi tío soltó un grito, pero luego se detuvo y suspiró pesadamente, pasándose una mano por el cabello de manera brusca. Sus ojos dorados eran tan intimidantes que instintivamente bajé la mirada.
Volvió a caminar con pasos largos y decididos. Aunque me había regañado, no me había soltado ni me había dejado caer. Permanecí completamente quieta, aferrada a él, conteniendo la respiración. Mi corazón aún latía con fuerza.
Pensé que me iban a pisar los caballos. ¡Pero al menos salvé a mi tío!
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Esto es insoportable, pensó Kassel mientras caminaba con Aika en brazos.
Que le tuviera miedo, pero aún así se aferrara a su ropa sin soltarlo. Que lo buscara a todas horas durante días. Que su pequeño corazón latiera tan rápido que se sentía como si tuviera un tambor atado al pecho. Que no dejara de llamarlo sin parar.
Todo eso le resultaba insoportablemente irritante a Kassel. Lo molestaba, le resultaba incómodo y exasperante.
Sí, si era sincero, no creía poder asumir esa responsabilidad. A los ojos de Kassel, la niña parecía una vela que podría apagarse en cualquier momento, demasiado pequeña, demasiado frágil, como si cualquier pequeña turbulencia pudiera arrastrarla.
Kassel, además, era brutalmente honesto consigo mismo. No era alguien capaz de cuidar de nadie. Tenía demasiados enemigos. No era como su hermana, que había sacrificado todo por la niña. Y ni siquiera había podido proteger a su hermana, quien había terminado yéndose antes que él.
Cuidarla solo acabaría por destruirla aún más, y estaba seguro de que jamás le haría ningún bien.
—Tío, lo siento…
Al escuchar la pequeña voz que se disculpaba, sintió una nausea tan fuerte que casi le revolvió el estómago.
—Mira.
Con una expresión de disgusto, Kassel le tomó las mejillas, revisando si tenía alguna herida. Afortunadamente, la blanca y suave piel de su rostro no mostraba ni un solo rasguño.
Sintió que la ira volvía a brotar en su interior.
¿Para qué había salido de aquel lugar tan cómodo, si solo iba a ser una flor delicada en un invernadero? ¿Qué estaba pensando al estirar la mano, siendo tan pequeña como para apenas alcanzar la pierna de un caballo? ¿Acaso quería morir?
Kassel exhaló un suspiro profundo, tratando de calmarse.
Esto no podía seguir así. Si la mantenía cerca, solo le traería más problemas.
—¿Qué más da si ahora tenemos dos malditos desvergonzados en la familia?
¡Por supuesto, eso no debería suceder!
Por eso, Kassel no le daría ningún tipo de cariño. Su plan era deshacerse de Aika lo más pronto posible. Si esto seguía así, la niña se cansaría y pediría volver por su propia cuenta.
Kassel se dirigió rápidamente a la habitación de Aika y, sin más, la dejó caer sobre la cama como si la estuviera arrojando.
—¡Ah!
Aika, que cayó sobre la cama como una muñeca, se incorporó rápidamente y se aferró con fuerza a la ropa de Kassel, sin soltarla.
—… Esto me está volviendo loco.
La primera vez que la había lanzado sobre la cama, se había asustado y pataleado. Pero ahora, se levantaba con la rapidez de un tentetieso. Si él se iba, seguro que lo seguiría, correteando detrás de él como siempre.
Incluso su obstinación era igual a la de su hermana. No, de alguna manera, parecía incluso peor.
Kassel suspiró y, resignado, volvió a tomar a Aika por la nuca, empujándola hacia una esquina de la cama, y luego se dejó caer sobre el amplio espacio que quedaba.
—T-tío… —su voz era dudosa, pero Kassel no respondió y se cubrió los ojos con el brazo.
Desde su lado, escuchó a Aika murmurar sin cesar:
—¿Tío, estás dormido?, ¿De verdad te has dormido? ¿Puedo acostarme junto a ti? ¿Puedo dormir a tu lado?
Pero Kassel, sin prestarle atención, cerró los ojos por completo.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Parece que mi tío está dormido.
La cama era tan grande que hasta diez personas podrían acostarse en ella, pero con mi tío tumbado en diagonal, se sentía llena.
¿Estará realmente dormido?
Quería pincharlo un poco para comprobarlo, pero temía que me regañara de nuevo, así que no lo toqué. En cambio, me acomodé en silencio cerca de él, dándole la espalda a medias, y suspiré.
Yo también lo sé. Sé que cometí un error. Pero lo primero que pensé fue que tenía que salvar a mi tío.
Hoy estaba tan cansada que deseaba no ver ninguna visión extraña. Ni siquiera quería soñar, así que decidí que no dormiría la siesta.
—Huuumm.
Pero había un problema. Quería quedarme vigilando a mi tío para que no saliera, pero estando sola, me aburría mucho. Cuando mamá trabajaba, siempre estaba sola, pero ¿por qué ahora me sentía tan aburrida?
El abuelo decía que podía estar con él mientras trabajaba y que podía despertarlo si me aburría, no importaba si era de noche o de día.
Además, después del susto de hoy, mis ojos seguían cerrándose poco a poco…
¿Debería simplemente dormir?
Si me duermo bien pegada a mi tío, tal vez me daría cuenta cuando él se levante, ¿no?
Miré a mi alrededor, pensando durante un rato, y de repente se me ocurrió una idea brillante. Me bajé de la cama con cuidado y comencé a abrir todos los cajones de la habitación, hasta que encontré una cuerda adecuada.
Con la cuerda en la mano, regresé a la cama. Intenté atar mi brazo al de mi tío.
—Es… difícil…
¡Quién iba a imaginar que atar un nudo con una sola mano sería tan complicado! Sin otra opción, me até la cuerda a la pierna y me aseguré de que estuviera bien unida a mi tío. Luego me acurruqué a su lado.
—Solo dormiré un poco.
Tan pronto como me tumbé, me quedé dormida.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Al día siguiente, nuestra relación no había cambiado.
—¿Por qué no sales a jugar?
—¡No! Me gusta estar aquí.
No me volví más amigable ni empeoré mucho.
—Tienes muchas habitaciones mejores.
—Me gusta esta alfombra, tío.
Sin siquiera levantar la vista, podía imaginarme la vena que probablemente estaba latiendo en la frente de mi tío, así que mantuve la cabeza baja a propósito. De todas formas, él tampoco estaba trabajando en ese momento.
—Pero, ¿no jugabas siempre afuera en casa del abuelo?
Yo estaba sentada justo en el centro de la oficina de mi tío. Con una mano sujetaba una hoja de papel y con la otra un crayón, dibujando un gran árbol. Levanté la vista por un momento.
—¿Cómo lo sabes?
—No es algo que un mocoso como tú necesite saber.
—Tch.
Bajé la cabeza y continué dibujando el árbol. El crayón marrón suave se deslizaba con firmeza sobre el papel. Presionaba con fuerza para asegurarme de no dejar ningún hueco al colorear el tronco, pero no podía dejar de sentir una mirada ardiente sobre mí.
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