⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
—¡Gracias! —dije mientras hacía una reverencia y volvía a concentrarme en escribir las palabras.
En la próxima prueba, obtendría una puntuación perfecta.
—Ahora que lo pienso, se dice que el antiguo Primer Ministro fue el más joven en ocupar ese cargo en toda la historia. Es realmente admirable.
—Ah… sí, es cierto.
Claro, porque mi mamá era la persona más increíble. Casi me equivoco al escribir la palabra mientras respondía. Con cuidado, corregí la letra que había torcido con el lápiz y seguí escribiendo las palabras una a una.
—Es un honor para nuestra familia poder enseñar a la hija de alguien tan importante.
—…
—¿Puedo preguntarle cómo era su madre?
—¿Eh?
—Escuché que el antiguo Primer Ministro tenía una estrecha amistad con Su Majestad el Emperador.
—Ah…
Bueno, mi mamá y el Emperador eran amigos.
—¿Alguna vez ha tenido la oportunidad de ver al Emperador en la corte?
—¿Qué?
¿Por qué me preguntaba eso de repente?
—¡Oh! Solo es una pregunta hecha por respeto —dijo, intentando suavizar el momento.
—Ah, claro.
—Dado que su madre era tan sabia y usted ha demostrado ser tan inteligente, incluso antes de recibir una educación formal, pensé que también podría haber tenido contacto con Su Majestad.
Apenas había escrito una palabra más mientras el maestro seguía hablando. Si no me apuraba, no terminaría la lección a tiempo.
—Di que no —susurró Ser al oído, como una advertencia.
Lentamente levanté la cabeza y negué. El maestro Logis se sorprendió tanto que retrocedió un poco.
—¿No? Qué inesperado… ¿Ni siquiera ha ido a visitarla?
—Di también que no —insistió Ser.
Esto último lo pude decir con más confianza, ya que realmente el Emperador nunca había venido a visitarme.
—No, nunca lo ha hecho, maestro.
También me estaba empezando a parecer raro que preguntara tanto sobre mi madre. No tenía nada que ver con la clase, y mucho menos con el Emperador, aunque fueran amigos.
—Vaya, parece que no le preocupa tanto como pensé… —murmuró el maestro, aunque lo escuché claramente.
Aproveché la pausa en sus preguntas para seguir con la siguiente palabra. Fruncí el ceño al ver que era difícil.
—¡Esta palabra se parece al nombre de mi tío!
—Señorita…
—¿Sí?
—Si nunca ha visto al Emperador, entonces supongo que su madre tampoco le ha hablado de él, ¿verdad?
Ser me dijo que también negara eso, pero esta vez incliné la cabeza, confundida.
—Maestro.
—Sí, adelante.
—¿Por qué me pregunta todo esto?
—¿Eh? Ah, ¿acaso la he incomodado? Mis preguntas nacen de la gran admiración que siento por su madre. Si he sido impertinente, le pido disculpas.
—No, está bien. Solo pensé que tendría algo que ver con la lección —respondí.
El maestro apretó el puño y carraspeó.
—No tiene que ver directamente con la clase de hoy, pero conversar también es parte del aprendizaje. Además, usted ya participa en pequeños eventos sociales, ¿cierto?
—¿Eventos? —pregunté, confundida.
El maestro parecía más sorprendido que antes.
—¿Nunca ha asistido a ninguno?
—Nunca he ido a una reunión…
—¿Ni una sola vez?
—No.
Aunque había jugado con Ruspe, sé que eso no cuenta como una reunión social.
—Vaya, pensé que sería más estricta con su educación…
El maestro murmuró para sí mismo nuevamente antes de volverse hacia mí.
—Las señoritas de su edad suelen asistir a reuniones donde recitan poesía o cantan para estrechar lazos. Pensé que usted también participaba en ellas. Pero veo que ha estado muy… apartada.
—¿Perdón?
—¡Ah! No es nada. Solo me sorprende que no haya participado en ninguna reunión todavía…
Yo nunca había hecho algo así. ¿Será que Ruspe asiste a ese tipo de reuniones? Sabía que tomaba muchas clases, pero debería preguntarle si también va a reuniones.
—No, nunca he asistido a una reunión —dije, mientras el maestro intentaba tranquilizarme.
—¡Ya veo! No tiene nada de qué preocuparse. Algunas personas comienzan más tarde. Mi sobrina, por ejemplo, no asistió a su primera reunión hasta después de los diez años. Se lo aseguro.
Asentí con la cabeza, como me había dicho mi tío, prestando mucha atención a lo que decían los maestros.
—Así que no debe sentirse avergonzada por no haber tenido esa experiencia.
—Sí, maestro. No me siento avergonzada…
—Soy el encargado de su educación en el idioma imperial, pero si tiene cualquier duda, estoy dispuesto a enseñarle lo que sea —interrumpió repentinamente el maestro.
—¿De verdad? —respondí, un poco decepcionada, pero con entusiasmo.
—Por supuesto. Ya sea sobre reuniones o cualquier otra preocupación, no dude en decírmelo. Como su maestro, es mi deber ayudarla con cualquier inquietud.
Me dijo que podía contarle cualquier problema que tuviera.
—¡Gracias!
Entonces, el maestro se acercó, se arrodilló frente a mí y me miró directamente.
—Es mi deber como educador. ¿Qué le parece si en la próxima clase hacemos un ejercicio como en una reunión de recitación de poesía?
—¿Una reunión de recitación de poesía?
—Sí. Aunque nunca ha participado en una, en algún momento tendrá que hacerlo. Como ya va un poco tarde comparada con los demás, necesitará practicar. Los errores infantiles pueden ser vistos como defectos. Pero yo me encargaré de enseñarle.
Escuché la voz de Ser susurrar en mi oído:
—Este maestro habla demasiado. Ni siquiera está enseñándote el idioma imperial.
Yo pensaba lo mismo, pero el maestro estaba tan cerca que no me atreví a responder. Recordé que habían recomendado a este maestro cuando el profesor Bovil no pudo venir, pero ¿cuándo empezaríamos la clase?
El maestro Logis siguió haciéndome preguntas durante el resto de la clase. El problema era que la mayoría no tenían nada que ver con el idioma imperial, sino que giraban en torno a mi madre.
Al final, no terminé de escribir las palabras que me había dado, pero él no parecía preocuparse y concluyó la clase.
—Nos vemos en la próxima clase. Traeré materiales que puedan ayudarla a practicar para las reuniones.
—¡Gracias por la lección de hoy!
Después de que el maestro salió, Ser hizo un sonido de disgusto.
—¡Uf! Habló demasiado. Quería dispararle veneno en la boca.
—¿También puedes disparar veneno?
—Es solo una forma de hablar.
—Ah… pero tienes razón, fue un poco…
—¿Verdad que te dije que era sospechoso?
Asentí mientras cerraba la puerta.
—Deberíamos decirles a los adultos para que estén atentos, al menos.
—Vamos a esperar un poco más. Mi mamá siempre decía que no debemos apresurarnos cuando tengamos dudas.
Primero teníamos que averiguar por qué estaba tan interesado en mi mamá.
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Hii, hiii.
—¿Eh?
Levanté la cabeza al oír el sonido repentino de un caballo. Estaba sentada, balanceando mis piernas, mientras terminaba de escribir las palabras que no pude completar en la clase de idioma imperial.
—¿Qué pasa?
—¿No oíste ese ruido?
—¿Qué ruido?
—… Quizás me lo imaginé.
Hii, hiii.
Pero entonces lo volví a oír. Parecía el ruido de un caballo resoplando.
No era muy fuerte, pero se escuchaba claramente.
—¡Mira! Se oye el sonido de un caballo. ¡Debe ser mi tío!
No había razón para que se escucharan caballos a menos que mi tío hubiera llegado.
Me levanté de golpe. Parecía que el carruaje de mi tío había entrado al jardín.
Normalmente, con la ventana cerrada, no se oiría nada desde aquí, pero hoy el sonido era muy claro.
—Parece que mi tío ha llegado temprano.
Me subí a un pequeño taburete y abrí la ventana a medias para asomarme. Miré hacia la entrada, pero no vi el carruaje.
—¿Eh? No parece estar aquí. No veo su carruaje.
—Yo tampoco lo veo. Además, no he oído nada.
—No, de verdad oí el sonido del caballo. ¡Resoplaba claramente!
Pero el sonido había desaparecido justo después de abrir la ventana. El establo estaba demasiado lejos para que se pudiera escuchar desde aquí.
Sin embargo, como dijo Ser, no había ningún carruaje en el jardín. Solo podía ver a algunos jardineros trabajando.
—Pero… estoy segura de que lo escuché.
Cerré la ventana y bajé, confusa. ¿Me habré imaginado el sonido por querer ver a mi tío?
—Vaya… Pensé que mi tío había llegado.
Suspiré decepcionada y volví a mi escritorio para seguir con mi tarea.
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