⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue

Kassel, tras enviar a Aika a casa, llegó a la residencia del Duque Valiart.

—¿El Marqués ha llegado?

Benzel, quien salió primero para recibir a Kassel, respondió.

—Está en el interior.

Guiado por Benzel, Kassel se dirigió a la oficina de trabajo de Ilrod.

—Ah, ¿has llegado?

—¿Hay algo más que necesites?

—¿Y Aika?

Ilrod examinó la parte posterior de Kassel. Recientemente, se había teñido el cabello de negro, igual que Aika, pero ahora se estaba tornando en un tono rojizo y a veces se veían canas.

Kassel levantó una ceja.

—Está en casa.

—¡¿Por qué no la trajiste contigo?!

Ilrod estalló en enojo.

—Vine inmediatamente cuando me lo pediste, ¿por qué estás reclamando ahora?

Kassel, con un tono descarado, hizo que Ilrod chasqueara la lengua.

Ilrod había asumido que Aika vendría por supuesto, pero su rostro estaba lleno de decepción.

—¡Eres inútil! No tienes ni un poco de sentido común. ¡Deberías haberla traído contigo! Es tan difícil ver su rostro. ¿Lo estás haciendo a propósito, verdad?

—¿Ahora lo entiendes? Cuando insistía en dejarla aquí, me obligaste.

—¡Eres un desgraciado!

—Considera esto como el karma. Te dije claramente que no necesitaba un título.

—¡Tú, tú, tú…!

Kassel se rió con malicia, disfrutando de la broma a expensas de su padre. No había nada más divertido que molestar a su propio padre.

—¿Acaso me pediste algo más?

Ilrod también sabía que su hijo estaba jugando con él, por lo que reprimió su enojo en su interior.

—¿Hubo algún problema en casa hoy?

—No hubo nada especial. Algunas cosas ya estaban trasladadas.

Ilrod movió los labios, luego cerró los ojos como si estuviera grabando la paciencia en su mente.

—Me refería a Aika… este… hijo mío.

A pesar de la manera mordaz en la que hablaba, un suspiro se le escapó entre los dientes.

—Ah.

Kassel se dejó caer pesadamente en el sofá. Al notar que no respondía de inmediato, Ilrod, frustrado, lanzó una pluma hacia él con un gesto tajante.

¡Shlick! ¡Pum!

Kassel recibió la pluma de manera relajada y la arrojó sobre la mesa sin mucho cuidado.

—Parece que tu fuerza en los brazos ha disminuido. Te dije que hicieras algo de ejercicio.

—Me estoy envejeciendo por tu culpa, envejeciendo por tu culpa.

Finalmente, Ilrod se levantó de su lugar. En lugar de golpear con su bastón, se dejó caer en el sofá opuesto con un suspiro.

—Parece que ha llorado un poco, pero creo que está bien.

Kassel recordó a Aika de antes en la casa de Seria. Aika, cuando volvió a casa, estaba mucho más animada de lo habitual, corriendo por la casa como una ardilla.

Temía que al llegar llorara diciendo que quería a su madre, así que se retrasó mucho más de lo previsto.

Después del accidente, Ilrod y Kassel querían comenzar con la terapia mental de Aika, ya que probablemente había sufrido un gran shock. Era algo que un niño no debería experimentar. Sin embargo, Aika no recordaba mucho del accidente, y temían que el tratamiento pudiera traer esos horribles recuerdos de vuelta, así que cambiaron de planes.

—De todos modos, quédate con ella hoy. No me digas que también vas a negarte a eso.

—¿Qué es lo que realmente piensas de mí, padre?

—Eres mi querido hijo, maldito seas.

Kassel frunció el ceño en un gesto divertido. Afortunadamente, después de solo un par de meses, la niña había recuperado algo de su brillo. Aunque seguía preocupado por él, al menos había encontrado algo de luz. Sin embargo, al ver que el rostro de Aika, que estaba bien cuando jugaba en la cama, ahora estaba enrojecido al abrir la puerta cerrada, parecía que había estado llorando.

—… Intentaré llevarla dos o tres veces al mes.

—Está bien. Si al menos puedes hacer que lo use como una casa de campo, será algo.

Sonriendo dulcemente y diciendo que era hora de irse a casa, Aika no movía los pies fácilmente. Kassel temía que si fingía no darse cuenta, podría llorar de nuevo. Si lo dejaba pasar, parecía que sería un cuidador indiferente.

Finalmente, Kassel solo pudo desordenar el cabello de Aika.

Ilrod suspiró profundamente.

—Primero, arreglemos los problemas con las hormigas que están afectando la fundación de la academia.

—Eso ya se está haciendo.

—Y dile que se prepare porque pronto llevaremos a Aika también.

—¿Y por qué allí?

Kassel frunció el ceño, ya comenzando a sentir un dolor de cabeza.

—Quiero que vea al menos un ladrillo, ¿sabes? ¿Te imaginas cuánto se alegraría si pone uno con sus manos pequeñas y dice que lo hizo ella misma?

—De todos modos, cuando crezca, no recordará eso.

—¿Y por eso es que tú hablaste de romperte la pierna a los 5 años como si fuera un evento anual durante 10 años?