⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Una mano se deslizó entre mis axilas por detrás.
—¡Ah!
Mi cuerpo fue levantado con demasiada facilidad y, en un instante, me encontré sentado en las piernas de mi tío.
—Cacahuate.
Giré bruscamente la cabeza hacia atrás. El rostro de mi tío aparecía al revés.
—¿Eh?
—¿Y esto?
—¿Por qué? ¡Tú empezaste a hacer cosas raras, tío!
Me retorcí para girar mi cuerpo hacia un lado. Mi tío puso una cara de ligera traición, pero luego se rió.
—… Está bien.
Empezó a decir algo sobre que había cambiado, sobre el maní o algo así.
—Tío, oye.
Tal vez debería preguntarle sobre lo que vi ayer.
—¿Qué hay?
—¿Conoces a alguien que tenga una cicatriz en la barbilla?
Mi tío inclinó la cabeza.
—¿Una cicatriz?
—Sí. Ayer, al pasar, vi a alguien y parecía que le dolía mucho. Era así–.
Señalé la zona de mi barbilla, imitando la cicatriz que vi ayer.
—Hay muchos tipos con cicatrices en la cara. Si vas al campo de entrenamiento, están por todas partes.
—¡No, no! No me refiero a los caballeros. Lo vi ayer en el salón del baile.
—¿Cómo era?
—Hmm, tenía una cicatriz aquí, el cabello era de un gris oscuro y le llegaba al cuello. Sus ojos eran negros o tal vez marrón oscuro.
—Hmm…
—¡Era más bajo que tú!
—¿A quién viste?
Mi tío se frotó la barbilla, pensativo.
—Quizás Fabian, si hablas de cicatrices.
—¿Fabian?
—Fabian Ginard. Creo que ese tipo tenía una cicatriz. No es alguien importante. ¿Por qué, te dijo algo? No se acercó a ti, ¿verdad?
Había un tono de hostilidad en su voz.
¿Cómo lo sabía?
Mi tío realmente no dejaba pasar nada.
—¿Eh? ¡No! Solo lo vi mientras jugaba con mis amigos. Estaba cerca.
Mi tío dijo que si era Fabian, no tendría razón para hablar conmigo.
Fabian Ginard. No estaba segura de si era él, pero era bueno saberlo. Mi tío dijo que no se le ocurría nadie más.
Ya había cumplido mi objetivo, así que era hora de irme a mi habitación.
Empecé a bajarme de las piernas de mi tío.
—Bueno, tío, ¡ya es hora de dormir!
—¿Qué dormir?
—¡Es de noche! Buenas noches, tío, ¡que descanses!
Agité mis manos enérgicamente y me dirigí hacia la puerta. Mi tío me miraba con desconcierto, pero simplemente salí de su habitación.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Al día siguiente, seguí inmersa en mi búsqueda del culpable.
Fabian Ginard. Estaba relacionado por sangre con la familia del marqués Hendel y, naturalmente, pertenecía a la facción de la nobleza. Además, como era un marqués que protegía la frontera del oeste, tenía autoridad militar, así que no era alguien a quien tomar a la ligera.
Y la familia Hendel, con la que estaba emparentado, era la misma familia que había visto cuando intenté usar mis habilidades por primera vez para detener a mi tío. Si no lo hubiera detenido entonces, habría sido un desastre.
Eran enemigos completos de los Valiart, para decirlo sin rodeos.
Todavía no era seguro, pero me sentí aliviada al pensar que al menos ni mi abuelo ni mi tío se llevaban bien con ellos. Si la persona que había lastimado a mamá resultaba ser alguien cercano, sería mucho más doloroso.
Si Fabian Ginard estaba allí y no era el cazador, sería útil investigar las familias cercanas a él. Eso era lo que hacía mi tío cuando buscaba a sus enemigos.
También debía investigar el nombre Gordon…
Escuché el sonido de la puerta abriéndose.
Rápidamente metí en mi bolsillo la nota que llevaba conmigo sobre las palabras antiguas.
—Señorita, he traído un refrigerio. También llegaron algunas invitaciones, ¿quiere verlas?
—¿Invitaciones?
Zenda colocó la bandeja y me entregó tres invitaciones.
—Le dije que después de la fiesta le lloverían invitaciones.
—Sí…
—Parece que ya han empezado a llegar. Quizás encuentre a algunas de las personas que conoció en el salón de baile.
—¡Ah!
Abrí las invitaciones antes que nada, incluso antes que los refrigerios.
—¡Hay una de Refi! Apenas lo conocí, tiene el cabello castaño.
Refi era algo tímida, pero muy amable. También tenía mucha curiosidad y hacía muchas preguntas. Habíamos prometido volver a vernos, pero nunca pensé que me enviaría una invitación a una merienda.
—Es una invitación a su casa. Dice que vendrán otros amigos y que le encantaría que yo fuera.
Era la primera vez que recibía una invitación como esa, y me sentí extrañamente emocionada.
Las otras dos invitaciones también eran de personas que conocía. Una era de Leria, la hija del Vizconde Milo, y la otra de Sena, la hija del Conde Barokis. Sena tenía el cabello rubio y corto. Al principio, me intimidó un poco porque no dejaba de mirarme, pero cuando nos despedimos, ya éramos amigas, y no me sentí incómoda en absoluto.
—Zenda, ¿puedo escribir una carta diciendo que voy a ir? La merienda de Refi es la primera.
—Claro. ¿Quiere que la envíe la familia o prefiere escribirla usted misma?
—Como Refi la escribió personalmente, yo también quiero escribirla. ¡Qué emoción!
Rápidamente escribí mi respuesta en la tarjeta que Zenda me dio y la envié. ¡Recibir una invitación a una merienda! Ahora sí me sentía como una verdadera Valiart.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—Gracias por venir.
Refi, con un vestido naranja, me saludó con buenos modales.
—Gracias por invitarme.
Respondí de la misma manera y le entregué el regalo que había traído. Zenda me dijo que, cuando te invitan a una merienda, es costumbre llevar un pequeño obsequio. Eso lo había aprendido también de la Baronesa Remonica. Le traje un regalo que la abuela Sophie había preparado personalmente esa mañana.
—Es un cupcake.
—Qué rico, ¿puedo servirlo en la merienda?
—¡Sí!
Refi sonrió alegremente y tomó mi mano.
—Gracias por venir, Aika. Si no venías, creo que me habría sentido muy triste.
—¡Desde que vi la invitación, supe que tenía que venir!
Refi me tomó de la mano y me llevó adentro. Miré a Zenda, quien asintió, y la seguí. Ya había dos personas más en la merienda cuando llegamos.
—Aika, esta es la señorita Corbin y esta es la señorita Hayes. Vamos a aprender bordado juntas. Y esta es la señorita Valiart.
Refi me presentó a las dos, y luego a ellas conmigo.
—Hola, señorita Valiart. Soy Corbin, del condado de Laurel.
—Encantada de conocerla, señorita Valiart. Soy Hayes, del Vizcondado de Vain.
Ambas me saludaron con mucha cortesía. Yo esperaba algo más informal, como Refi, pero rápidamente agarré mi vestido y respondí con una reverencia apresurada.
—Yo soy Aika. Puedes hablarme con confianza.
Les sonreí con la intención de hacerme amiga, como lo hice con Refi al principio. Me acerqué a Hayes, que estaba más cerca, y le tendí la mano. Corbin se sorprendió.
Tenía el cabello de un color púrpura claro, y sus ojos también eran de un púrpura profundo, lo que me recordó a ciruelas o caramelos.
—¡Pero es una señorita! No podemos hacer eso…
—No me importa. Cuando somos amigas, podemos hablar con confianza. ¡Corbin, tú también puedes! Refi y yo decidimos llamarnos por nuestros nombres, ¿verdad, Refi?
—Sí, es cierto. Decidimos llamarnos por nuestros nombres.
Pero Corbin sacudió la cabeza con una expresión muy seria.
—¿Acaso no han recibido una educación en modales adecuada? Mi maestra me enseñó que siempre debemos tratar a los demás con respeto. No importa que seas una señorita, ¡no puedes hacer eso! ¡Eres la señorita Valiart! Creo que es aún más importante que mantengamos la etiqueta. ¡Somos las futuras damas que representarán a Worpod!
Corbin me dijo todo esto sin respirar, claramente incómoda. Su voz incluso se elevó un poco, como si estuviera emocionada.
—Ah… Pero somos casi de la misma edad, ¿no? ¿No podemos ser solo amigas?
¿De verdad era necesario seguir todas esas reglas? Solo quería charlar de manera relajada.
—No, no se puede. Hay reglas para las meriendas.
Estaba tan emocionada por compartir los cupcakes y hacer nuevas amigas, pero ahora me sentía un poco desanimada. Incluso Refi, que me había llamado Aika con tanta naturalidad, no dijo nada y solo me miraba, nerviosa.
—Entonces, supongo que debería llamarte señorita Valiart…
—¡Así es! Aunque somos jóvenes, debemos mantener los mismos modales que los adultos. ¡Yo he aprendido perfectamente todas las reglas de etiqueta! Hoy, les enseñaré a las tres.
Corbin decidió que nos daría una lección de modales.
Refi y yo intercambiamos una mirada. Esto no era exactamente lo que había imaginado para una merienda. Había venido con una mentalidad relajada, pero la estricta voz de Corbin me hizo sentarme recta. Lo mismo ocurrió con Refi y Hayes, quienes de repente también se tensaron y se enderezaron.
—…
¿Será que podré divertirme hoy?
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