⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
El impacto hizo que mi cuerpo se tambaleara.
—¡Señorita!
Zenda me abrazó para protegerme.
¡Bang!
Luego, el carruaje se detuvo por completo.
—……
—… ¿Está bien?
Cuando levanté la cabeza, vi a Gerard revisando rápidamente el exterior y bajando del carruaje.
La puerta se cerró, y me quedé acurrucada en los brazos de Zenda por un momento, aturdida.
¿No he pasado por esto antes…?
En ese instante, la voz de Zenda se volvió distante, mis oídos se ensordecieron, y unos ruidos fuertes comenzaron a resonar en mi cabeza.
Un fragmento de memoria del día del accidente, que había olvidado, emergió en mi mente.
( La niña está viva. )
Ese día, un hombre enmascarado apuntaba con un cuchillo hacia mí mientras yo estaba en brazos de mi madre.
( Hemos cumplido nuestro objetivo, así que nos retiramos. Parece que hay más personas tras el canciller. )
( ¿Más personas? )
( De hecho, han llegado. Vámonos. )
Los hombres desaparecieron rápidamente sin llegar a hacerme daño.
No mucho después, escuché ruidos fuera del carruaje.
Creo que cerré los ojos de miedo.
( ¿El canciller? )
( Sí, estaba adentro. Verifiqué que ha fallecido. )
( Siento como si me hubiera quitado un peso de encima. Vámonos. )
El hombre se fue sin siquiera revisar el interior del carruaje.
No pude ver su rostro, pero su voz era idéntica a la de Jemiel de Rondo.
—Señorita, ¿está bien?
—¿Zenda?
Su voz me sacó bruscamente de aquel recuerdo.
Zenda me miraba con preocupación.
—Parece que un ciervo saltó de repente al camino. Debe haberse asustado mucho. Partiremos en cuanto terminen de revisar el carruaje.
Negué con la cabeza, aún aturdida.
—Estoy bien…
Pero eso no era lo importante.
Recordé a mi madre ensangrentada, abrazándome…
El shock fue enorme.
El recuerdo trajo consigo el conocimiento de que alguien más había venido al carruaje después de que los hombres se habían ido.
Y luego recordé que mencionaron un collar que debían recuperar.
No había sido solo uno quien buscaba a mi madre.
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Kassel estaba acostado, con una mano en la frente, pensando en lo que había ocurrido esa tarde.
Había recibido el informe de que había habido un pequeño accidente en el carruaje mientras su sobrina regresaba de jugar con sus amigos.
—Fue solo una colisión menor, pero la señorita se asustó mucho.
Un ciervo loco se había lanzado al camino, asustando a su sobrina, que se había quedado muy callada desde entonces. Zenda había estado cuidando de Aika todo el día.
Le preocupaba que los recuerdos de aquel día hubieran vuelto, pero le dijeron que no era el caso, lo cual le alivió un poco.
Debería haber sido más cuidadoso.
Se sentía culpable, como si todo lo que había sucedido hoy fuera su responsabilidad.
Originalmente, Kassel no quería que Aika estuviera cerca de ningún carruaje.
Sin embargo, la niña, que había perdido la memoria, no mostraba ninguna reacción negativa ante ellos y ya se había subido a uno en la residencia ducal sin ningún problema.
—Por la tarde, la señorita ya estaba mucho mejor. Incluso tomó un tentempié. También jugó alegremente con sus muñecas.
—… Entiendo.
—Ah, y justo antes del accidente, la señorita comentó algo sobre la conversación entre Lady Refi Dame y el Conde Dame durante el té de hoy. Parecía recordarlo claramente.
—¿Qué fue lo que dijo?
—No comentó nada específico sobre la conversación en sí, pero en el camino de regreso mencionó que parecían llevarse bien, ya que ambos tenían el mismo color de cabello y ojos. Me pareció importante mencionarlo, por si acaso.
Además, Gerard había insinuado que Aika estaba bien, pero algo en su tono lo había dejado intranquilo.
—La señorita podría haberlo dicho sin intención, pero no dejó de observarlos detenidamente durante un buen rato.
¿Se refería a padre e hija?
Hasta ahora, Aika no había mostrado mucho interés en su verdadero padre.
De hecho, parecía que nunca había hablado abiertamente sobre él.
Podría haberlo mencionado alguna vez, pero Kassel no tenía ese recuerdo.
De repente, recordó el momento en la gran fiesta de verano, cuando Aika observaba en silencio mientras sus amigos hablaban sobre los regalos que habían recibido de sus padres.
Aunque se comportara de manera madura, había cosas que no podía evitar.
Para Kassel y el Duque Ilrod, el hecho de que Seria hubiera regresado y dado a luz a Aika era lo único importante.
( ¿Y el padre de la niña? )
( …Kassel, te lo diré… más adelante. )
Kassel había intentado preguntar, pero Seria siempre había mantenido silencio sobre el verdadero padre de Aika, por lo que él había decidido esperar a que ella lo revelara por su cuenta.
Si hubiera sabido que se iría tan repentinamente, le habría preguntado insistentemente.
Temía encontrarlo y matarlo con sus propias manos, por eso no había investigado más.
Aunque no tenía ningún deseo de buscarlo, si Aika lo quería, debía ayudarla a encontrarlo.
Espera un momento.
Kassel recordó algo.
( Tío, tengo algo que preguntarte. )
( ¿Qué? )
( Oye, ¿el Emperador está casado? )
…No puede ser.
( ¿Por qué te interesa saber si está casado o no? )
( ¡Pu-Pues claro que puede interesarme! ¡Desde hoy decidí que seré amiga del Emperador! )
( Vaya, qué razón tan gloriosa. )
¿Sabía lo que estaba preguntando?
Una pregunta que había ignorado sin importancia regresaba como un boomerang.
( ¿Eh? Dime, tío. ¿Está casado o no? )
( No, no está casado. )
( ¿No está casado? ¿De verdad? )
( Sí. Ya te lo dije, así que deja de molestar y sal. )
( ¿Por qué no se ha casado? )
( ¿No te vas? )
¿Estaba sospechando que Winchester era su padre?
¿Por qué pensaría eso?
¿Porque era cercano a su madre?
( ¡Si me dices eso, tío! )
( Tal vez no ha encontrado a la persona adecuada. )
( ¿Es por un amor predestinado, como en los cuentos de hadas? )
( No lo sé, supongo que sí. )
( ¡Oh, tío! Entonces, ¿quién es ese amor predestinado? ¿Será acaso…? )
Justo en ese momento, se escuchó un pequeño ruido fuera de la puerta.
El pomo de la puerta se movió ligeramente, pero luego se detuvo.
Parecía que alguien estaba merodeando por el otro lado.
Aunque el ruido era pequeño, su presencia era evidente, como si pudiera ver sus movimientos frente a sus ojos.
Kassel, que había estado con los ojos cerrados, lentamente se incorporó y miró hacia el pomo de la puerta.
—……
En cuanto abrió la puerta, vio una pequeña cabecita negra.
Vestía un adorable pijama y unas zapatillas de conejo.
Giró bruscamente la cabeza, sorprendida, y sostenía una almohada casi tan grande como su cuerpo.
El sobresalto fue tan grande que incluso Kassel pudo escuchar cómo tragaba saliva, casi llorando.
Aika, con ojos de conejo asustado, rápidamente escondió la almohada detrás de su espalda.
Aunque la escondiera, sobresalía por los lados, visible como un caparazón de tortuga.
—T-tío…
—¿Qué estás haciendo?
Aika intentó cubrirse más con la almohada.
—¿Eh? Nada…
Normalmente, habría estado saltando por la habitación, pero hoy solo estaba callada, observando a Kassel cautelosamente.
La energía inagotable de su sobrina nunca diferenciaba entre el día y la noche.
Entonces, ¿por qué estaba tan retraída hoy? No le quedaba nada bien.
—Habla. Si no me dices, no lo sabré.
Kassel ya había leído el pensamiento de Aika, pero fingió no saberlo, esperando que ella misma lo dijera.
Aika se quedó titubeando, rascándose una mejilla redondeada, mientras se retorcía incómodamente.
—T-tío, ¿no vas a dormir?
—Sí, tengo que dormir.
—Uh-huh…
Aika volvió a mirarlo de reojo.
—¿Qué pasa?
Después de titubear un rato más, Aika simplemente negó con la cabeza.
—¡Nada! Tío, ¡buenas noches!
Agitó la mano y se dio la vuelta, pero sus hombros se hundieron visiblemente.
Cualquiera podría ver que era un conejo triste.
—Pensé que el cacahuete quería dormir conmigo, pero parece que no.
Kassel murmuró en voz baja mirando la pequeña nuca. De repente, Aika levantó la cabeza de golpe.
—¿No es eso?
—¿Puedo, de verdad?
Sus ojos dorados brillaban como una llama.
Kassel soltó una leve risa.
Se inclinó un poco y le extendió la mano, a lo que Aika corrió instintivamente hacia sus brazos.
—Vaya, ¿por qué haces cosas que no te quedan?
—……
En lugar de responder, Aika se acurrucó, escondiendo su rostro en el cuello de Kassel como un pequeño animal buscando el calor de su madre.
Parecía que aún no había recordado nada, pero el incidente del carruaje sin duda la había afectado profundamente.
Kassel, que había pensado en molestarla como de costumbre, decidió dejar de hacerlo al ver lo tranquila que estaba.
La abrazó como un koala y entró en la habitación, dándole unas suaves palmadas.
Parecía que lo único que podía hacer era quedarse con ella hasta que se durmiera.
Sentía una pesadez en el pecho, como si tuviera una piedra encima.
¿Debería cantarle una canción de cuna? Aunque no me sepa la letra…
Mientras miraba la pequeña cabeza acurrucarse en la cama, Kassel no podía ocultar su preocupación.
Prefería ver al cacahuete ruidoso y desobediente de siempre, no a este cacahuete triste y apagado.
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