⋆˚ʚɞ Traducción: / Corrección: Nue
Dijiste que contarías hasta cinco. ¡Mentiroso!
Levanté ambas manos y golpeé a mi tío.
—Lo sacaste sin que me diera cuenta —Mi tío seguía sonriendo—. ¡Dijiste que contarías hasta cinco! ¡Que apretara en ese momento! ¿Cómo puedes sacarlo cuando apenas íbamos en el dos?
Ahora sentía el diente flojo, un poco de dolor, el espacio se sentía raro, todo al mismo tiempo. ¡Y él seguía riéndose!
—¡Tío, te odio de verdad!
Llorando, cerré los puños y continué golpeando su pecho y hombros. Definitivamente, mi tío era el mayor embustero de mi vida.
¡De verdad!
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Lo que empezó como una risa, pronto se convirtió en un llanto desconsolado por parte de Aika.
—¡Waaaahhh!
Parecía que era la primera vez que lloraba con tanta fuerza. Kassel la abrazó y la dejó golpearlo mientras seguía llorando. Los puñetazos de Aika, suaves como plumas, apenas y se sentían.
( Kassel, ¿sabías que los niños deben reír cuando quieren reír y llorar cuando quieren llorar? )
( ¿Qué? )
( Así son los niños. Y los adultos deben protegerlos en esos momentos. )
( Ah, ¿por qué tienes que darme un sermón ahora? )
( ¿Lo sabías o no? )
( …Sí, lo sé. )
Mirando a la pequeña que estaba triste, esas palabras resonaron en su mente. Parte de él lo decía para molestarla un poco también.
Después de un rato, Kassel finalmente levantó a Aika antes de que se agotara y la consoló. Aunque ella intentaba alejar su rostro, claramente molesta, su cara enrojecida de tanto llorar se veía más relajada que cuando estaba reprimiendo todo.
—Te odio, tío.
—¿Qué haremos ahora que se fueron todas tus perlitas?
—¡No es cierto! ¡Tú me las sacaste todas!
—La pobre hada de los dientes tiene un trabajo duro. Siempre volando con los dientes de arroz.
—No es el hada de los dientes, es el hada de los dientes de verdad.
—¿Acaso no es lo mismo?
Cuando Kassel soltó una risita, Aika se bajó de sus brazos. Parecía que se dirigía hacia Zenda, pero luego, al dudar, se dio la vuelta, miró a Kassel con enojo y salió corriendo a su habitación. Kassel soltó una carcajada.
—Ve a ver cómo está la niña.
—Sí, señor.
Zenda la siguió rápidamente. Mientras tanto, Gerard todavía estaba tirado en el suelo riendo a carcajadas.
—¿Qué haces?
—Señorita, ¿no es la niña más adorable del mundo? Señor, ¿puedo ver el diente inferior también?
Gerard se levantó de un salto, extendiendo sus manos con delicadeza, deseoso de ver el diente. Kassel lo miró de reojo antes de meter el diente atado con hilo en su bolsillo.
—¡Señor!
—¿Qué?
—¡Eso no es justo! Solo quiero verlo, ¿qué te cuesta?
—Anda, ve a cuidar a la niña.
Finalmente, Gerard, decepcionado, rascó su cabeza mientras se dirigía lentamente hacia la puerta. Sin embargo, de repente, se detuvo y se dio la vuelta antes de salir.
—Ah, señor. ¿De verdad va a dejar que siga así?
—¿Qué cosa?
—El asunto de ese tal Belfoy Logis. Últimamente parece que ha estado muy callado, lo que me hace sentir aún más inquieto.
—…
—También sé que mañana tiene otra clase de lengua imperial. No hemos visto ningún problema todavía, pero…
Antes de que alguien le advirtiera sobre el comportamiento altivo del profesor Belfoy Logis, Kassel ya lo estaba observando de cerca. Sabía que el accidente que le ocurrió a su maestro elegido no fue una simple coincidencia.
Alguien había intervenido astutamente.
—Estoy esperando el momento adecuado para deshacerme de él.
Sabía que los responsables eran uno de esos pocos individuos poderosos. Esta vez, estaba observando atentamente para ver qué planeaban antes de hacer su movimiento. Si actuaba de inmediato, otra fuerza podría intervenir, y las cosas podrían empeorar.
Mantener un profesor insignificante cerca y monitorear sus acciones era una forma más segura de proteger a Aika, y en su momento, acabar con todo de una vez. Aunque para Kassel no era nada placentero. En su corazón, quería romper cada hueso de Belfoy para que ni siquiera pudiera sostener una cuchara, mucho menos enseñar.
En el pasado, habría eliminado cualquier obstáculo de inmediato, como si se tratara de basura. Pero ahora era mucho más cauteloso.
—Sí, entendido. También le diré a Zenda que preste más atención y que disimule bien. ¡Me voy!
Gerard se apresuró a seguir a Aika para consolarla. Kassel, ahora solo, soltó una breve risa antes de endurecer su expresión.
Había montones de cosas que debía hacer.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
—Ha pasado mucho tiempo sin noticias. ¿Qué está ocurriendo?
Ante la reprimenda, Belfoy Logis juntó las manos y enderezó su postura de manera incómoda, aunque su rostro seguía mostrando una sonrisa.
—Necesito un poco más de tiempo. En ese lugar son muy desconfiados, y si me muevo precipitadamente, arruinaré todo. Por eso he estado actuando con cautela.
Ya había pasado un buen tiempo desde que Belfoy Logis empezó a dar clases a la pequeña conocida como la señorita Valiart en la mansión del Marqués de Léguiore. Casi un mes había transcurrido.
En la primera clase, solo hizo algunas preguntas, pero eso fue suficiente para que lo pusieran en alerta. Solo estaba tanteando el terreno, pero al recibir esa advertencia, Belfoy Logis comprendió que no podía proceder sin cuidado.
Estaba claro que si seguía adelante sin más, en cuestión de días lo atraparían.
—Entonces, ¿cuándo crees que podrás traer a la niña? Al menos deberías haber conseguido información útil a estas alturas.
Belfoy Logis asintió con la cabeza. Solo necesitaba un poco más de tiempo, pero la insistencia comenzaba a irritarlo.
—Solo un poco más de paciencia. Ya casi está. Además, he estado rondando por la mansión de Léguiore sin ser detectado y he obtenido información valiosa. Sé muy bien a dónde suele ir esa mocosa.
Había sido un golpe de suerte. Aunque una criada algo insignificante le había advertido en un principio, logró ganarse su confianza.
—Espero que sea de fiar.
La criada se llamaba Zenda, si no recordaba mal. Aunque había vigilado con atención, parecía ser la única que seguía a la señorita Valiart. Tenía una cara bonita, y por trabajar en la mansión del Marqués, su actitud era altanera, pero su boca era más ligera de lo esperado.
No importaba lo leal que alguien fuera, siempre cedían ante el dinero. Fingiendo que todo era parte de los estudios, le sacó varios detalles.
Uno de ellos fue que, desde cierto momento, todos los miércoles después de las 2 de la tarde, la niña salía de la mansión para ir a una floristería. Fue una revelación sorprendente, considerando que la señorita Valiart no solía salir.
Belfoy Logis ya había transmitido esa información a Jemiel de Rondo. Aunque no sabía hablar el idioma imperial ni tenía credenciales de maestro, si lograba completar esta misión, ganaría suficiente dinero para vivir cómodamente el resto de su vida.
No podía permitirse fracasar.
—Sí, por favor, déjelo en mis manos. Ah, ¿convenció a la mujer que le mencioné?
Belfoy Logis miró expectante, esperando la respuesta con ojos brillantes.
⊱ ──────ஓ๑♡๑ஓ ────── ⊰
Al día siguiente, llegó el día que había prometido mi abuelo. Me levanté temprano por la mañana y comencé a empacar con entusiasmo.
—Ser.
—¿Sí? ¿De verdad vas a ir a casa de tu abuelo hoy?
—Sí, así que rápido, revisa si mi tío está en peligro. Asegúrate de que no esté en riesgo por un tiempo. ¡Vamos, rápido!
Ser flotó a mi alrededor murmurando.
—…No creo que mi habilidad sea para esto. Además, ¿qué tiene que ver que vayas a casa de tu abuelo con que tu tío esté en peligro?
—¡Si está en peligro, tengo que protegerlo antes de irme! ¡Vamos, rápido!
Con un suspiro, Ser flotó hasta mi oído y habló.
—Al menos por los próximos meses no parece haber ningún peligro. No vi nada.
Me soné la nariz y pregunté de nuevo.
—¿De verdad?
—Sí.
—Entonces… Supongo que puedo ir.
Sí, me iré a casa de mi abuelo. Terminé de empacar, metiendo los regalos que me dio Ruspe y mi peluche de Rangi.
—¿Pero cómo piensas ir a casa de tu abuelo?
Dejé de empacar al escuchar la pregunta de Ser. Mi tío, siempre tan cruel y tacaño, podría negarse a prestarme un carruaje.
Yo confiaba en mi tío… hasta que me quitó mi diente, mi preciosa perlita.
—Mi abuelo dijo que vendría hoy. Me iré cuando él se vaya.
Además, aunque nunca lo había montado, tenía a mi propio Equus. Solo tenía que conseguir un mapa. ¡Bah! No volvería a confiar en mi tío.
Después de escuchar que mi tío estaba en el despacho desde la mañana, fui directamente hacia allí y abrí la puerta de golpe. Con mi mochila a cuestas, me paré frente a él, pero ni siquiera se sorprendió al verme.
—¿Otra vez vas a la biblioteca? Siempre estás yendo.
Mi tío apenas me miró, estaba rodeado de papeles y sumergido en su trabajo.
—Tío.
—¿Qué? ¿Otra vez? Hoy desayuna sola.
Con la cabeza en alto y el pecho inflado, hablé con determinación.
—Hoy me voy a casa de mi abuelo. Cuídate, tío.
—¿Qué?
Mi tío, que hasta entonces no había levantado la vista de los documentos, finalmente detuvo lo que estaba haciendo y me miró.
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