El Marqués habló con voz muy apagada.
—Lo había olvidado por completo.
—¿Qué cosa?
—Que eres una mujer que necesita ver las cosas con sus propios ojos para estar satisfecha.
Él agarró la mano de Edith, que estaba apretando con fuerza el dobladillo de su falda. Edith, que ni siquiera se había dado cuenta de lo que estaba haciendo, se sobresaltó, pero se sorprendió aún más cuando su mano fue arrastrada sin remedio y tocó algo.
Hiek.
—Ni siquiera está completamente crecido todavía.
El Marqués hizo que su mano presionara la parte delantera de sus pantalones, una zona tensa y abultada que irradiaba calor.
A pesar de que había al menos dos capas de tela gruesa, ropa interior y exterior, entre ellos, estaba caliente.
Edith cerró los ojos con fuerza, con una mezcla de vergüenza, desconcierto, confusión y todo tipo de sentimientos similares. Desafortunadamente, al cerrar los ojos, su sentido del tacto se volvió más agudo, y sintió cada movimiento de la cosa del Marqués.
Mientras su palma se sentía como si se estuviera derritiendo, su bajo vientre hormigueaba. Era la misma sensación que había sentido el día del problema, cuando el efecto de la droga comenzó a hacer efecto.
—Ese día fue mucho más que esto.
Edith se estremeció. Fue porque al recordar ese día, las palabras del Marqués se superpusieron y todo su cuerpo se retorció con un escalofrío.
—Ugh.
Un sonido que no sabía si era un grito o un gemido salió de la boca del Marqués, no de la suya. Fue porque ella tembló y apretó su mano, que estaba tocando su cosa.
La afirmación de que aún no estaba completamente crecido parecía ser cierta, sin exageración. Edith se sorprendió por la presencia de la cosa, que se hinchaba y palpitaba con fuerza, como si empujara su mano. Se quedó sin aliento con solo trazar la silueta de lo que estaba atrapado dentro de la ropa.