⋆˚ʚɞ Traducción / Corrección: Nue
Roen Lawson. Aunque no parecía un nombre que encajara conmigo, estoy bastante satisfecha. El poder que el nombre ‘Lawson’ otorga es mucho mayor de lo que había pensado.
Claro, estoy satisfecha porque fue ‘Jin’ quien me dio ese nombre.
De todos modos, la familia Stella ahora tendría que esforzarse un poco más si quisieran interferir abiertamente en mis asuntos. La posición de ‘despertado’ me otorgaba un alto estatus, y gracias a eso, Jin pudo recuperar el poder de la familia Lawson mucho más rápido de lo esperado.
No es de extrañar que, en su época de mercenario, se destacara tanto. Siempre valoré las habilidades de Jin, pero ahora que está en acción, realmente vuela.
Él se queja diciendo que esto no es lo suyo, pero desde mi punto de vista, le queda como anillo al dedo.
Solo hay que verlo ahora mismo.
—Aunque la boda se llevó a cabo de manera apresurada, su esposa ya no pertenece a la familia Stella, sino a los Lawson.
El Conde de Stella, que se había sentido respaldado por su condición de tío de Damian, no podía hacer mucho más que aceptar lo que Jin decía.
—Además, soy el tutor del joven Damian. Aunque sea su abuelo materno, yo soy el único que puede encargarse de su educación, ya que soy un despertado, al igual que él.
Jin sonrió brillantemente mientras clavaba la estocada final al Conde, que lo miraba con desagrado.
—¿No cree que yo desempeñaría mejor el papel de padre que su estimado suegro?
Tuve que contener las ganas de aplaudir. Sin embargo, el Conde no se rindió fácilmente.
—Qué arrogante. El verdadero padre sigue vivo, ¿cómo puede alguien sin su sangre reclamar ese rol?
Jin me miró brevemente y me sonrió, como para tranquilizarme. Era una sonrisa que sin duda resultaba irritante para los demás.
—Supongo que es porque he sido lo suficientemente misericordioso como para no matar al verdadero padre y permitirle seguir vivo, ¿no cree, Conde? ¿Dónde encontraría un tío como yo? Mientras la facción del príncipe heredero está deseando cortarme la cabeza, sigo arriesgando mi vida y gastando dinero solo por el bien de su joven majestad. ¿Cómo se atreve uno de los esbirros de esa facción a sugerir que colaboremos contra usted? Qué absurdo. No me cabe duda de que no caería en un truco tan burdo, pero algunos parecen no entenderlo. Es por eso que están siendo excluidos de la política actual, ¿no es así, querida?
Jin soltó una risa descarada mientras jugueteaba con mi mano para que todos lo vieran.
—Vaya, incluso sus uñas son hermosas, mi señora. ¿Cómo no voy a hacer todo lo posible por complacerla? Es culpa suya por ser tan hermosa.
Con una fingida avidez, Jin exhibía una actitud falsa, dejando claro: ‘Estoy montando este espectáculo tan exagerado para que entiendas que debes dejar de entrometerte en el matrimonio y concentrarte en lo tuyo’. Era imposible no admirarlo.
Si no me hubiera conocido, ¿dónde habría desplegado este talento? ¿En estafar a los clientes cuando trabajaba como mercenario, para cobrar más?
Jin incluso llegó a besarme la mano. A estas alturas, estas sorpresas ocurrían con tanta frecuencia que ya no me sorprendían. Inconscientemente, esbocé una sonrisa y jugueteé con su boca, pero de repente me di cuenta de lo que estaba haciendo y me puse seria.
Sí, estas cosas no me sorprenden, pero los hábitos son poderosos. ¿Por qué este hombre está siempre coqueteando?
—¿Por qué ha dejado de consentirme, mi señora? —dijo Jin, frunciendo el ceño como si estuviera realmente molesto.
A estas alturas, ya no sabía si estaba actuando o si hablaba en serio. Cada vez era más difícil distinguirlo. ¿Lo hacía para fastidiar al Conde o porque realmente estaba ofendido?
—No entiendo qué está intentando hacer —suspiró ligeramente el Conde, mirando a Jin directamente.
Parecía imperturbable ante la actitud ligera de Jin.
Los rumores sobre Jin decían que, aunque aparentaba ser frívolo, tenía una mente brillante, así que no era de extrañar su compostura. Aunque, honestamente, yo tampoco sabía si lo de Jin era una fachada o no.
—Sabemos ambos qué pretendo con esta actitud —rió Jin, rodeando mi cintura con su brazo mientras se ponía serio de repente—. ¿Necesito explicarlo con más detalle?
—…
El Conde frunció el ceño y permaneció en silencio.
—Es posible que no coincida con la perspectiva de mi suegro, y sí, de hecho, es lo contrario. Pero, de todas formas, la señora es mía. Agradezco su ayuda, pero me gustaría que no actuara como si tuviera algún control sobre lo que hace mi esposa en el futuro —Luego, con una sonrisa juguetona, se encogió de hombros como si nada hubiera pasado—. Bueno, mi esposa también puede manejar algunos negocios y hacer trabajar un poco a los hermanos. Al fin y al cabo, Lawson y Stella ahora son inseparables, ¿verdad? Si los hermanos escuchan las opiniones de mi hermosa, sabia y excepcional esposa para actuar, no creo que sea necesario que vengan a darme advertencias, ¿no es así? Porque eso me pone de muy mal humor.
Me sorprendió un poco la repentina reacción de Jin. ¿Eh? No tenía intención de advertir tanto. La verdad es que, debido a problemas de percepción y eficiencia, como mi rol en el Imperio no era tan visible, había estado haciendo que Jin, Adrian e Ian hicieran parte del trabajo por mí.
Por casualidad, el Conde se enteró de esto, y desde su punto de vista, ¡¿cómo se atreve la hija menor a la que solo le importa casarse a hacer trabajar al primogénito de la familia Stella?! ¡Debo darle una lección!
Sin embargo, sabía por experiencia que si lo enfrentaba directamente, no tendría el efecto deseado, por lo que simplemente había usado a Jin como fachada para dar una indirecta, pero…
—Pensé que al menos mi suegro era más flexible que esos viejos nobles de la retaguardia, aunque sea una pizca como una lágrima de hormiga reina. ¿Ya lo sabe, verdad? Mi esposa, que es como un hada, actúa con cortesía y permanece tranquila, pero alrededor del 60% de las políticas actuales del Imperio provienen de la brillante mente de mi esposa, la diosa de la estrategia. Si el joven maestro de la casa Stella está dispuesto a seguir los planes de su hermana para crear un Imperio mejor, ¿por qué tratar de detenerlo? Aun siendo un bastardo, no puedo entenderlo.
Como ya había notado antes, Jin parecía no tener miedo de nada. Bueno, después de todo, no es como si yo tuviera una relación particularmente cercana con el Conde, y Jin no tenía ninguna razón para tratar de ganarse su favor.
La fría mirada del Conde se dirigió rápidamente hacia mí.
—¿Acaso no tienes lengua?
Antes de que Jin pudiera decir algo más, suavemente le tapé la boca y hablé.
—No he sido lo suficientemente respetuosa durante esta comida. Mis disculpas.
—¿…?
Jin frunció el ceño, mirándome como si no entendiera nada. Pero como pronto sería su cumpleaños y tenía otras cosas que discutir con el Conde, decidí aprovechar la ocasión para hablar.
—Parece que los problemas con los monstruos ya están resueltos en su mayoría, y su majestad el Emperador ha vuelto a una vida relativamente estable. Además, como el cumpleaños de esta persona se acerca, hay algo que debo informarle.
—…¿Informarme?
El Conde, incrédulo, cruzó los brazos y me miró. Jin, como un cachorro grande, ladeó la cabeza sin entender lo que decía.
—Planeo celebrar una boda adecuada, así que pensé que debería saberlo, padre. Después de todo, la unión entre la casa Stella y los Lawson no puede llevarse a cabo de una manera tan apresurada, ¿no cree?
Cuando dije esto con una sonrisa, Jin, juguetón, se tapó la boca con ambas manos en señal de sorpresa y admiración.
—¡Mi señora… oh, mi lady! ¡Dios mío!
El Conde se frotó la cara, claramente frustrado por la actuación de Jin.
—Sabía que solo mi esposa podía pensar en mí de esta manera. Voy a vaciar mi adorable alcancía para hacer el evento más brillante de todos.
¿Alcancía? Bueno, si considera que ahorrar por su cuenta es su ‘dinero de bolsillo’, lo dejaré estar.
—Ah, ¡cómo puede tener tanta determinación! ¡Yo, el viril Jin Lawson, no puedo salir del mar de encantos de mi esposa! Si mi señora se hubiera casado con otro hombre, habría muerto de celos.
—Su excelencia el Duque, está delante de mi padre. ¿Podría moderar su lenguaje?
Le di un pequeño golpe en los labios con dos dedos, y Jin, mirando al Conde, bromeó.
—Ah, casi me arruiné por un matrimonio. Ja, ja. Tengo un poco de trauma. ¿Por qué la dama del Conde estaba tan ansiosa por casarse por conveniencia política? Si no se hubiera casado, Lawson no habría atacado. Ah, los celos de un hombre son terribles, muy terribles.
Finalmente, el Conde no pudo contenerse más y exclamó:
—¡Lo que más me asusta en el mundo… eres tú!
